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PALABRAS LLANAS

12 de octubre: Orgullo de una nación que no debe pedir perdón

Publicado: 17/10/2025 ·06:00
Actualizado: 17/10/2025 · 06:00
  • El Rey Felipe durante el acto solemne de homenaje a la bandera nacional.
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Cada 12 de octubre celebramos algo más que una fecha en el calendario. Celebramos la historia de una nación que llevó su cultura, su lengua y su fe a los confines del mundo, uniendo bajo una misma herencia espiritual y cultural a millones de personas de ambos hemisferios. Es el Día de la Fiesta Nacional de España, y también el Día de la Hispanidad, símbolo de la comunidad histórica que compartimos con las naciones hermanas de América.

Sin embargo, en los últimos años, la izquierda y los separatismos han tratado de desvirtuar este día. Han intentado imponer un relato de culpa, de vergüenza, de arrepentimiento por una empresa que, lejos de ser una conquista depredadora, fue una obra civilizadora sin precedentes. España no fue un imperio esclavista ni genocida, como repiten los enemigos de nuestra historia; fue una nación que llevó la lengua, la fe y el derecho a tierras donde reinaban la tiranía y el sacrificio humano. Allí se fundaron universidades, hospitales y ciudades que hoy son el corazón de Hispanoamérica.

Quizá cabría preguntarse en qué momento la izquierda española se alineó totalmente y de forma incondicional con los países que calumniaban y maltrataban la historia de España.

Porque hubo una izquierda, hace mucho, mucho tiempo, que defendía la historia de España. Pensemos en el valenciano Vicente Blasco Ibáñez y lo que escribía de la “leyenda negra”.

En una conferencia titulada “América vista desde España” refería lo siguiente: “Quiero hablaros de la leyenda negra de España, surgida como una consecuencia de opiniones falsas vertidas en varios siglos de propaganda antipatriótica de la magnífica epopeya desarrollado durante los siete siglos de la reconquista que hizo de nuestra patria un hervidero de razas y preparó el advenimiento de la otra epopeya: la del descubrimiento del nuevo mundo.”

Y continúa el valenciano comparando los distintos comportamientos de otros países a la hora de ocupar los territorios del nuevo mundo. Mientras, por ejemplo, Portugal establece factorías en las costas, España fundará ciudades en las que se asientan las principales instituciones imperiales en las que rigen las leyes de Castilla. Y lo relata de esta manera: “Representábamos una tendencia civilizadora, que tuvo que combatir contra todos. De ahí el por qué el esfuerzo inicial no fuera todo lo fecundo que hubiera podido ser. Tendencia civilizadora he dicho y dicho bien. No veníamos a América a fundar factorías. Nuestros conquistadores fundaban pueblos, y en cada pueblo un ayuntamiento, un cabildo, donde se continuaban aquellas ansias de libertad que caracterizaron los municipios medioevales y que exteriorizaron los comuneros de Castilla.”

Al leer estas palabras del insigne valenciano, no pocos jóvenes y no tan jóvenes errarían al definir su filiación política. Para muchos sería una sorpresa, después de leer estas palabras, descubrir que Blasco Ibáñez era un republicano, anticlerical, laicista y progresista. Y que perteneció al Partido Republicano Radical.

Así eran entonces y así son las cosas hoy en día, hasta el punto de que la Dirección General de Transparencia de la Generalidad Valenciana publicita un acto del Día de la Hispanidad con un “maravilloso” cartel lleno de banderas, pero en el que brilla por su ausencia la enseña nacional española. Así eran las cosas a principios del siglo XX, con un valiente republicano radical defendiendo la labor de España en la hispanidad y así son las cosas hoy en día, un organismo de una supuesta derecha defensora de España, ocultando la bandera nacional.

VOX defiende sin complejos la verdad de nuestra historia. Defiende que los españoles debemos sentir orgullo de lo que fuimos y de lo que somos. La Hispanidad no es colonialismo, sino hermandad y legado común. Es la manifestación de un vínculo cultural y espiritual que trasciende fronteras y que hoy, más que nunca, necesitamos reivindicar frente a quienes quieren fragmentar nuestra nación y borrar sus raíces.

Porque sin unidad, sin orgullo y sin memoria, una nación se disuelve. Y España no está dispuesta a desaparecer.

Por eso, el 12 de octubre no es solo una conmemoración: es una declaración de continuidad, de identidad y de futuro.

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