El mundo se nos está quedando pequeño, si así es, parece encoger por momentos por múltiples factores. No solo se hace pequeño por la rapidez del transporte, de las comunicaciones, y la amplitud del comercio, sino también por el reparto del globo terráqueo entre dos grandes bloques, y hasta incluso por los informativos de los mass media que dan la misma importancia a la noticia del ataque de un oso en Japón, que por la muerte en accidente de coche de una familia en España, o el paso de un huracán por la Florida.
Las comunicaciones en el espacio radioeléctrico han avanzado tanto, que muchos trabajos, o formas de desempeñarlos ya no requieren el traslado físico, o su presencia, y que unido a la “domesticación” de internet ha permitido acercar a los muy lejanos, aunque en demasiadas ocasiones aleja a los cercanos, por mor del abuso de móviles y tablets.
Los transportes, y por tanto las comunicaciones físicas, han sido un elemento fundamental para las consecutivas revoluciones industriales (y ya vamos por la cuarta), de aquellos primeros trenes y barcos de palas, a vapor y leña, hemos pasado a esos trenes bala (como se llamaron al principio) o de alta velocidad que incluso permiten o permitirían (cuando funcionen bien y a su tiempo) vivir en una ciudad y trabajar en otra a cientos de kilómetros, como ya pasa en España, o pasaba cuando el servicio era más puntual, y así de paso ayudan a suplir la escasez de viviendas en las grandes capitales, por la falta de responsabilidad de esos cargos que se dedican más a estar pendientes de permanecer en ellos, que de gestionar los intereses generales. Y todo, a pesar de la persecución e impedimentos a la movilidad que se hace a coches y motos, limitando nuestros movimientos y libertad, como hace nuestro ayuntamiento de Valencia.
Por supuesto la aviación, ese medio ha revolucionado el transporte permitiendo nuevos modelos de negocio, y dando a los viajes y al turismo (siempre ha existido en la historia) una nueva dimensión. Pero también nuevos riesgos, así es como se propagan rápidamente las epidemias/pandemias, como avisaban las Estrategias de Seguridad Nacional desde 2011, muchos años antes de que ocurriera aquella terrible pandemia que se llevó por delante a más de 100.000 españoles, sin coste alguno para los responsables.
Y si hablamos de turismo mundial en Valencia, es inevitable tratar ese Turismo Cultural en el que se invierten miles de euros de nuestros impuestos, pero que parece, no ha sabido ser aprovechada del todo; y, por ejemplo, en la famosa, y tan manoseada por las instituciones, ruta de la Seda sólo ha generado un hermanamiento de la ciudad de Valencia (fruto del anterior ayuntamiento de izquierdas) con la ciudad china de Xinjiang en el inicio de la ruta, pero que el actual de gobierno local de derechas, no ha sabido, podido o querido continuar con todas esas ciudades legendarias que la forman como son, Samarcanda, o Constantinopla/Estambul, o Venecia, etcétera; o la discutida ruta del Santo Grial que como decía el discípulo del profesor Antonio Beltrán, el catedrático Martín Bueno es “un disparate oportunista”; iniciativas ambas que parecen haber sido agujeros negros de nuestros presupuestos.
Por supuesto el mundo se empequeñece en el comercio desde cualquier parte de él, ya sea por vía del ferrocarril (la nueva ruta de la seda terrestre China por ejemplo), por barco, tan importante para Valencia pero con los riesgos que conlleva, recuerden el episodio del buque Emergieren, que atravesado en el canal de Suez bloqueó parte del comercio internacional, y por supuesto supuso un retraso en las cadenas de producción.
El mundo Geopolítico se hace más pequeño, por esa nueva guerra fría entre dos bloques -Occidental versus Euroasiático- que se reparten el mundo en áreas de influencia, queramos o no con la llamada estrategia o diplomacia del Big Stick (el gran garrote) y, por ejemplo, hace que Ucrania sea para Vladimir Putin al igual que Venezuela sea para Donald Trump, que lideran sus respectivos bloques, aunque más bien, Putin lo colidere con Xin Jinping.
También los noticiarios, informativos o partes (como se decía antaño) hacen el mundo más pequeño, no se sabe si porque finalmente se ha materializado el concepto de la aldea global, así denominada por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan, o porque a los políticos les interesa mantener a la sociedad bajo el miedo, angustia o estrés, lo que facilita su control, dado que cuentan las desgracias, accidentes y desastres que le ocurren a los 8.000 millones de personas que habitan el planeta, y eso es imposible de digerir por cualquiera.
Pero también encogen los espacios de libertad, encogen los espacios de juego de los niños, que han pasado a tener aventuras en el monte, campo, pueblos o barrios, a interactuar y socializar en las ludotecas o en los videojuegos. Se nos limita el lenguaje e ideas por mor de lo políticamente correcto, se pide perdón por tener pensamiento propio en cualquier caso. Se prohíbe la construcción (parece que por fin se está revisando) de coches de combustión en la UE, a favor del eléctrico, por esa nueva religión, ideología cuasi-totalitaria verde de la UE, que empieza ya a retroceder por lo tozuda que es la realidad. Se limitan las ciudades, barrios o barriadas, a ese nuevo concepto de ciudad de los 15 minutos, para encerrarnos en cuasi- guetos, este es otro de los motivos de perseguir a coches y motos, con la excusa de zonas de bajas emisiones como ocurrirá en la ciudad de Valencia, etcétera, etcétera, etcétera; en fin estén vigilantes el mundo encoge, pero las libertades también.