La tragedia de la Dana del 29 de octubre de 2024 nos ha marcado para siempre como pueblo. El dolor por la pérdida de tantas vidas, a las que debemos un recuerdo y un tributo permanentes, nunca dejará de acompañar a una sociedad golpeada por una catástrofe que arrasó con todo. 

A pesar de todo, no tengo duda de que los valencianos saldremos adelante con la determinación y el espíritu laborioso y de superación que nos caracteriza. Sabremos sobreponernos a esta dura adversidad que nos ha puesto a prueba. 

Afortunadamente, en aquellos momentos iniciales de angustia y desesperación se puso de manifiesto la solidaridad y el compromiso desinteresado de muchas personas e instituciones, de nuestra provincia, de toda España y de fuera de nuestras fronteras. Miles de voluntarios anónimos, entidades de todo tipo, empresas y servidores públicos, hombro con hombro, han dado lo mejor de sí mismos y, hasta el día de hoy, siguen encarnando el lado más auténtico de la verdadera humanidad. 

Más allá de la imprescindible ayuda material, nuestros pueblos afectados han necesitado y necesitan apoyo moral, afecto, cercanía y compromiso de las instituciones ante la súplica que más han repetido: “no nos olvidéis”. 

No es mi intención ahora entrar a valorar las medidas y ayudas aprobadas por el Gobierno ni la agilidad con que están llegando a los beneficiarios. Pero, desde un punto de vista meramente humano y sin incidir en consideraciones políticas, resulta difícil de comprender la falta de empatía y la frialdad, por no decir aparente indiferencia, demostradas por el presidente del Gobierno en todo este tiempo. 

Pedro Sánchez salió precipitadamente de Paiporta aquel 3 de noviembre, en unas circunstancias ciertamente desagradables. Pero desde entonces no ha encontrado tiempo para visitar las zonas afectadas ni para sentarse con las víctimas para escucharlas y darles aliento. Sus ausencias han resultado clamorosas.

En un claro y elocuente contraste, quien ha sabido estar a la altura de las circunstancias es el Rey Felipe VI, mostrando un profundo sentido institucional, consciente de su deber y de su condición de “primer servidor de los españoles”. 

Junto a la Reina Letizia, el Jefe del Estado ha arropado a los afectados desde el principio, preocupándose por sus problemas concretos, escuchándolos y abrazándolos. Cumpliendo, en definitiva, el compromiso que asumió en su proclamación en 2014, en relación con el papel y sentido de la Corona, “que debe estar abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve; ha de ser una fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos, y debe compartir —y sentir como propios— sus éxitos y sus fracasos”. 

Con sus actos y con sus palabras, el Rey se ha convertido en portavoz de los afectados por las riadas, y ha reiterado en cada ocasión la importancia de que “las víctimas sientan que España está con ellas”, que se les garantice que “el Estado en toda su plenitud está presente” y que “las administraciones funcionen unidas”. 

En sus intervenciones públicas, Don Felipe ha instado a “no olvidar nunca el dolor y la tristeza” de las familias y, aun reconociendo los avances en la recuperación, no ha dudado en enfatizar que debemos “tener muy presentes esos días aciagos, que para los que viven o trabajan en los municipios y comarcas afectadas —a los que tampoco olvidamos— son todavía un duro y doloroso presente”. 

Los Reyes han visitado constantemente Valencia y las zonas afectadas. En primer lugar, Paiporta, donde los monarcas, en un momento de gran tensión con riesgo para su seguridad, demostraron temple y empatía, interés sincero por las personas y comprensión por el enfado de quienes tan mal lo estaban pasando. 

Días después acudieron a Utiel y Chiva, donde comprobaron los daños y dialogaron con vecinos y voluntarios. Durante la misa en la Catedral de Valencia dedicada a rendir homenaje a los fallecidos, expresaron personalmente su solidaridad y afecto hacia los familiares. En una visita privada, junto a sus hijas, los Reyes visitaron Catarroja, Picanya, Alaquàs y la pedanía de El Palmar.  El 19 de marzo, el Rey quiso celebrar con los valencianos las Fallas y la festividad de San José en Torrent y en Valencia, incluyendo un almuerzo en un restaurante de Aldaia afectado por la Dana. 

Paralelamente, los Reyes han acompañado y reconocido la labor de las unidades militares desplegadas y de todos los cuerpos y personal de emergencias. Se han reunido con múltiples entidades sociales y empresariales, implicándose en las ayudas y atención a los sectores económicos afectados, pero también a los más vulnerables, personas con necesidades especiales, con discapacidades o enfermedades.

Los Reyes han sabido ganarse la admiración y el respeto de los valencianos, demostrando ser un factor de estabilidad, concordia y unidad para salir adelante. 

En palabras de Don Felipe, “esa tarea ingente ─recobrar la normalidad plena en las zonas afectadas, de reconstruir con visión de futuro y conciencia de la realidad del territorio y clima─ es un llamamiento constante al esfuerzo, la solidaridad y la responsabilidad de todos; un objetivo compartido que, una vez lo alcancemos, nos habrá reforzado como sociedad, como ciudadanía, como país y como nación”. 

Laura Sáez, diputada de Hacienda y alcaldesa de Carlet