Opinión

El sueldo de los banqueros

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MADRID. Algún medio de comunicación lo estaban esperando como agua de mayo. No necesitó nada más que asomarse a la web de la CNMV y comprobar que el consejero delegado del Santander cobró en 2011 un total de 11,1 millones de euros para lanzarse al mismo ejercicio del año pasado y del anterior y del anterior y titular que "Los sueldos millonarios del Ibex 35 desafían la austeridad del Gobierno". Demasiado goloso el asunto como para sustraerse de todo tipo de carga demagógica.

Es el debate de todos los años, aunque en esta ocasión venía precedido de la decisión del Consejo de Ministros de limitar los sueldos de presidentes o consejeros delegados de las entidades financieras que sean nacionalizadas o que perciban ayudas publicas del FROB.

Aun pudiendo parecer impúdicas, para muchos, las cantidades que puedan manejarse en concepto de retribuciones en ciertos sectores, no deja de ser una realidad el hecho de que esas cantidades, al menos en el mundo de la banca, se someten expresamente a la aprobación de la juntas de accionistas y como punto separado del orden del día, cosa que no ha ocurrido hasta ahora en el gremio de las cajas de ahorro ni mucho menos en las sociedades que amparan deportes de alta competición.

Dicho esto habrá que convenir que siempre es mejor que Alfredo Sáenz gane lo que gane y que su entidad consiga los resultados que consigue, a que la exdirectora general de la CAM se levantara lo que se levantó, mientras que la entidad que dirigía se desangraba a chorros.

Difícil ejercicio el intentar trasladar a la opinión pública que cada uno gana lo que gana en función de lo que genera y siendo ese un principio indiscutible cuando se trata de otras actividades como el fútbol, no resulta un ejercicio fácil cuando en lugar de borceguíes, equipación deportiva y balón, de lo que se trata es de cuentas de resultados, ebditas, cash flows o flujos de caja.

Este acendrado espíritu hispanocatólico, alejado del calvinismo al uso en otras latitudes, hace que muchos estén más preocupados y se rasguen las vestiduras por lo que gana el de enfrente, pese a que su perfil es venerado por la Agencia Tributaria, en tanto en cuanto cotice y pase por caja, cosa que no sucede con el de al lado, que se harta a defraudar al fisco. ¡Pecadillos a la mar!

Los 80.000 aficionados que cada dos semanas se concentran en el Bernabeu o los 100.000 que lo hacen en Camp Nou, ni se les pasa por la mente criticar como principio la talegada que se llevan Ronaldo o Messi, mientras marquen goles o ganen partidos. Pero esos mismos se escandalizan cuando el del puro, la chistera y el reloj encadenado al chaleco, cobra lo que cobra por ganar dinero y crear valor para sus accionistas.
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(*) Carlos Díaz Güell es periodista y autor del blog 'Tendencias del dinero'

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