Opinión

El bombardeo optimista

Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

VALENCIA. Para enamorarse hace falta una gran dosis de autoengaño. De censura. De no querer oír. No querer ver. No mirar. Conformarse con la parte buena de las cosas y encoger los hombros ante lo que nunca seríamos capaces de amar.

No digo amar, digo estar enamorado. Hace falta mucho autoengaño. La idea es de Vázquez Montalbán (grande y desolado como ninguno) pero radica en ella la amenaza de una verdad aplicable en muchos ámbitos.

¿Alguien se ha creído el anuncio de Campofrío? Sí, ése en el que Miliki (que acaba de morirse) sale poniéndose un sombrero y tecleando una máquina de escribir, y en el que una ristra de actores de ayer (hoy y, al parecer, siempre) le dictan cosas buenas en #ElCurrículumDeTodos. Cosas buenas como haber ganado un Mundial de fútbol o siete Oscar, como haber inventado la paella, las torrijas o los pasodobles, como haber alumbrado la grandeza de El Quijote o los yayoflautas... en fin, todas esas cosas por las que uno dejaría de tomar antidepresivos por no tener trabajo o por estar al borde del desahucio. Esas cosas que valen más que cualquier índice económico. Ese orgullo de pobres. Estaré siendo demagogo en estos momentos, pero peor sería aceptar que me tratasen como un imbécil (lo sea o no lo sea...).

No pasa nada, cariño... Pues, cariño, mira, sí que pasa.

El anuncio de Coca-Cola lo supera, porque en el de Campofrío al menos sale Chus Lampreave sentenciando algo chusco y divertido. Coca-Cola dice que las cámaras de seguridad también graban besos en la calle, calentones en un ascensor, bailes en el metro, un señor que le devuelve la cartera a una señora, dos que llevan un sofá por la calle o cuatro que empujan un coche que no arranca. No todo van a ser antidisturbios cargando contra la gente y sacando ojos, que hay a quien le gusta convocar a la tragedia; las cámaras de seguridad también graban escenas entrañables. De nuevo estaré siendo demagogo, pero que me rebata la Coca-Cola si quiere.

El buenismo es insoportable. No pasa nada, cariño. Hay que mirar el lado positivo de las cosas. Feliz Navidad. Que se cumplan todos tus sueños... ¡Si está muy bien ser optimista! Pero, ¿nos tienen que bombardear con un optimismo naïf?

El amor es una cosa que está muy bien y es aconsejable. Pero enamorarse es perder la capacidad de visión de una globalidad. Es renunciar a entender que el mundo es bueno y malo a la vez, que la vida es estimulante y decepcionante al mismo tiempo, terrible y maravillosa, profundamente convulsa y profundamente contradictoria. ¿A qué vienen esos ataques de dulcificación masiva? ¿Por qué quieren que nos comportemos como imbéciles?

Si me dan a elegir, prefiero que no me engañen. Si me dan a elegir, digo.

La Navidad es un tiempo propicio para los buenos sentimientos. Eso está muy bien. Pero también lo es para el autoengaño y para contemplar lo parcialmente buenos que podemos ser de forma adulterada. Entre tanto falseamiento dulzón de estas fiestas, una escena me reconcilió con lo auténtico. En una de esas noches navideñas interminables, entre el escándalo de los villancicos y el ruido del champán y de las discusiones, mi sobrina Lola, un sol de niña de cuatro años, se me acercó cansada, con una diadema de serpentina rosa y dos antenas que culminaban en sendos pompones y, tras habernos visto cantar verdaderas lindezas, me dijo: "Tío, canta el tallarín, que me gusta más". El Tallarín, una canción hipoglucémica de los Cantajuegos.

La amo. Pero no con ese enamoramiento tonto, sino con ese amor real que ve tanto la diadema ridícula como la honestidad de pedirme el tallarín, que es lo que de verdad le gusta. Mucho mejor el tallarín que las mentiras de Campofrío. Hace falta mucho autoengaño para pensar lo contrario. Por supuesto que se la canté. Y se la cantaré cada vez que me lo pida. Feliz año.

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo