VALENCIA. Gallardón ha salido definitivamente del armario. Ya lo hizo en 2007 cuando era aún candidato a la alcaldía de Madrid y el Grupo Prisa le mimaba tanto como le atizaba por progre Federico Jiménez Losantos. Entonces posó encantado para la portada de la revista Zero, una publicación de temática gay a la que el aspìrante a repetir como primer edil madrileño no le hizo ascos. Era un guiño evidente a un colectivo apetecible. Gallardón está sobradamente preparado para el travestismo político. No es el único.
Conseguido el objetivo se refugió en el Palacio de Cibeles, sede de la Alcaldía de Madrid, y allí permaneció cuatro años esperando su "otra" oportunidad, ir en las listas del PP para las generales de 2008. El Ayuntamiento se le empezaba a quedar pequeño y a Rajoy le crecían los enanos por todos los puntos cardinales. Pero Gallardón supo esperar y mantener el pulso a muerte con "la rubia" soportando sus despiadados comentarios: "Alberto, no se por qué te pones así, lo mejor es que ninguno de los dos seamos diputados".
Y de esta manera pasó él una legislatura, disciplinado, humilde, sin antorcha olímpica y deprimido hasta el amago de abandono de la política. Lástima que fuera de farol.
La larga travesía fue compensada con creces. El futuro ministro de Justicia dejaría en Madrid una huella imborrable. La enorme diferencia es que las leyes afectan y cambian la vida de los ciudadanos mucho más que el soterramiento de la M-30 bajo el río Manzanares.
La nueva Ley del Aborto aprobada este viernes en Consejo de Ministros es una norma profundamente ideológica e impropia de un país aconfesional. La más restrictiva de la democracia. Un ataque a las mujeres. Gallardón ha dibujado definitivamente su perfil más auténtico. Fuera las caretas. No tiene ningún incoveniente en promover legislaciones que nos impulsen décadas atrás si eso le sirve para ganar puntos entre los ultras de su partido y de la Iglesia de Rouco Varela, que en nada se parece a la del Papa Francisco.
Supongo que acoplado en su ser más auténtico la famosa imagen de ZERO ahora le produce grima. Hoy, 20 de diciembre de 2013, gracias al rostro complacido y moderno de esa portada, se acabó la maternidad decidida libremente. Se acabó decir la verdad. Se acabó interrumpir el embarazo en condiciones médicas de seguridad máxima. Se acabó tener una legislación como prácticamente existe en todos los países de nuestro entorno a excepción de las muy católicas Irlanda o Polonia. Se acabó considerar a las mujeres capaces de disponer de su vida.
De nuevo habrá ciudadanas de primera y de segunda. Aquellas que puedan pagarse un vuelo a Londres y esas otras obligadas a recurrir a una supuesta clínica que les ha recomendado una amiga o a algún lugar sórdido y antihigiénico donde un presunto doctor/a te interviene y te vas de aquella manera abocada a las secuelas de un aborto de alto riesgo. Desde hace cuatro años no necesitaban inventarse nada. El 95% abortaba por decisión propia y con sus facultades mentales intactas aunque a Gallardón le cueste entenderlo.
Nosotras, ministro, somos responsables, pensamos, reflexionamos y asumimos las consecuencias de nuestros actos: tener un hijo o no seguir adelante. Hay infinidad de factores, motivos, causas por los que una mujer aborta. Pero que solo pueda hacerlo en caso de haber sido violada o someterla a un tercer grado para que diga que "se va a volver loca" si no interrumpe su embarazo o para que, por falta de dinero escoja la clandestinidad, es un triste y humillante anuncio para las mujeres y una pésima noticia para toda la sociedad que cree en las libertades y en el progreso.
Dice el ministro que habrá apoyo a las madres, permítanme que lo dude a juzgar por todo lo demás. En todo caso un hijo no se saca adelante solo con ayuda económica. Un hijo significa tanto que la determinación en cualquier sentido es muy íntima y muy poderosa. Por cierto, muchas madres y muchas a punto de serlo están entre los cientos de miles directamente afectadas por la reforma laboral. Otras que no podrán abortar con su nueva Ley en el supuesto de malformación ¿van a contar con ayuda a la dependencia?
Y sobre el asunto de las niñas que se quedan embarazadas y pueden abortar sin contarlo en casa: la ley de 2009 se aprobó con una enmienda presentada por el PNV que mantuvo la capacidad de decidir de las menores pero a condición de que al menos uno de los progenitores fuera informado salvo que la chica pudiera alegar con fundamento que decirlo le acarrearía un conflicto grave y de peligro físico de amenazas o de coacciones. En el mismo sentido se pronunció el Consejo de Estado.
Y vayamos al dato: Según la Asociación de Clínicas Acreditadas de Interrupción del Embarazo (ACAI) en el tiempo de vigencia de la Ley, el 87% de las adolescentes entre 16 y 17 años que han abortado ha estado acompañada de sus padres.
Según el PP, "el aborto no es un derecho, sino un fracaso". Yo respondería que el aborto no es un deber, sino un logro sobre la capacidad individual de las mujeres para decidir en una situación muy difícil, siempre. Sí, señor ministro, voluntad y albedrío. Tal vez a fuerza de mirar hacia atrás Gallardón ha llegado hasta Aristóteles para quien "la mujer era un error de la naturaleza, un hombre inferior".