VALENCIA. En agosto de 1963, al final de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, Martin Luther King pronunció el discurso que forma parte de la historia de la igualdad de derechos en Estados Unidos. Es conocido por una de sus expresiones clave "I have a dream". Tomamos la referencia porque hoy, casi medio siglo después, y aunque sea en un contexto muy diferente, también muchos socialistas valencianos y todavía más ciudadanos progresistas que residen en esta comunidad, tenemos una esperanza y una aspiración similar: que el PSPV, y de forma muy concreta quienes lo controlan, den un vuelco a su situación actual. Quisiéramos que el partido dejara de ser una organización que vive de espaldas a la mayoría social y volviera a ser una opción de gobierno frente a la mayoría de la derecha reiteradamente revalidada en las urnas desde junio de 1991. Una situación en la cual han influido tanto sus aciertos, que los ha tenido y no hemos sabido reflexionar sobre ellos, como la patrimonialización de la organización socialista por sus profesionales para asegurarse su futuro a costa de romper todos los puentes con la ciudadanía. Pero para ello, hay -al menos- cuatro precondiciones a cumplir, que resumimos a continuación para el debate de a quien interese.
1.- La dirección actual debe ser sustituida. Jorge Alarte llegó a la secretaría general como la gran esperanza frente a quienes con su comportamiento endogámico parecían haber llevado al PSPV a su punto más bajo de aceptación ciudadana. No ha sido así. El lema con el que alcanzó el poder, el cambio, ha sido de una vaciedad absoluta. De esta forma, como demostró el 22M, la ya reducida credibilidad de los socialistas valencianos ha alcanzado un nuevo mínimo. Si no se toman medidas drásticas ese resultado será sólo un paso más en un proceso que daña de forma grave tanto a la socialdemocracia en la sociedad valenciana como a la propia salud de la democracia al eliminar de facto la competencia entre partidos capaces, en función de las preferencias expresadas en las urnas, de formar gobierno.
La situación en la que estamos no debe extrañarnos. Como señala uno de los corolarios de la Ley de Murphy: "Las cosas que se dejan para que se arreglen por sí solas, tienden a empeorar". Y en cuatro años, la dirección del PSPV no hecho nada. Más exactamente: no ha hecho otra cosa que jugar a sustituir al fiscal general, colocar en puestos clave a sus "amigos políticos" y mantener un silencio sepulcral mientras la economía valenciana o se hundía o era saqueada por el PP. Ni una protesta eficaz ante la desaparición del sistema financiero valenciano. Ni una propuesta ilusionante sobre el futuro. Ni una idea nueva con la que tratar de asegurar una cota de bienestar mayor a nuestros hijos. Es hora pues de que Alarte y todo su equipo dejen paso a otros, puesto que su incapacidad ha quedado sobradamente demostrada.
2.- Hoy la credibilidad del PSPV no depende sólo de las ideas; depende sobre todo de los comportamientos. En todas las ocasiones en que se aproxima una reunión relevante en el PSPV, y el XII Congreso lo es, surgen voces de que lo importante son las ideas. Algunas de ellas son de los que se autoproclaman guardianes de la ortodoxia cuando en realidad defienden su peso como presuntos ideólogos en la sombra. Y en realidad son relevantes pero como actores de la más gastada forma de chantaje político que es la descalificación sin respuesta posible desde sus columnas de opinión. Ciertamente la falta de ideas acerca de cuál es la Comunidad Valenciana que defendemos para el 2050, y sobre todo cuál es la que pretende el candidato socialista a presidente de la Generalitat es, como estamos constatando, inseparable del pozo donde nos encontramos.
Pero no es hora de decirlo claro. El completo descrédito de la opción socialista como alternativa de gobierno en la sociedad valenciana no se explica principalmente por la ausencia de ideas aunque ésta sea palmaria. Se explica por la asimilación de los comportamientos con la derecha a la que se ha cedido toda la hegemonía (y no sólo en este terreno). Los dirigentes socialistas no han mostrado en momento alguno otra forma de ser ni que tendrían otra forma de gobernar, por parafrasear un lema electoral que quiso, sin éxito, conseguir el apoyo ciudadano. Los intereses personales han cedido siempre ante los generales, Y cuantas veces ha querido o le ha interesado al PP ha conseguido callar al PSOE a cambio, en el mejor de los casos, de resolver la situación laboral de muy pocas personas. Ello ha sucedido con los asesores en municipios, con los complementos de sueldo de todo tipo y cargos en las Corts, con los nombramientos en las instituciones relevantes del entramado institucional valenciano, con las empresas públicas y con las cajas de ahorro, y la gestión de sus obras sociales, hoy desaparecidas. Y esto es conocido por la ciudadanía.
Si no se cambia este planteamiento; si no se demuestra tener claro que la solución de situaciones personales, por dramáticas que éstas sean, no puede imponerse a la reputación del partido ante la ciudadanía eligiendo a los más capaces y honestos para cada cargo no habrá mejora en la credibilidad. El PSPV no puede ser una empresa de colocación de los cargos electos que se quedan sin empleo, como lo es hoy. Cuanto más lo sea, menos respaldo ciudadano tendrá y menores opciones de ocupar cargos públicos para transformar la realidad habrá. Si el comportamiento de los partidos en su funcionamiento respecto a sus elites es el mismo no hay posibilidad de ser alternativa de gobierno. De ahí el objetivo claro del PP de convencer a los ciudadanos de que esto es así: con ello se desincentiva el cambio.
Si, como piensa hoy buena parte de los valencianos, todos los políticos son iguales, y por tanto no habría diferencia entre un Consell del PP y un Consell del PSPV -o una alcaldía de cualquier ciudad de la Comunidad- no existe ningún incentivo alguno a cambiar el sentido del voto. Y la inercia de la organización tras tantos años en la oposición no hace sino agravar las cosas. Por un lado debilita la adopción de iniciativas para combatir esa creencia. Y por otro, fomenta el desánimo provocado porque la marea de corrupción no tiene castigo electoral. Ahí está el ejemplo de Compromís para demostrar dónde estamos. Con muy inferior representación institucional tiene tanta o más actividad que el PSPV actual.
3.- La derecha y la izquierda representan opciones de organización social diferentes y por tanto diferente debe ser la actuación individual de sus dirigentes. Teniendo en cuenta la juventud de la democracia en España y los valores sociales de los españoles reflejados en todos los estudios sociológicos, un partido socialdemócrata no puede ser asimilado en su actuación a un partido de la derecha. Los comportamientos de sus dirigentes deben ser nítidamente diferentes y ser así percibidos por la ciudadanía. Esta es la conclusión práctica fundamental del punto anterior que tiene su plasmación más obvia en el trato a los tránsfugas.
Lo ocurrido en Benidorm, un municipio que en pocas cosas puede considerarse ejemplar en el terreno político, puede servir de exponente. La actuación del PSPV (aunque no excepcional) ha deteriorado mucho más de lo que los dirigentes del mismo pueden sospechar la credibilidad del mismo y la suya propia. Primero con su posición ante el mítico sueño del parque de atracciones en el que se enterraron cientos de millones. Porque lo que hubo fue un silencio cómplice de las sucesivas direcciones del PSPV. El predominio de los intereses municipales sobre los del conjunto de la Comunidad Valenciana dañó hasta ahora de manera irreversible este valor imprescindible que es la credibilidad para atraer la atención ciudadana. La política del PSPV en este terreno podría calificarse de errática siendo generosos. Y absolutamente miope siendo prudente.
No contento con ese primer capítulo, los socialistas de Benidorm -y en este sí han sido excepcionales- han escrito más recientemente páginas que a muchos, como socialistas y como valencianos, nos han llenado de vergüenza. Con el apoyo además de diputados nacionales como un tal Herick Campos -que sin brizna de rubor, ni de visión política colectiva y para alegría de los conservadores- han afirmado que el PSPV cumpliría el pacto antitransfugismo cuando lo hiciera el PP. O han actuado para hacer realidad esa afirmación. Que quien pactó con un tránsfuga, el actual alcalde Navarro, se permita opinar sobre el partido que lo acepta sin expulsarlo, a pesar de su demostrada falta de valores compatibles con los que defiende la socialdemocracia, no hace sino dotar a la percepción ciudadana sobre la actuación del PSPV de un plus de rechazo. Y más dados los lazos familiares que dominan este esperpento en donde el papel de Leire Pajín tampoco ha sido claro y contundente.
4.- El PSPV debe reconstruir sus alianzas fundamentales con el mundo de la cultura y la universidad. Mientras comportamientos como los descritos en los párrafos anteriores, u otros de similar alcance, minaban la credibilidad del PSPV, la organización ha ido rompiendo los lazos que la convirtieron en una opción de progreso ante su negativa a aceptar cualquier tipo de crítica y ante su deseo de sus profesionales de ocupar todos los espacios de representación. Entre todos los nexos de unión que los dirigentes del socialismo valenciano han cortado en esta travesía hacia el desastre, las dos rupturas más injustificadas son la quiebra de las relaciones con el mundo de la cultura y de la universidad que siempre han sido estrechas hasta la salida de Joan Lerma de la Generalitat. Críticos por definición con la realidad, ninguno de esos dos mundos podían aceptar en silencio la deriva hacia la endogamia de la dirección y de los cargos públicos. Y éstos no han sabido situar dentro de sus prioridades la necesidad de mantener con estos dos colectivos el imprescindible diálogo para, incluso desde la discrepancia radical, mantener vivos los lazos de unión.
Así se ha perdido una de las señas básicas de identidad de la socialdemocracia que es su apoyo a la libertad, de creación y de crítica en este caso. Y con ello el respaldo de un movimiento que, mercantilizado y atomizado por el trato discrecional del PP, sigue siendo imprescindible recuperar la credibilidad, primer paso para plantearse llegar al gobierno.
La creatividad y el conocimiento son hoy dos herramientas decisivas para asegurar cotas mayores de bienestar. Apoyarlas, y contar con ellas en la actuación cotidiana, es fundamental para mantener y sobre todo aumentar nuestra competitividad en un mundo globalizado como es el actual. Los dirigentes del PSPV, si desean llegar a gobernar y no sólo sobrevivir cómodamente instalados en la oposición, no pueden vivir de espaldas al talento y la capacidad de las nuevas generaciones, de creadores y de jóvenes. Que las finanzas de la Generalitat estén en quiebra debido al espectacular nivel de despilfarro alcanzado por los Consell del PP en los últimos años no puede ser excusa.
El PSPV debe tener, plantear y difundir una alternativa clara y contundente frente al pan y circo conservador de los últimos años. La timorata actitud mantenida hasta ahora, por ejemplo por el portavoz municipal en la ciudad de Valencia, Joan Calabuig, sólo nos conduce a aumentar todavía más el rechazo ciudadano. Quienes apoyan los eventos del PP siempre preferirán apoyar a quienes los han ideado. Y quienes no los apoyan, la mayoría si se hubiera explicado bien qué coste de oportunidad van a tener en términos del bienestar para las futuras generaciones, jamás los van a apoyar porque con ellos se creen puestos de trabajo. Ese reiterado argumento, utilizado ya para oponerse a la reconversión industrial de los años 80's sin la cual estaríamos los españoles hoy muy alejados de donde estamos, toma a los ciudadanos por incapaces de saber el coste que tienen esos pocos trabajos en términos de bienestar colectivo. Que es el que una organización como el PSPV debería defender en todo momento en lugar del conglomerado de intereses personales y clánicos que hoy representan sus cargos profesionales.
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*Teresa Carnero Arbat y Jordi Palafox son militantes del PSPV