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Unos lo atribuyen a la manifiesta pérdida de atractivo por invertir en España ante la que está cayendo por estos lares. Otros de la endeblez de buena parte de los valores cotizados españoles. Hay quien piensa en la dejadez de las autoridades nacionales a la hora de tomar serias medidas estructurales que devuelvan la calma. Pero lo cierto es que detrás de lo que para muchos se trata de un cataclismo bursátil puede esconderse un estado de sobreventa, dado que en cuestión de días –o mejor horas– no se puede pasar del blanco al negro sin pasar por el gris.
Que el Banco Santander se deje en el camino un 10% en una sola sesión, además precisamente el día que presenta unos buenos resultados que lo confirman como uno de los bancos más en forma de todo el planeta, no tiene justificación alguna. Como tampoco que Telefónica y/o el BBVA pierdan más del 8% sabiendo que buena parte de sus beneficios proceden de fuera de España. Queramos o no esto sigue siendo España, un país muy dado a los extremos que a la mínima de cambio sobrereacciona. Y no sólo en materia bursátil sino en cualquier ámbito de la vida.
Así se explica titulares inquietantes del tono de 'Pánico en la bolsa', 'Esto se hunde', 'Hay que vender todo'…. titulares que no hacen otra cosa que sembrar el desasosiego inversor. Y eso si que resulta desesperante. Porque nunca hay que olvidar que en bolsa cuando alguien vende, otro compra. Y todas las ventas que se han ido sucediendo en la renta variable española han tenido su correspondiente réplica con otras tantas compras. El miedo es libre, sí. Pero también a río revuelto siempre hay ganancia de pescadores. Y en este caso los pescadores han sido los especuladores de turno, que han logrado llevar a los valores cotizados a los precios que querían. Y, encima, llevándose una pasta por delante porque después de haber vendido han vuelto a comprar.
Que el Banco Santander se deje en el camino un 10% en una sola sesión, además precisamente el día que presenta unos buenos resultados que lo confirman como uno de los bancos más en forma de todo el planeta, no tiene justificación alguna. Como tampoco que Telefónica y/o el BBVA pierdan más del 8% sabiendo que buena parte de sus beneficios proceden de fuera de España. Queramos o no esto sigue siendo España, un país muy dado a los extremos que a la mínima de cambio sobrereacciona. Y no sólo en materia bursátil sino en cualquier ámbito de la vida.
Así se explica titulares inquietantes del tono de 'Pánico en la bolsa', 'Esto se hunde', 'Hay que vender todo'…. titulares que no hacen otra cosa que sembrar el desasosiego inversor. Y eso si que resulta desesperante. Porque nunca hay que olvidar que en bolsa cuando alguien vende, otro compra. Y todas las ventas que se han ido sucediendo en la renta variable española han tenido su correspondiente réplica con otras tantas compras. El miedo es libre, sí. Pero también a río revuelto siempre hay ganancia de pescadores. Y en este caso los pescadores han sido los especuladores de turno, que han logrado llevar a los valores cotizados a los precios que querían. Y, encima, llevándose una pasta por delante porque después de haber vendido han vuelto a comprar.
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