¿Qué no se hubiera dicho si proyectos como el anunciado este viernes por La Caixa y Enrique Bañuelos o Eurovegas se hubieran planteado en la Comunitat Valenciana?
VALENCIA. En el pecado nos va la penitencia. Qué remedio. Los años de megalomanía temática nos han costado a todos los valencianos, incluido usted, ya no solo muchos millones de euros sino también, y eso no se puede cuantificar monetariamente, un lastre en la imagen como territorio y socialmente como comunidad que veremos cuándo somos capaces de quitarnos de encima.

Así, si la BBC tiene que hablar de aeropuertos sin aviones en España, se va a Castellón y graba un extenso documental. Y si el Frankfurter Allgemeine tiene que poner un ejemplo de cómo los españoles nos gastamos los ahorros de los alemanes, pone una foto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Y si hay que explicar a los noruegos que nos hemos comportado como nuevos ricos, una buena foto del Gran Premio de Fórmula 1 en el Puerto de Valencia, con sus yates y sus botellas de Möet Chandon, puede ser ideal para abrir una página del Aftenposten. Un no parar que ha convertido en noticia en la prensa local que somos noticia en la prensa extranjera.
¿Solo en la extranjera? Usted sabe que no. Porque regularmente algún periódico a tiro de AVE (o de Euromed) descubre que tenemos un parque temático que hemos tenido que malvender después de enterrar millones de euros en él para que no nos siga costando un riñón o que en algún momento pagamos a precio de milla de oro una maqueta de poliespán de unos rascacielos imposibles. ¡Si hasta pensamos en organizar unos juegos olímpicos europeos!
En este linchamiento general a la Comunitat Valenciana no participan de forma exclusiva los medios de comunicación. Políticos de todos los pelajes han aprovechado cualquier resquicio para marcar distancias. "No haremos como han hecho en Valencia", dijo uno de ellos refiriéndose a no recuerdo qué. Si hasta el ya exgobernador dle Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, dijo de una de nuestras cajas de ahorros que era "lo peor de lo peor".
¿Fuimos lo peor de lo peor? Quizá. Pero esta transformación de la Comunitat Valenciana en un punching ball parece haberse convertido en la excusa perfecta para señalar la paja en el ojo de los valencianos y obviar la viga en el propio. Y si la Generalitat Valenciana reconoce que está negociando con un inversor la construcción de un parque temático de Ferrari, media España se ve libre de pecado para coger arrojar la primera piedra.
Es posible que no les falte razón. Tenemos demasiado recientes grandes proyectos ruinosos, al tiempo que parece que la época de los parques temáticos y de las inversiones multimillonarias quedaron atrás dejando una huella demasiado profunda. Las voces que piden una mayor reflexión sobre un modelo productivo capaz de, a medio plazo, dar empleo a los millones de parados de España huyen precisamente de esta tendencia.

Pero esas críticas y ese debate sobre el futuro parece que no se dan en otras partes del país. Así, los gobiernos autonómicos de Madrid y Catalunya pueden haber estado peleándose por el megacasino conocido como Eurovegas, sin escatimar dinero público para convencer a su peculiar promotor, Sheldon Adelson. ¿Cuánto dinero? Pues no se sabe.
Y cuando este viernes el Govern de Artur Mas cedió el Palau de la Generalitat para que La Caixa y Veremonte, la empresa de Enrique Bañuelos, presentaran Barcelona World, un megaproyecto de ocio con hoteles, campos de golf y centros comerciales, pese al déjà vu a la gran burbuja inmobiliaria, el consenso fue generalizado. ¡Qué gran inversión!
Es en este momento en el que cabe preguntarse qué no se hubiera dicho si alguno de estos dos proyectos -que el tiempo pondrá en su sitio, para bien o para mal- se hubieran planteado en la Comunitat Valenciana. Quizá yo mismo hubiera sido el primero en plantear mis dudas. Posiblemente porque determinadas cosas no son mejores ni peores por el lugar en el que se hacen, sino por la filosofía económica y de tejido industrial que tienen detrás.
Y de la misma forma que no comparto esa corriente de opinión que pide que los valencianos nos dejemos de flagelar, pretendiendo esconder nuestras vergüenzas, me sorprende la falta de espíritu crítico (autocrítico más bien) cuando en otros territorios comenten nuestros pecados. Entre otras cosas porque ese chovinismo social ya lo padecimos los valencianos. Y de aquellos polvos, este barrizal.