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La fiebre del vino en China, otra historia de éxito

Publicado: 28/12/2025 ·06:00
Actualizado: 28/12/2025 · 06:00
  • Cata de vino en china.
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Hace un par de meses avancé en esta columna que la maravillosa historia del vino en China merecía ser objeto de cariñosa atención. Este momento navideño en el que además de la familia eterna, de las maratonianas celebraciones sociales, de las reuniones de amigos vamos a intentar poder disfrutar de cierto descanso hedonista, es propicio para este evocador relato. 

Empecemos por los datos actuales que muchas veces no solo no se conocen si no que sorprenden a propios y a ajenos. En el eficaz estudio sobre “El Mercado de Vino en China” del año 2024 llevado a cabo a instancias del ICEX con la supervisión autorizada de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Pekín, se refleja una información contundente y veraz. En primer lugar, la superficie cultivada de viñedos es de 756.000 hectáreas lo que coloca a China en el tercer puesto mundial en superficie de viñedos. Por otro lado, la producción se sitúa ya en los 320 millones de litros lo que implica que ocupa la 15ª posición en producción vinícola del planeta. Esta diferencia entre la superficie cultivada y una producción proporcionalmente muy inferior, se explica por el hecho que una gran parte de los terrenos cultivados se destina para la producción de uvas de mesa lo que impacta muy negativamente en la disponibilidad de uvas destinadas a la elaboración del vino. Hay que tener igualmente en cuenta que el mercado chino de vino está afectado por una gran dependencia de importadores tradicionales. En primer lugar, Francia, luego Australia, Chile (por beneficiarse de unos aranceles muy ventajosos), seguidos de Italia y España en ese orden.  Así China se ha convertido en la actualidad en el quinto consumidor global. Además, hay que añadir que el vino tinto es el producto rey y preferido por los chinos. Estas preferencias se van tenuemente deslizando a productos de mayor calidad y con un valor añadido superior o con las llamadas características distintivas. 

Resulta evidente que esa nueva clase media china, que se eleva a cerca de 500 millones de personas junto con los gustos más sofisticados de las nuevas generaciones de chinos está impactando en el consumo propiciando una demanda de mayor calidad que alcanza nuevas variedades de vino, nuevos estilos y precios dispares. Geográficamente, las poblaciones de segundo y tercer nivel están a su vez incorporando el vino como un elemento relevante de nuevos estilos de vida. 

  • Imagen de archivo. -

¿Cómo se ha llegado a este punto? Desde el arranque de la civilización china, hace prácticamente 3.000 años, se desarrolló su muy singular relación con la fermentación, pero no con la uva sino con productos diferentes como el sorgo, los granos de arroz o el trigo. Este producto se denominaba baijiu (que significa literalmente, “licor blanco”) y era un bebedizo marcadamente social y con un componente ritual elevado. En efecto, se recurría al baijiu con ocasión de festividades agrarias, ceremonias en el ámbito de la corte imperial y en los casos de sacrificios ancestrales. Tenía dos dimensiones claras: en primer lugar, permitía la comunión espiritual con los otros; y simultáneamente era una forma de poder ubicar a las personas en la jerarquía social. Estos licores permitían la conexión con los antepasados que es vital en la cultura china. De esta forma también queda acreditada que la afición por el alcohol ya formaba parte del entorno social y por lo tanto contribuyó a la rápida expansión del consumo de vino que encontró un terreno especialmente fértil para ello. Grandes figuras de la historia china ilustran esta querencia a la barra. Para empezar el más grande (por su imparable inclinación a la disipación y el desenfrenado goce de la vida) poeta de la Dinastía Tang del siglo VIII, el memorable Li Bai. No solo era famoso por una poesía creativa y delicada si no también por su gran afición etílica. De hecho, cuenta la leyenda (no corroborada) que Li Bai murió ahogado tras caer por la borda de un barco al intentar abrazar la luna llena que estaba reflejada en el río. Por lo tanto, cabe concluir que seguramente Li Bai estaba tan borracho de licor de arroz como de poesía. La nomenclatura del partido comunista generalmente ha optado por el baijiu y concretamente por el Maotai de Guizhou que se convirtió en símbolo del banquete chino. Mao era especialmente aficionado. Y en este punto Zhou Enlai, por una vez, lo secundaba. De hecho, se cuenta que en una cena de estado Zhou Enlai, que mantuvo en todo momento la compostura, logró literalmente tumbar al primer ministro japonés Tanaka tras la ingestión por este último de 10 copas de Maotai consiguiendo de esta forma una ventaja en una controversia diplomática que tenían pendientes entre China y Japón.

  • Una bodega del Grupo Marqués del Atrio. -

Sin embargo, la hegemonía total del baijiu se fue poniendo en entredicho a partir del siglo XX. Es cierto que le cultivo de la vid para la elaboración del vino en algunas zonas de china como Shandong arranca con los monjes italianos que establecieron misiones católicas en China desde la dinastía Ming (1368-1644), pero es en el siglo XX con la presencia colonial occidental en algunos enclaves estratégicos como Shanghai, Hong Kong, Tianjin que se expande rápidamente. Y concretamente en los años 80, bajo la batuta del pequeño timonel, Deng Xiaoping que es el verdadero configurador de la China actual, el mercado se beneficia de una apertura a vinos extranjeros provenientes de viejo mundo, Francia, Italia y España y también del nuevo mundo como Australia, Sudáfrica o Chile. El consumo de vino conecta directamente con el progreso, con los gustos caros y sofisticados, con la modernidad y con el prestigio social. De esta forma en la primera década del siglo XXI, gracias al dinamismo económico unido a la apertura al turismo de China, la demanda se acelera convirtiéndose el vino en el máximo exponente de triunfo profesional, exquisitez y  estatus social. En este sentido el vino se transforma igualmente en un símbolo aspiracional. Esta fiebre del vino, la experimenté en mis años de China del 2014 al 2018. Así el consumo del vino, en especial el vino tinto, tiene mucho con que ver con la buena suerte, la bonanza económica y la prosperidad. Sobre todo, por la simbología aparejada al color rojo que ya he tratado en esta columna: es el color de los buenos augurios, de la buena suerte, de las fiestas, de la pasión. Y se convierte en el objeto de regalos corporativos de alga gama para encuentros diplomáticos y empresariales. Tiene una gran fuerza positiva. A su vez se van produciendo cambios en los usos y costumbres y, como sucedió en España, la nueva clase urbana va generando sus lugares de esparcimiento, de disfrute, sus encuentros sociales e institucionales que hacen que el vino se incorpore como un elemento indispensable de la nueva vida social. Por otro lado, el vino blanco también empieza a ser aceptado en determinados ámbitos urbanos. 

Es cierto que el aumento del consumo de vino proviene esencialmente de las importaciones que en el año 2024 se incrementaron en cerca de un 40% respecto al año 2023. De hecho, la cantidad total de importaciones de vino para el 2024 fueron 283 millones de litros esencialmente provenientes de Francia, Australia, Chile, Italia y, en menor medida España con unos mejorables 14 millones de litros importados. También la industria nacional se ha fortalecido esencialmente en las principales regiones productoras: Ningxia que es la zona más sobresaliente (con sus noches frías, clima semi árido y suelos diversos con grava y arenosas) junto con Shandong ubicada en la  costa con bodegas grandes y destacadas. También cabe mencionar la zona del noroeste de China de Xinjiang y la bellísima Yunan con sus climas singulares. 

  • Uvas en viñedo de Marqués de Atrio. -

Por todo lo anterior, solo cabe concluir que estamos asistiendo a una eclosión de la cultura del vino en China caracterizada por una provechosa mezcla de la tradición y la modernidad. En efecto, por un lado, la tradición fermentadora milenaria, junto con el apego a las celebraciones y al banquete, al gusto por los símbolos y la cultura del regalo. Y por otro, la influencia occidental en la elaboración del vino, el alcance global, la importancia de la tecnología y el apoyo decidido de la administración. Estas circunstancias han hecho que el vino haya pasado a formar parte de la realidad actual de China en sus vertientes económicas y sociales. En la actualidad China está alcanzando cotas de calidad notables en algunos de sus mejores exponentes vitícolas. Sin embargo, sus precios son todavía demasiado altos para resultar competitivos. No obstante, su capacidad de absorción de los productos importados va aumentando. En este sentido, la Comunidad Valenciana está bien posicionada si enfoca sus esfuerzos en un producto medio alto en el que prime la relación calidad/precio y consiga posicionarse como una marca que refleje lo anterior. Ahí está la clave. Es cierto que no es sencillo, pero entiendo que vale la pena intentarlo porque tenemos la capacidad y calidad para ello. Y el posible acceso a un mercado muy atractivo y complejo. 

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