Opinión

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La mentira ayuda a la evolución

Publicado: 06/08/2025 ·06:00
Actualizado: 06/08/2025 · 06:00
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Afirmaba David Livingstone, director del Instituto de Ciencias Cognitivas y Psicología Evolutiva de la Universidad de Nueva Inglaterra (EEUU) que cualquier persona que no sea capaz de mentir está en clara desventaja y tiene todas las papeletas para convertirse en un marginado social.

Así, defendía, si no existiera la mentira la vida social entraría en colapso, ella gira en torno a la misma. La paradoja es que todos queremos ser libres para mentir pero ninguno ser víctima de las mentiras. En ocasiones los mentirosos suelen ganar sobre los honestos porque se consiguen más beneficios y la evolución los premia.

Para la naturaleza humana el uso del engaño es en ocasiones más adecuado que la honestidad para mantener el orden evolutivo. Mentimos de forma espontánea al igual que respiramos. No solo son los humanos, otras especies animales lo hacen y les sirve para defenderse.

Hay investigaciones como las de Richard Byrne y Andrew Whiten de monos que muestran la actitud al engaño como el chimpancé que esconde la comida para que los otros no lo sepan, y deducen que eso les desarrollaba la inteligencia. Ambos autores son los que teorizaron sobre la inteligencia maquiavélica. Y el discurso oficial nos dice que hay que ser honestos pero en la practica resulta un comportamiento hipócrita.

La aportación de la cultura trata precisamente de luchar contra esa tendencia y la califica de inmoral. Pero aun así en los sistemas constitucionales se acepta que uno mienta si eso sirve para obviar ser tachado de culpable. Forma parte del comportamiento político utilizar medias verdades, no proporcionar la información adecuada para conservar el poder o también para que las sociedades no se desestabilicen.

La razón de Estado ha estado vigente en las relaciones internacionales a partir del siglo XVI y con ella se permitía por un bien superior obviar los principios éticos. Ahí están las obras de Maquiavelo: El Príncipe y Discurso sobre la primera época de Tito Livio publicadas en 1531 y 1532. Y ya a en 1589 Giovani Botero la desarrolla como doctrina política en Della Ragion di Stato para defender la fuerza del estado. Aquello atribuido a Napoleón de que el fin justifica los medios sirve para defender la supervivencia de una nación que se considera un bien superior a cualquier principio moral, y de esa manera se ha justificado el crimen de estado, todavía practicado.

Todo ello no es una manera de ensalzar la mentira. Y es normal que los códigos penales la castiguen si se descubre. La cultura también contribuye a la evolución. Pero la naturaleza humana tiene caminos diversificados para subsistir y sobre todo en la guerra: los aliados engañaron a los alemanes en la II Guerra Mundial para despistar del desembarco de Normandía.

Ya un filósofo valenciano Miguel Catalán escribió un excelente libro Antropología de la mentira (taller Mario Muchnik, Madrid, 2005): “cómo los hombres a partir de una naturaleza ya considerablemente mendaz aprendieron a perfeccionar un arte (el de la mentira) que en principio le sirvió para prosperar frente a los demás seres vivos” (pg. 303). Por ahí debió ir el discurso de la ministra si quería justificarla.

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