Opinión

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Al otro lado de la colina

La prevención no es una opción

Publicado: 30/08/2025 ·06:00
Actualizado: 30/08/2025 · 06:00
  • Una grúa recoge los coches dañados por la Dana.
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Algunos pensaran, gracias a nuestro sabio, aunque hoy en día políticamente incorrecto refranero, que claro “a toro pasado, todos somos Manolete”, y eso del “ya lo dijimos” (en la prevención en situaciones de crisis o emergencias) queda muy, pero que muy mal, pero como escribía (perdón por la auto cita) en un diario del Cap i Casal en junio del 2024, “el éxito en la resolución de las emergencias y crisis en el ámbito de… y la protección civil se debe basar en las tres P, prevención, planeamiento y preparación”, lo que la sabiduría popular traduce en “los incendios se apagan en invierno”; y aquí en Valencia, con la gota fría acechando en días o como mucho alguna semana que otra, creo que los deberes no se han hecho del todo.

Y siento mucho hacer este artículo, por aquello de lo injusto que es generalizar, pues alguno de los máximos responsables operativos de la cosa pública de la que tratamos no se lo merece; pero ya se sabe como la burrocracia y partitocracia les puede influir, atenazar o confundir, y nos puede explicar, en parte, la preocupante situación en que nos encontramos, respecto a la prevención de las emergencias. Estas crisis son muy variadas, pueden ser por eventos meteorológicos como altas temperaturas, nevadas, vientos huracanados, inundaciones por rotura de presas, DANAs antaño gotas fría, etcétera, o también incendios forestales, o eventos geológicos como aludes, desplazamientos y movimientos de terrenos, terremotos, volcanes, o incluso eventos por meteorología espacial (meteoritos o llamaradas solares), o riesgos antrópicos, y un largo etcétera, que no sigo citando para no cansarles o apesadumbrarles en exceso.

Pero, como les adelantaba, no solo la burro-partitocracia nos puede explicar la actual situación, sino por un complejo, y posiblemente endiablado sistema de emergencias. En el que, fatalmente por culpa de la gota fría del 29 de octubre de 2024, hemos oído nombrar, un sin fin de organismos, entidades, administraciones, etcétera, implicadas, Agencia Estatal Meteorológica (AEMET), Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) y un sinfín de entes.

Porque en este sistema existe por una parte una estructura territorial específica descentralizada que debe trabajar en paralelo a una orgánica desconcentrada funcionalmente inespecífica. Ya ven como en el simple plano teórico suena complicado, y cuanto más les explique, peor. Pues como nos acaba de recordar en una entrevista televisiva el General Juan Montenegro, uno de los fundadores de la UME "El sistema ha fallado en el momento en el que se quema un pueblo”. Porque desde luego, que el principal y gran esperado, en cualquier crisis, recurso de un sistema “descentralizado” de protección “civil”, sea una unidad de la administración “central” y de carácter “militar”, ya evidencia ciertas disfunciones, expresándolo suavemente.

Esa estructura pública descentralizada, que específicamente se dedica a las emergencias, se divide orgánicamente entre las tres administraciones, local, autonómica y nacional, pero ojo, cada una tiene su propia organización de diferente nivel, forma o denominación; que además pueden funcionar o no, de forma conjunta dependiendo del nivel de emergencia, que aproximadamente y de forma periodística es, nivel 1 local, nivel 2 autonómico y nivel 3 nacional, además del Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea, que sería una estructura supranacional a añadir al sistema.

Pero, es que también, además del plano orgánico en el funcional, su gradual puesta en marcha (subir de nivel) es en parte aleatoria, o cuanto menos subjetiva en función de la sensibilidad del político responsable. Porque piensen que a la hora de funcionar cada una de las 17 autonomías trabaja con sus propias normas, protocolos y planes que deben coordinarse entre sí y con la Administración General del Estado. Estos protocolos y planes deben coordinarse también con los más de los 8000 planes locales de emergencias que existen o deberían existir.

Y por si era poca la complejidad de éste sistema descentralizado, que evidentemente exige una gran coordinación administrativa entre las autoridades nacionales, autonómicas y locales, que deben actuar como un mismo equipo, observamos (como democracia que somos) que es inevitable que todas esas autoridades sean desde el punto de vista político competidoras (algunos dirían que incluso a veces actúan como enemigas) por lo que los enfrentamientos y mal funcionamiento, en este caso, están asegurados, en detrimento de la operatividad y eficacia del sistema.

Esta manera de funcionar podría derivar en cierto grado de paranoia, al actuar a la vez como socio y competidor. Es así que, cuando la petición de declaración de Emergencia de Interés Nacional (según el artículo 29 de la ley 17/2015 del Sistema Nacional de Protección Civil) es optativa o alternativa entre el ministro del Interior o la Autonomía afectada, la trampa-bucle diabólico está servido, sobre todo cuando los gobiernos son de diferentes partidos políticos, y no están a la altura de las circunstancias.

Pero, todavía aún hay más, como les adelantaba, el anterior y complejo sistema descentralizado debe actuar en paralelo con otro sistema no orgánico, desconcentrado funcionalmente y que no es específicamente de emergencias, que le apoya y asesora (según la normativa) y qué se integra a través del CECOPI en el Comité Asesor del mismo, de composición variable en función del tipo de emergencia que sea (Decreto 119/2013, del Consell, sobre el Plan Territorial de Emergencia de la C.V.), cómo dirían los gallegos, puede que sí, puede que no; y este factor es otra variable subjetiva/aleatoria, que deriva en un fatal relativismo funcional y de responsabilidades.
 

Esta estructura que apoya y asesora al órgano de dirección es fundamental para tener toda la información necesaria a la hora de decidir la forma de actuar, la necesaria detección y alerta temprana, que tanto se hecho de menos aquel 29 de octubre. Además, como he dicho la composición es variable en función de la emergencia si es climatológica sería el AEMET el que se incorporaría al comité, si es geológica sería el Instituto Geológico y Minero de España, si es hidrológica de aguas interiores/continentales se integrarían las Confederaciones Hidrográficas, si son aguas abiertas/mares/océanos el instituto Español de Ocenografía o la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima, si el evento es vulcanológico el el instituto Geográfico Nacional (departamento de vulcanología y red sísmica Nacional), si es de orden y seguridad, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, e incluso las Fuerzas Armadas, si el problema fuera sanitario dependerá de la Agencia Estatal de Salud Publica, pero también de la sanidad autonómica e incluso la Agencia Española de Medicamentos……, etc. 

Como pueden observar los anteriores entes y organismos dependen de diferentes administraciones, unos dependen de la administración autonómica otros dependen de la administración general del Estado, otros del sector público institucional, es decir, todo un galimatías difícil de gestionar, que supera en problemática al mismísimo “nudo gordiano”; y que exige, debería ser obligatorio, trabajar por anticipado, y prepararse y prevenir lo que pueda traer la próxima Gota Fría.

Toda esta reflexión me surgió este mes de agosto, el día nueve en concreto, cuando vi una noticia en Valencia Plaza en la que, hablando en futuro además, la Generalitat formará a personal local en primeros auxilios y coordinación para poder dar una respuesta inmediata en los municipios en caso de emergencia. Alucinante, que cuando ya habían pasado más de nueve meses de aquel terrorífico 29 de octubre, nos ponemos a formar al primer escalón de las emergencias, el local. Por otra parte, recordemos cómo los alcaldes y sus ayuntamientos en el tema de responsabilidades parece que se están yendo bastante de rositas en las críticas mediáticas, porque tienen su responsabilidad, la primera, pues están “a pie de obra”.

Otro factor que sorprende de la noticia, ¿alguien ha dado un golpe en la mesa? , es que implícitamente el Vicepresidente 2º ha desautorizado al Conseller de Emergencia, pues ha sido la vicepresidencia segunda y conselleria de recuperación económica y social la que ha convocado esa formación, desplazando a la conselleria de emergencias de su ámbito, dado que en emergencias existe un Instituto, el IVASPE, para formar en emergencias, protección civil y seguridad pública, por lo que ya tenemos otro agujero negro de coordinación …

Como epílogo solo quisiera hacerles las siguientes preguntas a los ciudadanos de zonas inundables, costeras, aguas abajo de una presa, o lindando con masas forestales..., ¿les han informado de cuales son las vías de evacuación o formas de autoprotección, en caso de un evento adverso o catastrófico?, ¿han visto actuar en ejercicios de adiestramiento y prevención a todos los anteriores entes y órganos citados?, o ¿han escuchado a través de la megafonía de su municipio (esa que se usa para los bandos) realizar simulacros de alerta temprana?, etcétera; si la respuesta es negativa, les están dejando, en parte, a su suerte (que triste sería después de lo que ha pasado), es hora de la autoprotección y auto responsabilidad (algunos dirán que casi del sálvese el que pueda)

Yo les aconsejaría, usando la formación de los reclutas en la mili, dado que el servicio militar, gracias a los rusos, está otra vez de moda, utilizar la cuádruple pregunta de a dónde, por dónde, cuándo y cómo. A saber; 1º, a dónde debo acudir en caso de sufrir un evento catastrófico (permanecer en casa, subir a pisos superiores, habitaciones interiores, o a puntos de evacuación pública); 2º, por dónde, cuales son las calles o carreteras menos peligrosas para evacuar mi localidad o como salir del domicilio en el caso de que la puerta esté inutilizada, etcétera; 3º, cuándo actuar, este es uno de los factores más decisivos pues requiere de una información que se debe transformar en inteligencia para que sea útil, y que se hecho en falta el 29-O; y 4º, cómo actuar, saber de los recursos, medios y apoyos que disponemos, en función de cada situación personal, sean personas mayores, o con movilidad reducida, familia con niños pequeños, etcétera.

Ya ven, un gran galimatías, un sistema diseñado para que en caso de que falle (demasiadas veces) no existan responsables claros, o sean demasiados (que es lo mismo), como ocurrió este 29 de octubre pasado, y que ya nos pasó en la Pantaná de Tous de 1982, y que parece exigir casi otro Alejandro Magno para que resuelva este nudo gordiano, porque la prevención no es una opción, es una obligación.

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