Es imposible sustraerse al ambiente social generado día a día a raíz de las informaciones que se facilitan relacionadas con la Dana y su gestión. Por ello, creo justo haber defendido que el saldo generado por este desastre sólo alcanzará la debida compensación cuando se reconozca una errónea gestión y se produzca la desaparición en silencio de todos y cada uno de los responsables que tuvieron competencia en uno u otro aspecto y momento de la Dana; ni el horizonte europeo puede dejar a salvo de esta responsabilidad a la que fue nuestra Sra. Vicepresidenta.
El daño ha sido tan inmenso que acompañará a miles de personas durante toda su vida; por ello, cualquier error en la gestión solo pueden tener un efecto para dejar a salvo la dignidad personal y la responsabilidad social. Así pues, Sr. Mazón, su dimisión es obligada y, más aún, espero que tenga un efecto terapéutico en el conjunto de personas que participaron de la gestión de lo que debieran haber sido las oportunas alertas. Su dimisión sólo debería ser la primera; otras han de seguirla. Pero parece que eso no se producirá hasta que la jueza que instruye el caso, señale responsabilidades y responsables. Pero insisto, la suya, Sr. Mazón es inevitable porque las muertes tienen un peso específico insoportable y su imprevisión al organizar su agenda, alcanzó dimensiones desconocidas, fuera de toda lógica.
¿Se dan cuenta los integrantes del CECOPI de lo que supone leer en prensa que "del barranco del Poyo no se habló en toda la tarde”? Ya tardan. Sr. Mazón, abra la marcha. Pero antes de irse, explique con claridad y con verdad cómo fue posible no hablar "en toda la tarde del barranco del Poyo”.
¿Alguien puede garantizar que nunca más se producirá otro desastre como el que están padeciendo nuestras gentes? Creo que nadie se hará responsable de dar esta garantía. Se han limpiado las calles, se ha restablecido la alta velocidad, se reaperturan los grandes centros comerciales y se reconstruirán los puentes, pero dudo que seamos tan responsables como para urgir un proyecto que reorganice los distintos elementos del territorio y haga posible minimizar los riesgos en el futuro. Es claro: el partido que no urja la solución, consentirá un nuevo desastre. Por eso, una vez más, vuelvo a repetir que ante los fenómenos naturales temo sobre todo a nuestros propios errores. ¿No es acaso un grave error no haber previsto una solución para un fenómeno natural que ya había sucedido y de cuya peligrosidad estábamos advertidos? Es necesario poner manos a la obra, hacer posible que la razón y la técnica conformen una alternativa a un desastre que no sabemos cuándo se producirá, pero que en un futuro más o menos próximo se volverá a padecer.
Mal año para los sofistas, los escépticos, los seguidores de Maquiavelo, los progresistas, los charlatanes, los desocupados, los conservadores, los jaleadores, los autodidáctos y, sobre todo, para los ciudadanos.