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Opinión: SeriesYonkis y la vergüenza pirata

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VALENCIA. SeriesYonkis es la página número 51 por volumen de visitas en España, según el ranking Alexa.com. Esto quiere decir tanto como que la piratería es una vía para saciarse de un bien de gran consumo. Un acceso generalizado al mundo de las ideas, la información y el entretenimiento, saltando por encima de sus creadores, mostrando una inquietud totalmente ajena a las prioridades del favor económico gubernamental (ese IVA, tío... ese IVA). Pura convulsión de intereses, vaya.

En nuestros círculos próximos nos pirra hablar de series. '¿Has visto The Wire?, pues ojo, que no eres nadie'. De pelis también hablamos bastante, salvo que sea cine español y se sostenga una cartera ministerial en el gobierno Rajoy. Entonces no, ya lo tenemos clarinete. Pero en referencia al resto de los íberos me pregunto: ¿cómo hemos llegado hasta ellas? ¿Hablamos sobre el modo por el cual las consumimos? Y, sobre todo, ¿está en nuestros genes el amor por la siesta y lo gratuito?

Reconozco que, en lo personal, este consumo del audiovisual ha dado un giro desde hace poco más de un año y medio. Tanto es así que el servicio por el que pago una cantidad más que razonable al mes, se ha convertido casi en un lobby de mi consumo: si lo tiene, lo veo; que no lo tiene... me duele acceder a ello a través de los subterfugios establecidos. Con la música, lo mismo, con otro pago domiciliado. Y tan rebien.

Porque es toda una curiosidad social que, existiendo servicios de Internet colectivo como existen, a razón de 9 y hasta 12 euros para fincas de vecinos y puntos rurales (googleen, hamijos), muchos de los mortales sigan apoquinando sus 40, 50 o 60 euros por la línea ADSL de turno. Sí, la del operador tan amable que nos atiende cálida y sosegadamente cuando el aparatillo no funciona. Y allí que van los euros, descuidando esa parte proporcional del pago a un surtido de contenidos que, Internet + el operador de contenidos a convenir, viene a salir por el mismo importe. Unos ponen el cable, otros las ideas. Cosas, cosas.

Y vengo a referirme a este asunto porque los enlaces ubicados en SeriesYonkis para las descargas de contenidos -en su práctica totalidad creados por seres vivos que (ay) pretendían recuperar la inversión y ganarse el kebab de cada día con su OBRA- se apagaron desde el viernes -cuentan- hasta el pasado domingo -drama-. ¡Precisamente en domingo!, con el consumo de pijama, palomitas y desidia social en su punto álgido de la semana. Y cómo no, llegaron las reacciones a semejante vacío existencial (por miles de miles en las redes sociales):

"q pasa con seriesyonkis? Me pasa a mi solo o no furula?"

"Los capullos de #seriesyonkis han puesto un filtro de pago en los enlaces de streaming, ¿alguien me pasa una página alternativa?"

"Series yonkis me ha jodido bien jodida"

"Seriesyonkis cierra. Anda y que se vayan a cagar los gobiernos con sus putas leyes de protección intelectual. Va a ver series su puta madre"

 "Gracias al Partido Popular y a la SGAE, ya no podremos bajarnos películas de SeriesYonkis"

Bueno, a este nivel.

Partiendo del último tuit (tratando de olvidar el uso aleatorio de la coma en el enunciado y en la vida), esta es la sensación más agria en torno al asunto. El agradecimiento con el modo irónico on llega para aquellos ‘culpables' de la pérdida del portal. Los que facilitan el acceso son, por el contrario, los profestas, los elegidos, los buenos: "confío en los hackers. Si tuvieran un partido político les votaría". Veo que el mensaje del out of control gonvernment, del caos anárquico de Anonymous, no ha calado. SeriesYonkis, o sea, Burn Media S.L., bendecidos por el pueblo.

Por no citar a las habituales fuentes de la industria del cine o la música, que parecen maldecidas para hablar del asunto -aquí toca que todos asuman su parte de culpa-, recupero una frase de Paco Gisbert, jefe de redacción de la longeva revista erótica Primera Línea, que hace unos días me explicaba: "la producción de porno en España es un páramo. En Estados Unidos hay una industria porque la gente está acostumbrada a pagar por lo que alguien ha creado". Y esa es la causa por el todo, además de ser el único motivo por el cual SeriesYonkis ha tenido cero, cien o mil millones de visitas: alguien ideando, escribiendo, planificando, maquillando, sonorizando, filmando, montando, distribuyendo, promocionando, exhibiendo... El todopoderoso era (ay) el que creaba, el que bendecía al destino con su obra, a veces repugnante, a veces mediocre, a veces True Detective. Qué sé yo. El bueno es este y es inquietante, preocupante, vergonzante, jodido al fin y al cabo, comprobar cómo los medios de comunicación no hemos aportado lo mínimo y necesario para descriminalizar al AUTOR y señalar a los que con SeriesYonkis han creado un pensamiento monstruoso y -'ajolá' me equivoque- generalizado. Mea culpa, pues.

Porque a estas alturas de la película, con la oferta tal y como está, las plataformas tal y como se disponen y el cabreo general con el establishment -¡Indignaos, leñe!- ¿quiénes son los malos, queridos? ¿Quiénes? Hacer apología de SeriesYonkis y sus sucedáneos es cuestión de vergüenza pirata porque, no lo niego, a veces me autoengaño y decido que me conviene adelantarme a los tiempos y conseguir una descarguita. Sin embargo, nunca, jamás incluso, puedo ponerme a ondear la bandera de la victoria, sacar las lentejuelas de la lujuria online y decir en público que robo, que agredo, que me río del que me da placer. O no me lo da, es igual, pero me brinda la oportunidad de echar el rato, de menear el seso, de poder decir: '¿Has visto The Wire?, pues ojo, que no eres nadie'. Y le robo, YO, pero no me subo el faldón y sacudo al personal con la desfachatez, con mi acto sobre su acto, pervirtiendo el concepto de quién es el que da y quién el que quita.

Porque, queridos todos, la piratería es una cuestión de valores y robar es una maldad traviesa que se comete a veces por la necesidad -sálvese la parte- y a veces por que Rousseau estaba muy equivocado. Al final de la escapada, lo que sé es que con esa actitud mostramos lo pobremente cívicos que somos, como no a la cabeza mundial de la falta de respeto por quien crea. Y genera distancia, aquí y fuera, rechazo y, en mi caso particular -y era lo que venía a deciros-, pena.

Por cierto, ¿habéis visto The Wire?

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