VALENCIA. En sólo dos semanas (en sólo unos días, a decir verdad), los votantes de los partidos de izquierda han pasado del entusiasmo al nerviosismo y la histeria. Los responsables de ello son, obviamente, los dirigentes de estos partidos y su manera de llevar (o no llevar) las negociaciones para establecer pactos, que evidencia los desacuerdos y potencia una estrategia totalmente volcada en los impactos mediáticos y la escenificación de determinadas actitudes en los medios de comunicación. Una escenificación que, muy a menudo, sugiere justo lo contrario de lo que realmente se está haciendo, o se pretende
Todo ello, intensificado por la multiplicidad de mensajes, comentarios, opiniones, noticias y rumores que nos llegan a través de muy diversas vías, provoca un cóctel potencialmente explosivo para el sufrido votante. Y mayor conforme más implicado esté políticamente, porque eso le hará consumir más informaciones. Más rumores, comentarios y opiniones que asimilar. Más sufrimiento, en resumen. Así que, por mi parte, les ofrezco mis disculpas por adelantado a propósito de la parte de sufrimiento (espero que pequeña) que pueda producirles con este artículo.
La protagonista indiscutible de la semana ha sido, de nuevo, Mónica Oltra. La candidata de Compromís ha continuado haciendo lo mismo que en la semana anterior: una tournée inacabable de apariciones en medios de comunicación, diseminando mensajes dirigidos a fortalecer su posición en un eventual pacto con el PSPV, o bien a preparar el terreno, si dicho pacto no se produce, para dejar al PSPV en posición desventajosa: como el partido que se "empeñaba" en exigir la presidencia y acabó pactando con Ciudadanos, un partido conservador, con tal de preservarla, mientras Oltra sólo quería hablar del ‘qué'.
Por su parte, Ximo Puig marcó su territorio desde el primer día (el más votado pone al presidente de la Generalitat), en la misma noche electoral. Una estrategia que ha sido muy criticada... por parte de Compromís y Podemos, sobre todo. Pero que ha contribuido a crear la poderosa corriente de opinión que considera que -como ocurre casi siempre- el líder del partido más votado ha de ser también quien lidere la coalición.
Frente a esta posición de partida del PSPV la estrategia de dilación, llevada a cabo con maestría por parte de Mónica Oltra, puede prolongarse, como ella misma ha dicho, mucho más allá del día 11, cuando se constituyan los ayuntamientos y la mesa de Les Corts. El paso del tiempo, piensa Oltra, favorece su posición. Quizás sea cierto. Pero aun así, la dilación tiene un coste para todos, también para ella. Y en el medio y largo plazo, tal vez Oltra tenga más que perder ahí, precisamente como consecuencia de que su carisma, su credibilidad y su capacidad de arrastre de votantes son sensiblemente mayores que los de los demás candidatos.
Compromís obtuvo 70.000 votos más en las Autonómicas que en las Municipales, mientras que tanto el PP como el PSPV y EU conseguían más votos en las Municipales (el PP 75000 más, el PSPV 115000 y EU 60000 votos más en las elecciones municipales). Podemos no se presentaba como tal; Ciudadanos también tuvo peores resultados en las Municipales (80000 votos menos que en las Autonómicas), pero tal vez aquí se pueda explicar por tratarse de un partido aún con escasa implantación.
Es decir: buena parte del magnífico resultado que ha obtenido Compromís, tal vez la mayor parte, se debe a la figura de Mónica Oltra (no sólo por lograr más votos en su candidatura, sino por el obvio efecto tirón en las municipales). Por eso se puede permitir negociar con considerable independencia respecto de la coalición que encabeza, llegando incluso a establecer por su cuenta pactos futuribles con otros partidos políticos, como es el caso de Podemos para las Generales. Por esa misma razón, sus apariciones mediáticas tienen mucho impacto y condicionan poderosamente la agenda política. Y, finalmente, puede permitirse hacer cosas como estar dos semanas enteras sin reunirse con el que sería su principal socio de gobierno, Ximo Puig.
Pero el caudal de confianza que los ciudadanos han depositado en Oltra no es inagotable; y no parece muy aventurado considerar que muchos de los que votaron a su candidatura no lo hicieron pensando en un escenario como el actual, sino para establecer un pacto de Gobierno viable para desalojar al PP. Y para establecer dicho pacto hay que dialogar. Del ‘qué' y también del ‘quién'.
En resumen: estamos casi como estábamos la semana anterior, aunque con pequeñas mejoras: ha habido ya algunas reuniones para establecer puntos programáticos comunes, y algunos resultados. La sospecha de que estas reuniones tengan más de show mediático que real, o la evidencia de que este tipo de acuerdos podrían haberse establecido con antelación a las elecciones, no puede hacernos eludir lo evidente: es mejor un poco que nada. Sobre todo porque, al igual que hace una semana, y como ya se hizo evidente en la noche electoral, el pacto tripartito de izquierdas, con o sin el concurso en el gobierno de Podemos, es la opción de gobierno más viable y con un mayor refrendo en las urnas.
Y, además, es la opción, con distintas variantes, que vamos a tener en muchos ayuntamientos, entre ellos en casi todos los más poblados de la Comunidad Valenciana. Aquí ya hemos tenido noticias positivas, en particular el acuerdo de investidura (y probablemente también de Gobierno) por el cual Compromís, València en Comú y el PSPV votarán a Joan Ribó como alcalde de la ciudad de Valencia, con independencia de lo que pase en las negociaciones para formar gobierno autonómico.
Se trata, desde mi punto de vista, de una inteligente cesión del PSPV, que permite establecer una tendencia general para los demás municipios en una situación similar (que son muchos), y además escenifica la capacidad de este partido para operar en pro del bien común, alejado de intereses partidistas. Algunos creen que con esto el PSPV cede el cromo del "Coyote" a cambio de nada. Pero, además de las razones aducidas para justificar esta cesión, y que pueden resumirse en que, ante la tesitura entre apoyar a Ribó o tolerar a Barberá, el PSPV no podía ni debía hacer otra cosa, lo cierto es que esta decisión es un palo en las ruedas de la estrategia de Mónica Oltra: es difícil justificar que el alcalde sea siempre o casi siempre el candidato de la opción más votada y que, en cambio, eso mismo no se aplique en las Autonómicas.
La semana que viene ya estaremos hablando de un escenario en el que se habrán constituido los ayuntamientos y la mesa de Les Corts. Un escenario, por tanto, mucho más clarificado que el actual, y sólo perturbado por el otro factor, además de los resultados en sí (que daban legitimidad tanto a Puig como a Oltra para aspirar a la presidencia), que enturbia las negociaciones: la cercanía de las Elecciones Generales, que dificulta el establecimiento de pactos muy visibles para la ciudadanía (en las comunidades autónomas más importantes, como la nuestra) por el efecto que ello pueda tener de cara a las próximas elecciones.
A ello se suma, muy particularmente, la estrategia de Podemos y de Pablo Iglesias por sumar a su candidatura a todos los partidos más o menos afines, con el fin de obtener el mejor resultado posible. El máximo objetivo de Podemos es superar al PSOE en las Generales, para escenificar el sorpasso electoral y convertirse en el nuevo referente de la izquierda. Para ello, Iglesias necesita sumar lo máximo posible, como es obvio, y allí la figura de Oltra y los votos de Compromís son singularmente importantes. De ahí esa enorme generosidad de Iglesias con Mónica Oltra y su apoyo sin fisuras para que alcance la presidencia.
Lo cual, por cierto, nos ubica en el interesante escenario de que Compromís, el partido que encarna el valencianismo político y que ha hecho de su vinculación exclusiva con Valencia y los valencianos, sin obediencias debidas a referentes externos (Madrid o Barcelona), una de sus principales señas distintivas, acabe derivando sus estrategias de las decisiones que toma desde Madrid el líder de otro partido. Una contradicción que, si se consuma con un pacto con Podemos de cara a las Generales, posiblemente genere todo tipo de tensiones.
#PRAYFOR... EL TUIT DE UN SEÑOR DE CIUDADANOS
El viernes por la noche, un señor que casi nadie sabe quién es publicó un tuit políticamente incendiario:
Se trata de Fran Hervías, el secretario de Organización de Ciudadanos. Con este tuit, la estrategia de negociación del PSPV, el plan B (el pacto de investidura con Ciudadanos), queda aparentemente congelado.
La explicación de esta ruptura, desde mi punto de vista, deriva del intento (totalmente legítimo, por supuesto) de Ciudadanos por enseñar músculo y reivindicar que su apoyo al PSPV tiene un coste y no es incondicional. Algo, por lo demás, evidente. No es que el pretexto aducido tenga mucho valor (como si el pacto por la ciudad de Valencia no fuese algo cantado desde la misma noche electoral), pero es forzoso reconocer que hay algo entrañable en hacer virulentos tuits anticatalanistas... desde Barcelona.