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#OpiniónVP El periplo electoral y el implacable paso del tiempo, por Guillermo López

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VALENCIA. Los geólogos y Mariano Rajoy saben que nada resiste al paso del tiempo. Que, con el tiempo suficiente, cualquier cosa se supera; cualquier problema tiene un final. Todo tiene un final. Precisamente a eso confió Rajoy, desde el primer día de su mandato, su éxito en la legislatura: al tiempo. Con el tiempo, todo mejoraría. Probablemente no por acción del Gobierno -más bien, "à la Rajoy": por inacción-, pero llegaría un momento en que la crisis, algún día, tocaría fondo, y las cosas mejorarían (esperemos que definitivamente, o por un largo tiempo).

ESA MOLESTIA DE LAS ELECCIONES

Para ello, Rajoy necesitaba, claro está, tiempo por delante, sin molestias que pudieran incomodar su dominio absoluto del poder político en España: mayoría absoluta en ambas cámaras del Parlamento, control de la mayoría de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos más importantes. Las principales molestias, superado (eso sí) el periodo inicial de caos y descontrol en 2012, con la prima de riesgo desbocada y España al borde de la intervención, también terminaron en ese mismo año 2012: hablamos, naturalmente, de procesos electorales.

En España hubo cinco comunidades autónomas que celebraron comicios en 2012: Andalucía y Asturias, en marzo; Galicia y País Vasco, en octubre; y Cataluña, en noviembre. El PP fue de menos a más: no logró la mayoría absoluta en Andalucía y obtuvo un mal resultado en Asturias (donde también gobernaría el PSOE). Pero después revalidó su mayoría absoluta en Galicia y -más o menos- salvó los muebles tanto en el País Vasco como en Cataluña. Y, gracias fundamentalmente a estos resultados, así como a la intervención del Banco Central Europeo para aliviar la presión sobre la deuda española e italiana, Rajoy apuntaló su poder; quedó claro, desde entonces, que terminaría la legislatura.

Rajoy vivió moderadamente tranquilo durante un año y medio, hasta que llegó el horrible verano de 2014: primero, los pésimos resultados electorales de PP y PSOE en las Elecciones Europeas, acompañados por la aparición de Podemos; después, el follón de la abdicación de Juan Carlos I, cuyas motivaciones, como es tradicional en España (recordemos la dimisión de Suárez), nunca han sido aclaradas; por último, el desastre de la selección española en el Mundial (que, como cualquier persona seguidora de las aficiones y gustos de Rajoy entenderá enseguida, sin duda afectó mucho al presidente).

 

A partir de ese momento, el tiempo (político, económico, y social) se aceleró para todo el mundo, y también (a disgusto, sin duda) para Rajoy. Por ese motivo, el Gobierno se ha afanado en anunciar el advenimiento de una recuperación económica (impuesta casi por decreto-ley) que continúa notándose más en los titulares de prensa que en la vida de la mayoría de los ciudadanos; los plazos se acaban.

El tiempo dirá si la legislatura de Rajoy ha sido un moderado éxito para el PP, si logró capear el temporal de la crisis y revalidar su mandato (aunque sea en coalición con otros partidos); o si, por el contrario, la falta de agilidad e imaginación de Rajoy, su pasotismo, agravaron la crisis en todos los sentidos, y también la crisis electoral de su partido. Comenzaremos a verlo hoy, en un escenario (Andalucía) poco propicio para el PP, en el que comenzaron sus problemas hace tres años.

EL TIEMPO NO JUEGA A FAVOR DE TODOS

Mariano Rajoy, como siempre, ha demostrado una sorprendente resistencia al paso del tiempo. Pero eso no puede decirse de muchos otros. El PSOE desperdició totalmente dos años y medio con una dirección continuista (Alfredo Pérez Rubalcaba) y ahora se encuentra en una situación más que incierta, con un secretario general enfrentado a algunos de sus barones autonómicos más poderosos y estos últimos, por su parte, con una cita electoral inminente. Desde luego, así es en el caso de Susana Díaz, que con el adelanto electoral en Andalucía se está jugando todo a una carta. Y no sólo en lo que se refiere al futuro del PSOE andaluz, sino del PSOE a secas.

Podemos ha mantenido estas semanas un perfil bajo (por primera vez en mucho tiempo), tendente a desinflar sus propias expectativas en Andalucía. Podemos no puede ganar allí (de hacerlo, la hecatombe sería mucho mayor de lo esperado), no es el lugar adecuado para hacerle el ansiado sorpasso al PSOE; así que han preferido quedarse en un segundo plano. El problema es que las elecciones funcionan como vasos comunicantes, y de la misma forma que un resultado sorprendente en las Europeas provocó el ascenso de Podemos, un resultado decepcionante en las Andaluzas podría poner coto a sus expectativas de futuro.

Más o menos lo mismo cabe decir de Ciudadanos, aunque en este caso su ascenso es más reciente y, desde mi punto de vista, más "forzado" que el de Podemos. Más fundado en el apoyo de los medios y sus derivaciones en los sondeos que en un ascenso real, que sin duda existe, pero quizás no sea tan elevado como se está pronosticando. Pero, en cualquier caso, Ciudadanos tiene poca presión en Andalucía. Cualquier cosa que implique obtener parlamentarios será un éxito.

Quedan, por último, dos opciones a las que el paso del tiempo ha dejado muy tocadas: UPyD e IU, antaño (hace más o menos un año por estas fechas) las dos principales alternativas a PP a PSOE. Por desgracia para ellos, sus defectos eran mucho mayores que sus virtudes, y por esa razón nunca acabaron de funcionar como alternativa real; y, por eso, tan pronto como han surgido otros partidos en su espacio político, que los ciudadanos percibían como más viables, tanto UPyD como IU han quedado en situación muy precaria.

A ello tampoco han ayudado, naturalmente, las particulares características de ambos partidos. Uno, UPyD, sometido a un hiperliderazgo, el de Rosa Díez, que en su momento se vio como el principal activo de este partido, pero que el tiempo -una vez más- ha convertido en el principal lastre. El otro, IU, tiene problemas de otra clase, entre los cuales, evidentemente, las guerras intestinas y las deserciones ocupan un lugar destacado. Pero también el hecho apabullante de que, por desgracia para ellos, el tiempo ha puesto de manifiesto que, si bien algunas de las cosas que defendía IU en solitario desde hace años se han acabado convirtiendo en reivindicaciones de la ciudadanía, el público, mayoritariamente, no quiere que sea IU quien las aplique, sino otras opciones. Porque no se fían de sus dirigentes o porque no los ven capaces de gestionar adecuadamente.

Y, desde luego, espectáculos como las concesiones a la cooperativa del hermano de Tania Sánchez, hoy exIU, y la reacción de muchos dirigentes de IU, defendiendo a ultranza que las mismas prácticas que censuran en otros partidos son exculpables si las hacen ellos, no ayudan.

#prayfor... el fake de Varoufakis

La semana pasada hablábamos de Varoufakis en esta sección, y en esta... también. El ministro griego de Economía va camino de convertirse en un icono mundial, o al menos europeo, de primer orden. Y, en el tipo de sociedad en el que vivimos, la cosa tiene mucho más que ver con su imagen que con el contenido de sus propuestas u opiniones.

En esta ocasión, el asunto tenía que ver con una "peineta" que supuestamente Varoufakis le había dedicado a Alemania. El editor del vídeo, el humorista alemán Jan Boehmermann, explicó que el vídeo era un fake, lo que enseguida convirtió el hashtag #varoufake en trending topic mundial. Pero después, a partir de las declaraciones del director de la televisión alemana ZDF, que emitió las imágenes, la cosa se complicó más. No era propiamente un fake, sino unas imágenes sacadas de contexto para extremar la indignación de los alemanes ante el insulto de Varoufakis, su supervillano perfecto.

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