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OPINIÓN / 'PASABA POR AQUÌ'

#OpiniónVP 'La teoría del 'Qwerty'', por Andrés García Reche

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VALENCIA. Si usted mira hacia el teclado de su ordenador observará que en la primera fila, de las tres que completan el alfabeto, aparecen en primer lugar, leyendo de izquierda a derecha, las letras QWERTY (a no ser que sea usted francés, en cuyo caso se encontrará con Azerti).

Si no se ha preguntado nunca por qué, le aseguro que merece la pena que lo haga; entre otras cosas porque el fenómeno QWERTY puede ayudarle a percibir numerosos aspectos del desarrollo económico, la evolución histórica, la política e, incluso, de su propia vida en sociedad, que hasta ahora no se había detenido a considerar.

La verdadera razón del por qué, en 1868, C. Sholes optó por esta disposición del teclado y no por otra, todavía no está aclarada del todo. Lo único que sabemos es que su patente se incorporó la primera máquina de escribir que Remington sacó al mercado en 1873.

La explicación más generalizada es que Sholes buscaba una disposición de las letras que impidiera el roce de las varillas metálicas, distanciando entre sí los signos ortográficos que eran más utilizados en la escritura.

Pero existen otras. Como por ejemplo la que sostiene que de haber optado por el simple orden alfabético, la velocidad de la escritura hubiera sido mucho mayor y entonces los errores aumentarían, obligando a comenzar de nuevo cada vez que esto ocurriera. Incluso algunos sostienen que el asunto no tiene nada que ver con la propia máquina de escribir, sino con los profesionales que transcribían telegramas a partir de código Morse y que encontraban la distribución alfabética demasiado lenta.

El caso es que 1936, A. Dvorak demostró que QWERTY es bastante ineficiente en términos de velocidad de escritura, además de muy poco ergonómico, proponiendo una alternativa que solucionaría ambos problemas. Y sin embargo, nadie, que yo sepa, le ha hecho caso todavía. ¿Por qué?

La explicación es muy sencilla: sea óptimo o no el teclado, el caso es que la gente aprende a escribir con él, y no quiere comprar uno con el que tenga que comenzar de nuevo; y menos aún cuando todos los demás tienen el otro; razón por la cual las empresas tampoco lo producen porque saben que no lo van a vender. Fin de la historia.

La sorprendente conclusión que obtenemos de esta experiencia es que toda la industria del conocimiento, la más moderna y avanzada de todas las que el ser humano ha experimentado, se basa en un maldito teclado fruto del azar histórico, tan lento como ineficiente.

Pues bien, en 1991, Paul Krugman, en su libro Geografía y Comercio, trasladó el fenómeno QWERTY a la Economía, al observar que el desarrollo industrial seguía pautas muy similares a las que habían tenido lugar en el campo de las máquinas de escribir.

En efecto, si se mira el mapa del desarrollo industrial en cualquier parte del mundo, lo que observamos es que éste se concentra en ciertos territorios de un país y no en otros sin que podamos determinar de manera precisa a priori la razón de que ello así ocurra.

Cierto es que cuando estudiamos, a posteriori, la historia de cualquiera de ellos entonces sí podemos aislar la causa principal que atrajo hasta allí a los pioneros. Pero son tantas, tan variadas y a veces tan sorprendentes dichas causas, que se nos hace casi imposible obtener conclusiones relevantes que sirvan de guía precisa a los interesados en industrializar un determinado territorio que aún no lo está.

Ni la proximidad de las materias primas, ni la cercanía de los mercados, ni las infraestructuras, ni la existencia previa de recursos naturales, ni siquiera la abundancia de mano de obra, puede explicar per se que el desarrollo económico prenda en un lugar, en vez de en otro.

Para aquellos que todavía duden de ello, deberían ser capaces de responder a las preguntas: ¿Por qué Holanda es el primer productor mundial de flores, careciendo de sol, de tierra, y con la mano de obra más cara del mundo? O ¿por qué Japón es uno de los países más desarrollados del mundo, con los principales mercados de exportación tan lejos, y sin recursos naturales o ninguno? O ¿por qué Argentina, que los tiene todos, no está claramente situada entre los primeros puestos mundiales en renta per cápita?

Incluso, ¿alguien podría explicar por qué aquí, en la Comunidad Valenciana, surgió, en las postrimerías del S. XIX, una poderosa industria textil, en medio de las montañas, y con unas infraestructuras de comunicación con la zona costera, casi inexistentes, por no decir infernales?

No lo intenten. Sencillamente, no se puede (a no ser que reconstruyamos su historia). Lo único que sí sabemos es que, una vez iniciada por alguien una determinada actividad industrial, por la causa que sea, el proceso ya no hay quien lo detenga. Los competidores siguen a los que llegaron allí antes, para acabar por situarse todos juntos en un mismo lugar, formando lo que hoy conocemos como cluster .

Y la razón de que esto sea así, tiene un nombre: 'Economías de aglomeración', o, si se prefiere, 'economías externas"', bautizadas de este modo por Alfred Marshall, el padre indiscutible de la economía industrial, tras constatar que la cercanía física entre las empresas les proporciona a todas ventajas sustanciales para la mejora de su competitividad, que no tendrían de estar alejadas.

En definitiva, hemos de aceptar que el desarrollo industrial tiene mucho de fenómeno QWERTY. Como lo tiene también el origen y el posterior crecimiento de las ciudades. Como lo tienen los partidos políticos, las familias, el aprendizaje de una lengua, las ONG, las sectas religiosas e incluso nuestra propia vida personal, como miembros que somos de un determinado grupo social.

O sea, que, en cierto modo, puede afirmarse que todos tenemos un pequeño QWERTY en nuestro interior luchando por abrirse paso. Podemos lamentarnos de que así sea, pero, en mi opinión, resulta mucho más sensato aprovecharse de ello. Así es la vida.

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