VALENCIA. Dos noticias han captado de manera especial mi atención esta semana, noticias muy distantes y distintas, una de ellas ha sido portada en todos los medios y ha generado artículos durante toda la semana; la otra, probablemente no la hayan leído aunque algunos medios la han publicado y ha tenido una gran difusión en redes sociales. Ambas noticias tiene un común denominador, su protagonista es de origen judío.

La primera ha sido, sin duda, la noticia de la semana, el veto y posterior rectificación de la organización del festival de música reggae que se celebra en Benicàssim (Rototom Sunsplash) a la actuación del artista Matisyahu. La promoción de dicho festival ha sido total, aunque no precisamente benévola. En diversos medios de ámbito local, nacional e internacional se ha tratado esta noticia y lógicamente, se ha puesto sobre la mesa el antisemitismo y la supremacía ideológica y moral de la izquierda monolítica que cumple a rajatabla con lo ‘políticamente correcto', sus -ismos y su doble moral.

El cantante Matisyahu comete el gran error de estudiar y practicar la religión de sus antepasados y tiene la osadía de sentirse judío; es decir, practica la religión hebrea y defiende a la única democracia de Oriente Medio, Israel, que lleva décadas luchando contra el terrorismo y que es el pueblo que sufrió el Holocausto a manos de la Alemania nazi, una de las mayores atrocidades cometidas por el ser humano en el siglo XX. Esto que parece obvio, suele olvidarse con relativa facilidad, a veces como si de una amnesia colectiva se tratara; y otras veces se equipara a situaciones y conflictos actuales que nada tienen que ver con el genocidio en el que más de seis millones de judíos fueron asesinados durante la Segunda Guerra mundial.

En los últimos días la organización del festival rectificó y el artista aceptó cortésmente actuar para el público que durante esta semana llena la localidad castellonense de Benicàssim; Esta rectificación, que el propio protagonista consideró que era un "triunfo de la música y la libertad" tuvo una contrarréplica preocupante, una de esas bandas autóctonas con letras antisistema decidió no actuar si lo hacía el artista estadounidense de origen judío, todo un detalle cargado de sectarismo y mezquindad.

Si la noticia sobre el veto inicial a Matisyahu ha sido portada en diversos medios, no todos se han hecho eco de la épica historia que protagoniza Steve Maman, un judío canadiense que, a diferencia del letargo en el que se encuentra la comunidad internacional, ha decidido aportar su granito de arena y luchar, en la medida de sus posibilidades, contra la barbarie del grupo terrorista, mal llamado Estado Islámico (EI).

Steve Maman es un empresario canadiense de origen judío que veía las atrocidades del islamismo radical y fundamentalista que cada día nos llegan a través de los mass media y donde la brutalidad y sadismo con las niñas y mujeres que son utilizadas como esclavas sexuales y sometidas a violaciones, maltrato, tortura y muerte, provocó la movilización de este ‘Schindler judío' del siglo XXI; de hecho reconoce que fue su referencia para "no quedarme con los brazos cruzados", como parece que sí nos estamos quedando en Occidente con una cobarde y miserable distancia ante este totalitarismo que está arrasando países como Siria o Irak.

Este empresario decidió salvar del infierno a las niñas yazidíes y cristianas, ya son más de un centenar pero pretende llegar a miles y por ello ha creado una web (Liberation Iraq Christian & Yazidi) donde recaudar fondos para tan loable objetivo que hace creer en el ser humano y que es un ejemplo de cómo actuar y reaccionar ante la injusticia y el mal.

El pueblo judío se ha enfrentado a las situaciones más atroces y es una referencia en ámbitos como la ciencia, la medicina, la agricultura y sobre todo, la democracia y la libertad en una de las zonas más hostiles del mundo. La amnesia parcial y sectaria que olvida la realidad de este pueblo y fomenta el antisemitismo no ha lugar en una sociedad democrática y civilizada.