Opinión

El mayor portacontenedores del mundo, el MSC Pamela

¿Por qué no un salón Náutico Internacional en Valencia promovido por empresarios locales?

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VALENCIA.  A punto está de cerrar sus puertas la cuadragésimo novena edición del Salón Náutico de Barcelona. El más veterano y reconocido de España. Al borde del medio siglo de existencia, el Salón se encuentra en una encrucijada compleja, debido a varios factores. El primero de ellos es su empeño en mantenerse dentro del recinto ferial, en contra de la tendencia mayoritaria de celebrar estas muestras ‘a flote', como suele decirse. Southampton, Cannes o Génova han apostado y ganado con esta opción, que permite a los visitantes y compradores ver los barcos en su ambiente natural, incluso probarlos, en ocasiones. El tímido intento de tener muestra a flote en el Port Vell se ha quedado en eso, principalmente, por falta de espacio.
 
El segundo de sus problemas es no haber tenido claro, en los últimos años, su vocación internacional. Eso ha hecho que la presencia del sector foráneo se haya reducido, y no sólo por la crisis. Probablemente, el peso excesivo de las instituciones a la hora de tomar decisiones hace que no se hayan buscado de manera firme unas relaciones y acuerdos estratégicos con las asociaciones internacionales, que hubieran beneficiado a los clientes españoles y, de paso, a todo el sector.
 
Aún así, Barcelona sigue siendo el referente, por no decir el único que presenta una oferta anual a los aficionados al mar.
 
Sin embargo, hay una pregunta que se viene planteando desde el sector y desde algunas empresas, desde el 2007 hacia acá: ¿por qué no Valencia? Valencia cuenta hoy con el mejor puerto de España para estos menesteres. La famosa Dársena, a cargo del Consorcio 2007, sigue vacía de contenidos. Los tímidos esfuerzos concretados en la celebración de algunas regatas internacionales -RC 44 y TP 52-, siendo importantes, no dejan de ser unos parches con buena intención que deberán consolidarse.
 
Valencia cuenta -ahora sí- con unas comunicaciones nacionales e internacionales de primera. Con una posición de centralidad en el extremo oriental del Mediterráneo, y con una prolongada relación comercial con todo el mundo conocido.
 
Un salón en Valencia, con vocación verdaderamente internacional, estaría llamado a tener éxito. Habrá que consolidarlo con el tiempo y con un trabajo profesional, con un buen programa de actividades y una correcta labor de difusión y promoción, pero partiría, en todo caso, de una base extraordinaria para su desarrollo.
 
Ya hay empresarios valencianos y nacionales que han desarrollado y presentado planes para este proyecto. Sin embargo, las decisiones no se toman, y el tiempo pasa. Por lo que parece, es necesario que sea el capital y las marcas internacionales las que planteen proyectos para el desarrollo económico de Valencia. Las empresas locales, aquí, siempre han sabido a poco, y gustan más los apellidos que suenan raro. Tienen más caché.
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