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Trabajo, quiero trabajo, esto no puede ser

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VALENCIA. Las cifras del desempleo en nuestro país son insostenibles a largo y medio plazo, ya que no solo se drenan recursos públicos, sino que la economía pierde la argamasa que lo todo lo junta. Por ello, más allá del déficit, deuda, o bancos, necesitamos trabajo, porque si no, la economía no podrá ser.

Eliminar las barreras de salida es una forma efectiva de reducir los obstáculos de entrada. En un mercado laboral flexible como el norteamericano, el despido es fácil, pero también la contratación. La filosofía la resumió Lincoln, el primer presidente del partido republicano: "El trabajo es superior al capital, y merece la mayor consideración".

Sin embargo, la reforma laboral no creará empleo por sí misma. En todo caso, hará que resulte más fácil contratar (y despedir) trabajadores. Serán las empresas las que tendrán que sentarse a firmar nuevos contratos o revocar los antiguos, bajo este nuevo marco legal. Hasta la fecha, el BOE no tiene la potestad suficiente para crear cinco millones de puestos de trabajo.

El principal factor determinante de la creación de empleo no son las normas legales, sino la inversión. Dime cuanto inviertes y te diré cuánto contratas: La inversión en bienes de equipo, nuevas instalaciones productivas o servicios crea puestos de trabajo, tanto dentro como fuera de la empresa.

Por ello, resulta estremecedor el último dato de la inversión extranjera en Valencia. Más inquietante incluso que la cifra de desempleados, a la que nos hemos vuelto insensibles. La inversión de las multinacionales en la Comunitat ha sumado tan sólo 11 millones de euros durante el último trimestre. Con la mínima inversión extranjera desde que se recopilan guarismos (1993), pocos puestos se pueden crear, por muchas leyes que nos empeñemos en cambiar.

La reforma laboral parece inspirada en uno de los versos que cantaba el siglo pasado Atahualpa Yupanqui, que en quechua significa el que viene de lejanas tierras, para decir algo: "Trabajo, quiero trabajo / porque esto no puede ser". Pero si queremos ver un día el desierto laboral convertido en un vergel, las reformas laborales no bastarán sin un adecuado estímulo a la inversión, local y extranjera.
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Jordi Paniagua es ingeniero de Telecomunicaciones y economista, profesor de la Universidad Católica de Valencia

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