El pasado sábado, como cada 27 de septiembre en los últimos 45 años, celebramos el Día Mundial del Turismo, una efeméride en la que hacemos balance en los destinos y marcamos el rumbo hacia el futuro que queremos. 

En Valencia hemos aprendido, a base de esfuerzo y cicatrices, que el turismo no puede gestionarse de espaldas a la realidad que vivimos como ciudad. Somos un destino turístico, sí, pero ante todo somos una ciudad con vecinos, barrios y vida propia. Y en ese equilibrio entre la atracción internacional y el bienestar cotidiano de los valencianos radica la esencia de nuestro modelo turístico.

Este gobierno municipal ha dejado claro que no queremos un turismo low cost que degrade nuestra ciudad, sino un turismo de calidad, equilibrado y sostenible, que respete nuestra identidad y que genere prosperidad para todos. Porque el turismo no es un fin en sí mismo, sino una herramienta al servicio de un objetivo mayor: mejorar la vida de quienes aquí vivimos.

Hoy, el turismo representa alrededor del 16% del PIB de la Comunitat y más de 30.000 empleos directos e indirectos en Valencia. Cifras que reflejan su importancia estratégica, pero que nos obligan a asumir una gran responsabilidad: proteger este motor económico, garantizar su sostenibilidad y hacerlo resiliente frente a situaciones que puedan ponerlo en riesgo.

El pasado año la DANA nos mostró con crudeza la vulnerabilidad de nuestra ciudad. Las inundaciones no solo golpearon a familias y barrios enteros, sino que también pusieron en jaque al sector turístico: cancelaciones, cierres de infraestructuras críticas y una pérdida de confianza que costó tiempo revertir. Pero supimos reaccionar, de la mano del sector, para relanzar la marca Valencia. Y lo conseguimos.

De esa experiencia nace nuestro Modelo de Intervención Turística frente a Emergencias Climáticas (MITEC), un proyecto pionero en España que se apoya en tres pilares fundamentales: prevención, actuación y reactivación. 

Con él queremos anticiparnos a los riesgos y ofrecer la protección necesaria con protocolos claros y coordinados a través de un gabinete de emergencia turística que será el responsable de coordinar a instituciones, empresas, alojamientos, transportes y guías, para poner todas las infraestructuras del sector a disposición de las necesidades de los vecinos: hoteles, apartamentos, restaurantes, autobuses, claves en el alojamiento y manutención en los momentos inmediatos.

Los datos son siempre clave en cualquier crisis y por ello estamos trabajando en un Barómetro de Emergencias, que centralizará en tiempo real información sobre infraestructuras, ocupación hotelera, servicios básicos y reputación de la marca. 

Tras la crisis, estaremos preparados para poner en marcha un plan de reposicionamiento y marketing con el objetivo de recuperar la confianza internacional lo antes posible, fundamental en este tipo de situaciones por la alarma que se puede generar en los mercados emisores.

Las personas que nos visitan se encuentran en una posición especialmente difícil ante cualquier emergencia: no conocen la ciudad, los recursos y muchas veces ni el idioma, lo que se agrava con la ausencia de redes de apoyo local. Por ello, contar con protocolos específicos dirigidos a los turistas es imprescindible.

La dureza de la realidad nos ha hecho improvisar, con una respuesta del sector ejemplar, pero se hace necesario contar con mecanismos de respuesta rigurosos ante fenómenos que se presentan cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Y solo con la colaboración público-privada alcanzaremos nuestro objetivo.

Si hablamos de seguridad este es el camino. Gestionar para mitigar el impacto de la crisis y garantizar que no se deje a nadie atrás. Valencia es una ciudad que alberga un destino turístico y con esa mirada nos estamos preparando para los retos del futuro.