Bajo el lema “Toma partido por España”, el Partido Popular ha celebrado su XXI Congreso Nacional, un encuentro con una trascendencia especial dada la situación crítica que atraviesa España. No se trataba de una cita partidista al uso, sino del “acto fundacional de un tiempo nuevo”, en palabras del presidente del PP. El objetivo: convocar a todos los españoles para ofrecerles una alternativa nítida al sanchismo.

El congreso popular ha revalidado masivamente el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, un hombre con sentido de Estado que aspira a ser el presidente de todos los españoles, sin exclusiones ni muros. Feijóo encarna la firme creencia del PP en el valor de la democracia y de una nación de ciudadanos libres e iguales. 

En medio de tantos escándalos que provocan indignación y descrédito, la buena noticia para España es que hay esperanza: un proyecto político alternativo solvente para la gran mayoría de ciudadanos que quieren pasar página de esta etapa oscura. 

No cabe duda de que solo el PP es capaz de coger el timón y garantizar un cambio de rumbo que evite el naufragio de la España constitucional. Solo el primer partido político de nuestro país, con vocación liberal, integradora y abierta, puede liderar un cambio político que priorice el bien común, lo que nos une. 

Los principios ideológicos y los valores que son seña de identidad del PP han quedado ratificados por la ponencia política aprobada, que al mismo tiempo contiene las líneas maestras de los grandes objetivos de país: la regeneración democrática y el progreso económico y social, por resumirlos en dos grandes pilares. 

La ponencia comienza con un significativo título: “Nosotros, los españoles”, proponiendo retomar el espíritu de reconciliación y concordia de la Transición y la Constitución de 1978, el de los grandes consensos sociales y políticos. Urge volver a una política vertebradora y trabajar por ambiciones compartidas. 

La regeneración democrática no puede esperar. Hay que reconstruir lo destruido por la banda de Sánchez: restaurar la seguridad jurídica y la confianza en las instituciones y en el Estado de Derecho, el imperio de la ley y la independencia judicial, perseguir la corrupción y profundizar en la ejemplaridad. Hay que recuperar la normalidad política y erradicar la idea sanchista de que el mandato democrático es un cheque en blanco para desmantelar el orden constitucional. 

Desde el punto de vista económico y social, tenemos pendientes reformas ineludibles para garantizar la sociedad del bienestar, solucionar el problema de la vivienda e impulsar nuestra productividad y competitividad, así como la reducción de impuestos y de burocracia. España necesita volver a ser el motor económico de Europa y un país generador de oportunidades que haga funcionar el ascensor social. No podemos permitir que las familias tengan cada vez mayores dificultades económicas, ni dejar a nuestros jóvenes en la estacada. 

Me parece muy relevante destacar que la ponencia política ha incorporado tres grandes aportaciones realizadas por el PPCV, de vital importancia para los valencianos: garantizar el Fondo de Liquidez Autonómico, priorizar las políticas de agua e infraestructuras hidráulicas frente a inundaciones y la exención del pago de impuestos e intereses a los afectados por catástrofes naturales como la de la Dana. 

Como valenciana y municipalista, también quiero subrayar que se han debatido dos cuestiones de enorme interés para nuestra tierra. Por una parte, la ansiada reforma del modelo de financiación autonómica, suficiente, transparente y equitativa, sin privilegios y ajustada a la Constitución. Por otra, la puesta en valor del municipalismo, que el PP considera “una manera de ser y entender la política: cercana, útil y centrada en las personas”. Defendemos una financiación local que garantice servicios de calidad y apostamos por potenciar el papel de las Diputaciones al servicio de los pequeños municipios, la cohesión territorial y la lucha contra la despoblación.

España tiene solución. Nuestro país no está condenado a la decadencia, ni al fracaso, ni a la división. Hay una salida a la corrupción política, económica y moral, a la degradación institucional, al desprestigio internacional y al empobrecimiento de las clases medias y trabajadoras. Hay una alternativa al populismo, al extremismo y al intervencionismo desbocado. Debemos desterrar el uso de la mentira, la agitación del enfrentamiento, los privilegios y las transacciones políticas corruptas que quiebran la igualdad y pisotean nuestra Carta Magna. 

Estoy convencida de que, con determinación y voluntad, la dignidad de la nación prevalecerá sobre los abusos y la despótica y divisiva forma de ejercer el poder por parte del socialismo sanchista.  

A este respecto, me quedo con las esperanzadoras palabras de Núñez Feijóo: “Me comprometo a gobernar con límites y principios, y a recuperar el valor de la verdad. Me comprometo a un Gobierno de todos y no de parte. Quienes no piensan como nosotros también merecen un Gobierno decente. En definitiva, me comprometo a pasar página del régimen del poder personal que hoy tenemos para que el Gobierno vuelva a ser un pilar de la democracia representativa”.