Se ha escrito tanto y tan variado de la remodelación del Consell acometida por Juanfran Pérez Llorca, que solo me queda fijarme en los detalles para tratar de aportar algo.

Detalles como que la Conselleria de Innovación, Industria, Comercio y Turismo, que sigue comandada por Marián Cano, ha pasado a denominarse Conselleria de Industria, Turismo, Innovación y Comercio.

Aunque el orden de los factores no altera el producto, sí dice mucho de la importancia que el flamante presidente de la Generalitat da a cada área. La innovación ha pasado del primer al tercer lugar, y eso no es un buen indicio.

Del mismo modo, la Conselleria de Hacienda y Economía ha pasado a llamarse Conselleria de Economía, Hacienda y Administración Pública. Esto significa que el president ha puesto a Cayetano García por delante de Eusebio Monzó, lo cual es una injusticia para el laborioso secretario autonómico de Hacienda, como es injusto que Ruth Merino haya caído por no tener padrinos –su padrino era Mazón–, cuando su hoja de servicios era de las mejores del anterior Consell y, de lejos, mejor que la de su sucesor, José Antonio Rovira.

Escribí la semana pasada que el nuevo presidente debía hacer un cambio radical en el Consell y en Presidencia. Ha hecho lo segundo, que era más urgente, pero no lo primero.

Ha constituido un Consell de circunstancias que recuerda demasiado al de Mazón. Veremos si le da resultado para lo que es su principal objetivo: consolidarse como líder del PPCV y ser candidato en las elecciones autonómicas de mayo de 2027.

Pérez Llorca ha renovado el Ejecutivo ampliando el número de consellerias, secretarías autonómicas y direcciones generales, en un intento de lograr lo que sabe que es imposible, que es tener contentos a todos los que le tienen que apoyar para repetir como candidato.

Feijóo se puede dar por satisfecho con la renovación de la vicepresidenta primera, Susana Camarero, agraciada además con una conselleria muy atractiva –Vivienda, Empleo, Juventud e Igualdad–, con mucho por hacer pero con menos problemas que en servicios sociales.

Y Catalá, todavía más, con un Consell lleno de guiños a la, de momento, única posible rival de Pérez Llorca para la candidatura del PP a la Presidencia de la Generalitat.

El desembarco de cargos municipales del PP en el acto de traspaso de carteras de los consellers fue muy significativo. Faltó Catalá, pero estaba medio equipo de gobierno y los dos asesores que acompañan habitualmente a la alcaldesa. 

Que el nuevo conseller de Presidencia, Pepe Díez, sea el marido de Julia Climent –mano derecha de Catalá– y que la nueva consellera de Educación, Cultura y Universidades, Carmen Ortí, provenga de la Universidad Popular de València, donde Catalá la puso de gerente hace solo seis meses, justificó tantos invitados a la ceremonia.

Un evento en el que también se apreció una importante presencia del llamado sector cristiano del PP, lo que evidencia que también ha ganado peso con la estrategia de Pérez Llorca de ensanchar el partido para que nadie se le vaya a Vox.

(Inciso: los traspasos de carteras son actos entrañables en los que se ven muchas cosas. Celebrarlos de una sola vez, uno detrás de otro, en el Complejo Administrativo 9 d’Octubre pudo resultar muy práctico, pero fue menos atractivo que cuando se hace de pie en las sedes de consellerias que están en otros edificios, como puede ser la de Hacienda en el Palacio del Almirante. 

Estaban los amigos del PP, los mismos para todos los consellers porque nadie se movió de su butaca, pero apenas había representantes de los grupos de interés de cada área –empresarios, sindicatos, asociaciones o colegios profesionales–, ni estaban los funcionarios ni, salvo contadas excepciones, los familiares de los recién nombrados. No hubo lágrimas y apenas hubo emoción).

Donde sí ha operado Pérez Llorca un cambio radical es donde más hacía falta, en Presidencia, con una estructura muy similar a la que tenía Camps en su última legislatura: un conseller de Presidencia y una estructura de comunicación con más direcciones generales dirigida por Vicente Ordaz, con quien todos saldremos ganando.

Tan similar es la estructura, que el president ha rescatado a Henar Molinero y Jacobo Navarro, dos piezas claves del Palau en la época de mayor éxito electoral de Francisco Camps. Hay quien lo vio como un guiño al expresident el mismo día que este se postulaba como candidato del PP para las elecciones de 2027, pero no es así ni serviría para nada, ya que el único guiño que le valdría a Camps es que el PP lo hiciera candidato y los valencianos presidente.

Lo que no me ha quedado claro es quién le presentó a Pérez Llorca, hace pocas semanas, a Henar Molinero cuando ya estaba pensando formar gobierno.