Del apagón de país rico que sufrimos el lunes de San Vicente tardé en enterarme porque me pilló de vacaciones en El Perellonet comprando tomates donde Pedro, quien, como no tiene corriente eléctrica en el puesto y solo cobra en efectivo, tuvo luz hasta el ocaso y se puso las botas vendiendo productos de la tierra a gente desconcertada que, por intuición, se lanzó a comprar comida, pilas y transistores –tanto burlaros de la antigualla que un servidor utiliza a diario– o a hacer cola en las heladerías.
Las vacaciones de Pascua y la consiguiente ausencia del Billete el domingo pasado me impidieron comentar algo que merecía unos apuntes: el anuncio del Gobierno de la conversión de una parte de la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) de Valencia en un minipolígono industrial bautizado pomposamente como Ciudad de la Industrialización de la Construcción.
El anuncio lo hizo Pedro Sánchez en Madrid –a 350 kilómetros de València, que es una distancia prudencial– y sonó a ful de Estambul, como tantas otras motos que nos venden los políticos y que al cabo de los años quedan en nada. Como la propia ZAL.
La ZAL fue un proyecto fallido, un engaño monumental, un robo a los vecinos de La Punta y a la propia ciudad de València –68 hectáreas de huerta sacrificadas–, a favor del Puerto, firmado por Rita Barberá (PP) y Joan Lerma (PSOE) en 1994. Se nos dijo entonces que el Puerto de Valencia sin la ZAL estaba condenado a ser un puerto de tercera, pero resulta que el Puerto se ha convertido, sin la ZAL, en el primero de España y uno de los primeros de Europa, como escribí en 2019 en un Billete ("El vecino arrogante") que valdría igual para hoy.

- Imagen aérea de la ZAL. Foto: archivo/EP
La ZAL continúa vacía más de 30 años después, con tres empresas adjudicatarias de terrenos que acudieron al primer concurso más por hacer un favor a la Autoridad Portuaria que por verdadero interés, de las que solo MSC, cinco años después de la adjudicación, ha quitado los matojos para empezar las obras. Y con un segundo concurso aún sin adjudicar en el que se tuvo que ampliar el plazo a ver si se animaba alguien.
Ahora anuncia el Gobierno que dos parcelas que tiene allí la empresa pública Sepi, que suman 68.976 metros cuadrados, ya no serán logísticas sino industriales porque resulta que el adjetivo "logísticas" de la ZAL era meramente orientativo. Fábricas que estarán en la parte más cercana a las viviendas que se salvaron de la expropiación. Una "ciudad" industrial monocultivo para la producción de módulos prefabricados de vivienda. Una forma de colocar las parcelas que obvia el que parecía ser el mayor reclamo de la ZAL y el que justificó el sacriicio de la huerta, que es la cercanía al puerto para actividades complementarias al import-export.
Pero no se vayan todavía, que seguro que cuando venga cualquier otra industria –dentro de las autorizadas en el Plan Especial– y pida sitio, se le concederá porque no estamos para despreciar inversiones. Así ocurrió en su día en el Parc Tecnològic, donde para llenarlo se permitió la instalación de empresas no tecnológicas. Quizás sea la solución más rápida para la ZAL, la guinda del despropósito, colocar las parcelas y que cada uno ponga lo que quiera.
Al día siguiente del anuncio de Sánchez, Diana Morant se fue con la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez –sin Sánchez–, a hacerse la foto en una ZAL con la vegetación tan crecida, que como se descuiden acaba catalogada como parque protegido. Dentro de dos años hay campaña electoral y veremos si hay sustancia para hacerse otra foto en la que no se vean matojos con las grúas de fondo.

- Zona de Actividades Logísticas (ZAL). Foto: EVA MÁÑEZ
Quienes hace más de 30 años escribimos la noticia de que se ponía en marcha la ZAL, y todas las que han venido después, tenemos motivos para ser escépticos. Si sale adelante la Ciudad de la Industrialización de la Construcción lo celebraremos, y si no, escribiremos otro artículo como este.
Otrosí: El Palau de les Comunicacions –¿aún se llama así?–, antigua sede de Correos en la plaza del Ayuntamiento de València, es otra infraestructura que nos ha costado un riñón y sigue sin uso dos años y medio después de su adquisición por parte del Consell de Ximo Puig. La última idea es una nueva exposición temporal con pinturas de Sorolla, cedidas por la Hispanic Society aunque sin las Visiones que trajo Bancaja en 2007. Se habla de dos años, lo que aplazaría el problema de qué hacemos con el edificio de Correos hasta la siguiente legislatura. No estaría de más que durante ese tiempo alguien se preocupase del día siguiente, de manera que en 2028 no vuelva a quedar vacío el edificio excepto para las mascletaes.