VALÈNCIA. El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se enfrentaba este lunes a un reto autoimpuesto frente a todos los españoles: continuar al frente del Ejecutivo o abandonar el cargo y, con ello, la primera línea política. Una situación que él mismo decidió cuando, el pasado miércoles, se dirigió a la ciudadanía con una emotiva carta en la que se preguntaba si merecía la pena seguir en el puesto después de que la "derecha y la ultraderecha" traspasaran "la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y el ataque a su vida personal". Una mención referida a la denuncia de la organización Manos Limpias para investigar unos supuestos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios de su mujer, Begoña Gómez.
"No me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer, que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día si y día también", subrayaba Sánchez en su misiva. Una situación que, el pasado miércoles, obligaba al presidente del Gobierno y líder del PSOE a replantearse su continuidad en La Moncloa pero que, sin embargo, este lunes se diluía como un azucarillo. "Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos 10 años sufriéndola. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella", subrayó Sánchez, quien atribuyó la decisión de seguir adelante a la "movilización social" de los últimos días en favor de su continuidad.