VALÈNCIA. El sector de la generación energética y las fábricas de cemento, incluidas dentro de la industria mineral, concentran en torno al 91% de los agentes contaminantes que las grandes instalaciones productivas ubicadas en suelo valenciano habrían expulsado a la atmósfera en una década y media. En concreto, ambas industrias emitieron al menos 76 millones de toneladas de contaminantes entre 2007 y 2022, y solo en el pasado ejercicio desecharon 3,8 millones según datos del Registro Europeo de Emisiones y Transferencias de Contaminantes (E-PRTR), creado por la Unión Europea (UE) en 2006. Unas cifras que coinciden en el tiempo con el impulso hacia una transición verde, que es asunto clave de las próximas elecciones europeas, y con los debates en torno a la búsqueda de nuevas formas de producción sostenibles que se mantienen en ámbitos como el azulejero.
Los datos del E-PRTR han sido accesibles gracias a la colaboración entre el proyecto CORRECTIV.Europe, una red de periodistas locales fundada por el medio de investigación alemán CORRECTIV, y Valencia Plaza. En ellos aparecen aquellas instalaciones industriales que superan unos umbrales mínimos de dispersión anual de contaminantes fijados para cada tipo de agente por la UE, que sostiene que las grandes infraestructuras y las granjas de ganado son responsables del 20% de la contaminación del aire. En este sentido, las plantas químicas valencianas, con dos millones de toneladas emitidas en quince años, la industria de los productos de origen animal y vegetal (0,8 millones) y la gestión de residuos (0,2 millones) serían otras ramas igualmente reseñables en cuanto a cantidades de agentes liberados.
Aun así, si existe un sector que encabeza la expulsión de polución atmosférica ese es, al menos en términos cuantitativos, el energético. Tres plantas de este tipo, dos de ciclo combinado y una refinería, son responsables de casi el 60% de los contaminantes lanzados a la atmósfera por las instalaciones situadas en la Comunitat Valenciana. En concreto, la central térmica que Naturgy posee en Sagunto aparece según la Unión Europea como la planta con más vertidos entre 2007 y 2022, con más de 19 millones de toneladas. La otra infraestructura de similares características, la de ciclo combinado de Iberdrola en Castellón, emitió por su parte casi 12 millones de toneladas en el mismo periodo.
“Los contaminantes que se emitan dependen de aquello que se fabrique y/o que se queme. En el caso de estas centrales térmicas, se elabora energía y los compuestos que salen son los que se expulsan cuando se quema gas natural, que es de los combustibles fósiles más limpios”, explica el investigador del Instituto Universitario Mixto de Tecnología Química de la Universitat Politècnica de València, Eduardo Palomares. En este sentido, el principal contaminante emitido por estas instalaciones sería el dióxido de carbono (CO2), que como advierte Palomares contribuye en gran medida al efecto invernadero y dará “muchos problemas” en el futuro. “Siempre que se queme algo se va a producir CO2, y es de las emisiones que ahora más preocupan porque es difícil de controlar, ya que no existe por ahora una alternativa sencilla”, comenta.
Junto a las térmicas, la otra gran energética de calado presente en la Comunitat Valenciana es la refinería que BP tiene en el Grao de Castellón. Esta planta es responsable de la emisión, entre 2007 y 2022, de más de 17 millones de toneladas de contaminantes, y aparece, como también la planta de ciclo combinado de Naturgy, entre las veinticinco infraestructuras de cualquier tipo que más polución expulsan de toda España. Una clasificación dominada a nivel estatal, de hecho, por otras centrales térmicas y petrolíferas repartidas por distintos puntos del país. En el caso de BP, sus emisiones no se han reducido con el paso de los años, sino que se han mantenido o incluso elevado ligeramente en la última década.
En este contexto, la instalación tiene en su hoja de ruta la creación de un intercambiador de hidrógeno de origen renovable que transforme la refinería “en un hub de energía integrada” que contribuya “a la descarbonización de la Comunitat Valenciana”, según apuntaron desde la propia compañía. Sin embargo, este proyecto, que conlleva un presupuesto global de 2.000 millones hasta 2030, todavía no tiene fecha de inicio. El presidente de BP España, Andrés Guevara, reconocía este mismo mes que “la fecha en torno a la decisión final de esta inversión, que se tenía que haber tomado en 2023, se ha retrasado a este 2024” a expensas también de la regulación sobre renovables que debe aprobar el Gobierno.
Tras el sector de la energía, la industria mineral es el segundo frente productivo que más agentes contaminantes lanza a la atmósfera, en gran parte por la acción de las cementeras presentes en dos de las tres provincias de la Comunitat Valenciana: de las más de 32 millones de toneladas reportadas entre 2007 y 2022 al Registro Europeo de Emisiones y Transferencias de Contaminantes por la actividad mineral, casi 28 millones fueron expulsadas por fábricas de cemento. De hecho, y si las tres primeras instalaciones contaminantes valencianas eran energéticas, las tres plantas siguientes son cementeras, y se corresponden con la infraestructura de Cemex en la ciudad de Alicante (10,8 millones), la de Çimsa en Buñol (8,5 millones) y la de Holcim en Sagunto (8,1 millones).
No obstante, las cifras de esta última planta ubicada en la provincia de Valencia podrían ser todavía más elevadas, ya que según fuentes del Servicio de Prevención y Control Integrado de la Contaminación de la Conselleria de Medio Ambiente consultadas por Valencia Plaza, algunos datos de emisiones no habrían sido publicados aún en el registro al no estar aún verificados. Así pues, y según los datos proporcionados por la Generalitat Valenciana, el CO2 expulsado por esta infraestructura podría ser en torno a dos millones de toneladas superior al ahora mostrado, una situación que también se da en la central de Naturgy del mismo municipio, donde no se han añadido por ahora 1,7 millones de toneladas de CO2 por la misma razón.
“En las cementeras y azulejeras, además del dióxido de carbono, los contaminantes son también las partículas en suspensión debido al tipo de proceso de fabricación, en el que se libera polvo”, sostiene Palomares. En clave valenciana, tanto las tres fabricantes de cemento ya mencionadas como la de Sant Vicent del Raspeig, también de Cemex, aparecen entre las quince plantas de la Comunitat Valenciana que más cantidad de contaminantes arrojan a la atmósfera, aunque aquí sí se aprecia una disminución de las emisiones, al pasarse en términos generales de los tres millones de toneladas reportados en 2007 a los 0,8 millones actuales. Una tendencia que podría continuar en los próximos años, ya que justo este miércoles Çimsa anunció la puesta en marcha una planta solar para cubrir el 18 % de las necesidades energéticas de su fábrica en Buñol.
Infraestructuras cerámicas
Por su parte, e igualmente clasificadas dentro del sector mineral, las infraestructuras del sector cerámico y del esmalte representan un 11% de los contaminantes expulsados por esta industria en una década y media, unos 3,6 millones de toneladas. La mayoría de ellas, como es obvio, se encuentran en la provincia de Castellón, donde es una de las principales ramas de actividad. Allí, un estudio de costes realizado por la patronal Ascer el pasado diciembre indicaba que el clúster cerámico necesitaría invertir hasta 81.000 millones de euros en 27 años para adaptarse a la transición energética, una cantidad que supone alrededor de quince veces su facturación anual. De momento, y como apuntaba Palomares, no existe un vector energético alternativo claro y viable que sustituya al gas natural en el proceso de fabricación cerámica, y por ello los esfuerzos siguen centrados en encontrar fórmulas que permitan la ansiada rebaja de sus emisiones de CO2.