VALÈNCIA. Emprendedor de éxito en proyectos como Regalador, Pablo Melchor (Madrid, 1975) decidió en 2018 dar un giro a su vida profesional y dedicarla a una misión distinta: promover el altruismo eficaz en España. De esa reflexión nació la fundación Ayuda Efectiva, que busca que cada donación tenga el mayor impacto posible en quienes más lo necesitan. "Emprender es valioso porque creas riqueza y empleo pero, si pongo ese listón de ‘¿ésto es lo máximo que puedo aportar al mundo?’, ¿lo estoy cumpliendo con un ecommerce en los que vendemos regalos? Esa insatisfacción personal me llevó a parar", recuerda.
Ahora comparte ese camino en un libro que invita a repensar cómo ayudamos y qué efectos reales tienen nuestras aportaciones. “Hay que ayudar con la cabeza además de con el corazón”, defiende Melchor, convencido de que la solidaridad planificada puede transformar miles de vidas. Éste se presenta el próximo 25 de septiembre en el Hub Sabadell Empresa en València a las 18:30, en un acto donde el autor explicará por qué deberíamos ayudar a quiénes más lo necesitan.
- Emprendedor con la puesta en marcha de compañías de éxito como Regalador y, en un punto de tu vida, decides dejarlo. ¿Por qué?
- Con menos de 25 años trabajaba en Argentaria. Estaba en el primer departamento de internet antes de burbuja del año 2000. Era un momento de gran emoción y mucha gente decía que había que montar algo, pero yo siempre digo que emprender es durísimo y a todo el mundo le suena bien la idea pero, a la hora de comer, a la mitad se le ha olvidado. Casi nadie lo intenta. A los que lo intentan, la mitad se rinden pronto. Y yo decidí que lo iba a intentar.
Con gran ingenuidad, en el 2000, monté una de las primeras agencias de marketing digital. Fue muy bien, lo vendimos en 2006, volvimos a reemprender y después de 18 años en la batalla me pregunté si era lo mejor que podía hacer con mi vida y cómo podía ayudar. Emprender es valioso porque creas riqueza y empleo pero, si pongo ese listón de ‘¿ésto es lo máximo que puedo aportar al mundo?’, ¿lo estoy cumpliendo con un ecommerce en los que vendemos regalos? Esa insatisfacción personal me llevó a parar. Hablé con inversores, con mis socios y me fui a casa a principios de 2018 con la misión de ver qué podía aportar al mundo. Ahí surgió todo en lo que estoy ahora.
- A partir de este parón, ¿cómo nace la fundación Ayuda Efectiva?
- Descubrí un movimiento internacional que se llama altruismo eficaz, en el que encontré a gente altamente competente de Oxford, Silicon Valley, finanzas, que en vez de estar pensando en la venta de su próxima empresa, estaban analizando con el mismo rigor formas de ayudar a los demás. Me pareció algo increíble y en España no había nada ni nadie hablando de ellos. Lo que hice fue coger las mejores ideas que había fuera y la mejor investigación sobre el tema para conseguir desde España el mayor impacto con las donaciones.
Descubrí un movimiento internacional que se llama altruismo eficaz"
Lo que hacemos es financiar los programas humanitarios que, con una misma cantidad de dinero, salvan más vidas o ayudan de forma más significativa a más personas. Seguimos siendo fieles a esa misión. Ahora, llevamos cinco años, pero las web ha evolucionado tanto en funcionalidades como en la información que ofrecemos. Cada donante recibe un informe trimestral personalizado, con su impacto acumulado hasta la fecha. Poco a poco hemos incorporado diferentes programas y, en torno a una misión clave, intentamos mejorar la experiencia del donante, dar un mejor servicio y una información más transparente.
- ¿Ha aumentado la confianza en las donaciones a entidades sin ánimo de lucro en los últimos años en España o la gente sigue reticente?
- A nivel general, no. España es un país en el que se confía relativamente poco. Cuando se hacen barómetros de confianza, el 53% de los españoles piensa que no te puedes fiar de que las ONG vayan a hacer lo correcto. Hay una gran desconfianza y diría que en parte merecida, porque el sector comunica mucho con fotos e historias y muy poco datos. A veces porque hay ONG que no saben el impacto que están teniendo. Para mí, lo único que va a resolver esta desconfianza y permitir que haya más donaciones, es cambiar la mecánica y, en lugar de intentar generar esa presión emocional, dar información para que la gente pueda plantearse las donaciones como una parte de lo que hacen con el porfolio de su dinero.
España es un país en el que se confía relativamente poco en las donaciones"
Tenemos el dinero, lo ingresamos, una parte lo ahorramos, otro lo invertimos, otro lo destinamos a pagar la hipoteca y hay una parte para ayudar a los demás. Y ésta habría que invertirla reflexivamente en vez de reactivamente. Creo que hay como muchos problemas de malos hábitos en el sector. Esa recaudación por presión y el foco exclusivo en las emociones genera un pez que se muerde la cola. La gente desconfía, las donaciones tampoco aumentan y el impacto, que en el fondo es lo importante, tampoco aumenta.
-Hablas de ser racionales ante la donación, porque lo emocional pulsa un momento pero lo racional perdura en el tiempo.
-Hay que ayudar con la cabeza además de con el corazón. La emoción y la empatía están muy bien para motivarte a ayudar, pero a la hora de decidir de forma lógica, la mayoría no sabemos nada sobre las necesidades ahí fuera. ¿Qué sabemos de Burkina Faso? ¿Me voy allí a ayudar? Esto es un impulso humano y emocional. Pero, si aplicamos la razón, vemos que el impacto entre unas formas de ayudar y otras es radicalmente diferente. Algunas son 100 veces mejores que otras. Ante esa foto, más vale apoyarse en la investigación de la gente que ya ha mirado esto bien, que lanzarte a la piscina sin saber lo que haces. Entonces, la forma de tener impacto es ayudar con cabeza y corazón. Hay gente que piensa que la razón es fría, pero no estoy nada de acuerdo. La combinación de la razón con la emoción es lo que nos hace humanos.
-¿Qué acciones realizan desde Ayuda efectiva?
- Yo venía del mundo de las startups y mi filosofía es no reinventar la rueda si no voy a poder hacerlo mejor de lo que lo está haciendo otro. La evaluación de impacto para encontrar las mejores oportunidades es complicadísima. GiveWell, que es el valorador independiente en el que más nos apoyamos, dedica muchas horas de investigación al año a averiguar qué es lo mejor que podemos hacer con nuestro dinero para ayudar a la gente más pobre. Nos apoyamos en su investigación, vemos los programas que recomiendan como los más efectivos en cada momento, firmamos convenios con esos programas para que no haya intermediarios y desde España obtenemos donaciones que destinamos a esos proyectos evaluados de forma independiente.
-¿Qué ha podido aplicar del emprendimiento a este enfoque del altruismo?
- Mucho. Está la parte de la experiencia del emprendedor, de la soledad, y en mi caso siempre digo que cuesta más dinero y tiempo de lo que imaginas. El enfrentarte a la incertidumbre cada día. Hacer que tus ideas conecten con lo que la gente quiere. Además, en este sector hay un reto de comunicación enorme. Nuestro producto es sencillo, aunque haya que hacerlo con rigor, pero lo difícil es que en un mundo donde nuestra atención está copada con Netflix o redes sociales, hacer un hueco para el altruismo racional. Ahí sí me he alejado del emprendimiento, porque ya no es algo operativo. Se trata de cómo comunicar, conversar y cuáles son los argumentos que funcionan. Hay paralelismos, pero aquí las ideas son mucho más importantes.
Lo difícil es que en un mundo donde nuestra atención está copada con Netflix o redes sociales, hacer un hueco para el altruismo racional"
Mientras, el crecimiento de la fundación ha ido por la vía de hacer todo lo posible con recursos escasos. Somos 3,5 personas -porque hay una a media jornada- y mi idea es crecer a escala pero con los mínimo recursos posibles, porque es lo que me permite tener más impacto. En nuestro caso automatizamos todo lo posible, algo que también aprendí en la startup porque garantizas un nivel de servicio sin tener que incrementar tus costes permanentemente.
- ¿Cómo se atrae a la gente para donar?
- Estoy eligiendo un camino lento y difícil pero que creo que es mejor. No busco la persuasión publicitaria, sino la convicción racional y esto es mucho más difícil. Por ejemplo, en podcast. Entrevistas en profundidad de dos horas dan el tiempo para que la persona las escuche en solitario y tenga tiempo de reflexionar y quedarse pensando. Además, en una entrevista de podcast te pueden hacer las preguntas escépticas. Y lo mismo ocurre con este libro que presento para aquella gente que quiera tomarse más en serio la idea de ayudar a los demás. Para nosotros, las redes sociales sin más no funcionan, y necesitamos estos formatos en profundidad.
- ¿Cómo las personas que no sienten que tienen la cantidad suficiente de dinero para donar pueden reflexionar acerca de esto?
- En la primera parte del libro explico que vivimos en una burbuja, porque nos comparamos con nuestro entorno. Pero cuando miras los datos, son increíbles. Alrededor de 24.300 euros netos es el salario medio en España, si hiciéramos un ranking de ingresos de toda la población del mundo, estaría en el 5%. En la mediana, la persona que ocuparía la posición 4.000 millones de los 8.000 millones de humanos, ingresa el equivalente a paridad de poder adquisitivo de 211 euros al mes. Somos increíblemente ricos cuando nos comparamos con la humanidad. Lo primero es darnos cuenta de que estamos mucho mejor de lo que pensamos.
Somos increíblemente ricos cuando nos comparamos con la humanidad"
Lo segundo es que cantidades que a nosotros nos puede parecer que es poco, cuando las destinamos a lo más efectivo en sitios más pobres, valen muchísimo. En pobreza extrema, la gente sobrevive con el equivalente a 70 euros al mes. Aquí, estamos acostumbrados a que si hay un problema, lo que hace falta es innovación o una solución tecnológica. Pero en los países pobres solo te faltan los recursos. Hay cosas increíblemente baratas. Por ejemplo, suplementar vitamina A a un niño, que previene la ceguera infantil y reduce la mortalidad por todas las causas un 11%. El coste es de dos euros al año por niño. Por poco que dones, si lo haces bien, puedes tener un impacto enorme y ayudar a muchísima gente.
A veces acabamos en el pensamiento binario de, si no acabo con toda la pobreza, va a seguir existiendo y no merece la pena. Pero el objetivo no es acabar con la pobreza, es a cuántas personas puedes ayudar. Y mi cálculo es que a lo largo de nuestra vida, la mitad más alta de la población española, puede ayudar a miles de personas y salvar vidas.
- ¿Crees que las redes sociales y las fake news provocan que la gente se aleje del sentimiento de ayuda?
- Las redes sociales son un espejo curvo que distorsiona la realidad. Hacen muy prominente las cosas que son poco habituales y las cuestiones cotidianas desaparecen. Es un arma de doble filo. A veces se despierta la solidaridad cuando no paran de mostrarse imágenes de una tragedia. Todo lo que no es noticia porque es rutina, parece que no existe. La malaria es el equivalente a que todo los días se estrellaran dos jumbos llenos de niños de cinco años. Esa es la magnitud. Si eso sucediera, se declararía la emergencia nacional, pero esto como es rutina pasa desapercibido por debajo del radar.
Entonces, las redes sociales levantan olas de solidaridad pero concentradas exclusivamente en algo donde acaba dándose un exceso de recursos muy poco productivo. Al final se acaban mandando cosas de más, un caos organizativo,... y en otras cuestiones más desatendidas podrían hacer mucho más papel. Por otro lado, es verdad que distorsionan nuestras percepciones con la inmigración o la violencia, por ejemplo. Nos llevan a vivir en un mundo paralelo y eso no despierta nada positivo. También nos pueden llevar a juzgar al otro y soy poco optimista en cuanto al impacto, aunque a veces traigan olas de solidaridad. No sería fatalista, porque hay oportunidades, pero la media del resultado es malo por esa distorsión.
- ¿Está haciendo daño el discurso de la meritocracia respecto a la ayuda y las donaciones?
- Esto influye, sin duda, y de hecho en el libro dedico mucho tiempo a hablar de la lotería del nacimiento. Un empresario puede haber trabajado duro, pero en casa cuando eras pequeño y tenías sed salía agua limpia. Dabas al interruptor y se encendía una luz. Tenías una farmacia cerca. Pero esto sigue sin existir para millones de personas en el mundo. Entonces, la meritocracia tiene un papel, pero las oportunidades que hacen que la meritocracia tenga sentido no están distribuidas en absoluto de forma homogénea. Cuando uno se da cuenta de la suerte que hemos tenido por nacer en un país como España, la consecuencia racional lógica es pensar que, una parte de mi suerte, la voy a compartir. Creo que tenemos que reconocer la meritocracia solo es posible con una capa tremenda de oportunidades que hay por debajo y eso lleva a querer hacer algo por lo demás.
-¿Cómo se pueden involucrar las empresas para fomentar las donaciones?
- Cuando hablas de una empresa no tiene cara ni ojos. Pero tengo una gran esperanza en los empresarios, porque cuando nos va bien en la vida nos empezamos a hacer las preguntas importantes. ¿Para qué o qué más podría aportar yo? Y el riesgo es canalizar ese ímpetu hacia algo poco efectivo, que es lo que suele ocurrir, porque nadie nos ha enseñado a ayudar bien. Pensamos que igual hace falta una buena idea y eso es un error en la mayoría de los casos. Sea cual sea tu negocio, si tienes claro lo que se te da bien, sigue haciéndolo porque simplemente donando una parte de los ingresos a los programas más efectivos, tienes la capacidad de hacer alquimia. Puedes transformar tu negocio en un impacto tremendo para la gente que más lo que necesita. Nosotros tenemos el sello de Ayuda Efectiva para empresas que quieran ayudar de esta forma.
- ¿Hace falta enseñar a ayudar a los otros en colegios y universidades?
-La ayuda efectiva debería estar mucho más presente en las escuelas, empezando por colegios. Se está trabajando la idea de concienciar, pero esto solo es un primer paso y nos quedamos cortos. Estamos transmitiendo a los niños que cualquier ayuda es buena, pero tiene un punto buenista en el que ignoramos el impacto y haríamos un favor mucho más grande si les dijéramos que ayudar es importante, pero ayudar bien también lo es. Por este motivo, como tenemos una cantidad de ayuda limitada, deberíamos intentar hacerlo lo mejor posible para llegar a más personas. En las universidades y escuelas de negocios está muy presente en el mundo anglosajón. Hay muchos chapters que se plantean estas preguntas, debaten, profundizan en cómo ayudar de forma más efectiva, crean clubes que recaudan y donan y en España es un campo sin explotar en absoluto y hay una oportunidad muy buena. Ojalá introduzcamos estas ideas en el campo de la educación para que los futuros profesionales entiendan que no todas las formas de ayudar son iguales, sino que hay que buscar las de mayor impacto.