VALÈNCIA.-La Master of Wine Jancis Robinson (un título que otorga el Institut of Masters of Wine británico y que solo ostentan 368 personas en el mundo) emitió unas polémicas declaraciones, según las cuales, basándose en sólidos estudios científicos, «las mujeres son mejores que los hombres catando vinos». En uno de estos estudios, publicado en la revista indexada Food Quality and Preference, la investigadora de la Universidad Politécnica de Madrid Carolina Chaya concluyó que «aunque las mujeres generalmente consiguen peores resultados que los hombres en materia de respuesta emocional, son capaces de distinguir mejor los diferentes vinos». La presencia cada vez mayor de la mujer en todos los ámbitos de la industria, la cultura y la ciencia cambia la percepción heredada de los productos de consumo y su cultura. El caso del vino, con toda una tradición de siglos detrás, tanto en su producción como en su degustación, no es ajeno a esta 'revolución'.
Cuatro perfiles de mujeres relacionadas con el mundo del vino se reúnen en las Bodegas Sierra-Salinas para poner al día los fundamentos de la herencia de Baco, cuando la incorporación de la mujer a la cultura del vino, como consumidora, como productora, como conocedora experta, la ha hecho evolucionar a nivel mundial: Carmen Ros Reverte, sumiller del restaurante La Posada, en Torrellano-Elx; Eva Miñano Gómez, directora de Marketing y Comunicación en MGWines - Familia Miñano Gómez / Bodegas Sierra Salinas y Monóvar; Lara Escamez, sumiller y comercial de Exclusivas Uriarte; y Nuria Martí Bruña, enóloga, directora del Máster de Viticultura y Enología de la UMH e investigadora del IDiBE-UMH.
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— La afirmación de Jancis Robinson es un poco como «entrar como un elefante en una cacharrería», removiendo los cimientos de una cultura, la del vino, que es bastante cerrada...
—Eva: una cultura con protagonismo masculino total.
—¿Qué cambios habéis notado?
—Carmen: Cuando sacamos el título de sumiller, el porcentaje de mujeres que estábamos en el aula era bastante equilibrado entre hombres y mujeres.
—Lara: De hecho, empezamos unas treinta personas y la mayor cantidad de bajas se produjeron entre los hombres. Prácticamente todas las mujeres que empezaron lo terminaron. Parece como que la mujer es más constante en la formación…
—Carmen: …incluso teniendo en cuenta los temas de conciliación.
«las enólogas han tenido que demostrar que estaban ahí y que podían hacer lo mismo que un enólogo»
—Nuria: Sí, en los temas de formación sin duda. En la experiencia que yo tengo, formando a enólogos durante mucho tiempo, hemos tenido de todo. Igual que ha habido otros años en los que solo había hombres, hasta años con predominio femenino. Pero sí es cierto que las enólogas han tenido que demostrar que estaban ahí y que podían hacer lo mismo que un enólogo, y eso sí molesta un poco. Yo recibo todavía, a fecha de hoy, comentarios de alumnas que están en bodegas, en España, en Francia, en Italia, en California, y que se sienten evaluadas permanentemente. No estamos discutiendo que la mujer sea mejor que el hombre, sino que en el puesto que desempeña, aunque no tenga la misma fuerza física, es capaz de realizar tareas que tradicionalmente han hecho hombres.
—Y en el caso del vino, además, en el ámbito empresarial, se añade un plus de, digamos, competitividad, que habitualmente se identifica con un perfil masculino.
—Eva: La presencia de la mujer en el mundo de la empresa, en general, tiene las mismas limitaciones que en cualquier otro sector. Aun así, yo creo que hay que 'quitarse el velo'; no tienes, por el hecho de ser mujer, que sentir que no estás capacitada para ello.
—Lara: Es que muchas veces somos nosotras mismas las que nos ponemos las limitaciones. Vas infravalorándote en cada paso. En el campo comercial hay una mujer por cada cien hombres; parece que este mundo errante, en el que pasas todo el día en el coche, tocando puertas aquí y allá, es una actividad que muchas mujeres no ven como atractiva.
—Eva: En la vida, cada día, hay que demostrar todo a todo el mundo. Pero yo, como mujer, no creo que tenga que estar demostrando más que un hombre. En mi puesto de trabajo no. ¿Cuál es el problema? Que como mujer he tenido que adecuar otra serie de facetas de mi vida, para poder llegar a estar a la misma altura. Tienes que organizar mucho detrás, para poder hacerte ver. Cargas tu mochila de responsabilidades que deberían ser compartidas al cincuenta por ciento, pero que nosotras asumimos como propias. Pero cuando estoy en el mismo ambiente, one to one, no me siento discriminada por ser mujer.
—Nuria: No es tanto discriminación, como esa necesidad de estar demostrando en todo momento que eres capaz.