En la Fundación hiberus trabajamos con un propósito claro: conectar personas y tecnología para construir un futuro con más oportunidades para todos. Desde esa visión, participamos activamente en el Observatorio de Derechos Digitales, una iniciativa nacional impulsada por Red.es que reúne a organizaciones tecnológicas, académicas y sociales comprometidas con un objetivo común: proteger y garantizar los derechos en el entorno digital, al tiempo que se fomenta la sensibilización y la educación sobre la importancia de la ciberseguridad, la privacidad y el uso responsable de la tecnología.
El Observatorio de Derechos Digitales constituye un espacio de análisis y reflexión colectiva sobre los desafíos que plantea la sociedad digital, en el que, desde Fundación hiberus, aportamos nuestra experiencia sobre el poder transformador que la tecnología posee en la sociedad. Nuestro papel se centra en trasladar a la ciudadanía y a las empresas la importancia de comprender los riesgos digitales y de asumir una actitud proactiva en su gestión. Porque solo con una cultura digital sólida podremos avanzar hacia un entorno más seguro, inclusivo y de confianza.
La ciberseguridad no es únicamente una cuestión técnica: es también un elemento clave para la protección de derechos fundamentales como la privacidad, la libertad de expresión o la identidad digital. Por eso, desde la Fundación impulsamos proyectos que fomentan la capacitación tecnológica, la formación en competencias digitales y la sensibilización sobre los riesgos y oportunidades que acompañan al progreso tecnológico. Esta labor se alinea de manera natural con los objetivos del Observatorio, que busca precisamente garantizar que la transformación digital se desarrolle sobre una base de confianza y seguridad.
Sin embargo, los retos a los que nos enfrentamos son cada vez más complejos. Las amenazas afectan tanto a las empresas como a los ciudadanos, y su impacto trasciende lo económico: pueden comprometer la estabilidad de servicios esenciales, la privacidad de las personas, la dignidad de ellas o la reputación de organizaciones enteras.
En el ámbito empresarial, la creciente adopción de entornos multicloud ha trasladado los riesgos desde el perímetro tradicional hacia la configuración y gestión de la infraestructura digital. Errores de configuración, una gestión inadecuada de identidades o vulnerabilidades en cargas de trabajo nativas son hoy vectores críticos de riesgo. A esto se suma la escasez de personal especializado, especialmente en entornos de nube, lo que dificulta mantener un nivel adecuado de protección.
Otra amenaza creciente son los ataques a la cadena de suministro de software y al ciclo de vida del desarrollo. Los ciberdelincuentes buscan vulnerabilidades no solo en las aplicaciones en producción, sino también en las fases iniciales del desarrollo, aprovechan dependencias de código abierto inseguras, secretos expuestos o infraestructura como código configurado erróneamente. Estos ataques, conocidos como “shift-left”, comprometen la seguridad antes incluso de que el software vea la luz.
Por otro lado, la inteligencia artificial se ha convertido en un arma de doble filo. Si bien ofrece herramientas poderosas para detectar y mitigar riesgos, también es utilizada por los atacantes para automatizar y sofisticar sus campañas. Los ataques de ransomware o el fraude por correo electrónico corporativo ya no son incidentes aislados, sino operaciones masivas y automatizadas que desbordan la capacidad humana de los centros de operaciones de seguridad.
En el caso de los ciudadanos, las amenazas más comunes siguen siendo la suplantación de identidad, el robo de credenciales y la ingeniería social. El phishing y sus variantes más sofisticadas explotan la confianza y la desinformación para acceder a datos personales y financieros. A ello se suman las fugas de datos y los riesgos asociados a la privacidad, que ponen en peligro la integridad de nuestra identidad digital.
Frente a este panorama, la respuesta no puede ser sólo defensiva. Los riesgos existen desde que existe la vida. La evolución en cualquier aspecto, también en el tecnológico, conlleva avances, beneficios y complejidades. Desde la Fundación hiberus apostamos por una ciberseguridad con propósito: aquella que divulga, educa y construye confianza. La tecnología debe ser un medio para ampliar derechos, no para restringirlos. Por eso, nuestro compromiso con el Observatorio de Derechos Digitales se centra en promover un uso ético, seguro y humano de la tecnología. Porque un futuro digital con más oportunidades sólo será posible si también es un futuro más seguro para todos.

Sandra Parrilla Castellanos es directora de la Fundación hiberus