Tierra de empresas

Entrevista al presidente del muy ilustre Colegio de Farmacéuticos de Valencia

Jaime Giner: "Existe un riesgo para la salud pública si persiste la falta de financiación"

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Las farmacias de la Comunitat Valenciana viven momentos de incertidumbre y cierta tensión. El impago por parte de la administración de la factura correspondiente al suministro de medicamentos del pasado mes ha encendido las alarmas entre los profesionales del sector. Ante este panorama, el Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF) ha alzado la voz para exigir una solución urgente que garantice el mantenimiento de un servicio esencial para la ciudadanía. Su presidente, Jaime Giner, advierte de que no se trata solo de una cuestión económica, sino de la sostenibilidad de un modelo de farmacia que ha demostrado ser clave para la salud pública y el bienestar de los pacientes. Además, analiza las causas y consecuencias del impago, los mecanismos de respuesta del sector y las reformas necesarias para blindar el sistema ante futuras crisis.

¿Cree que este impago de la factura farmacéutica de mayo es un fallo puntual de tesorería o el síntoma de un problema estructural en la financiación sanitaria de la Comunitat Valenciana?

Esperamos sinceramente que esto sea un tema puntual. No queremos volver a la situación vivida entre 2011 y 2013, porque sería una auténtica catástrofe. No podemos permitirnos repetirlo, porque entonces los impagos afectaron gravemente tanto a la salud pública como al tejido farmacéutico. En aquella época, muchos farmacéuticos tuvieron que traspasar sus farmacias porque llegaron a una situación de ruina total y algunos incluso entraron en concurso de acreedores. Confiamos en que se resuelva en breve y, entonces, este mes quedaría como un mes de retraso y las farmacias podrían cobrar con ese desfase. En cuanto llegue ese FLA (Fondo de Liquidez Autonómica), solicitado por la administración autonómica pero no autorizado de momento por el Gobierno Central, la situación se normalizaría y volveríamos a un escenario en el que, la administración cumple con sus obligaciones.

Desde su punto de vista, ¿qué responsabilidades políticas o administrativas deben asumirse ante una situación que afecta directamente a la salud pública y al tejido farmacéutico?
Yo creo que, en este caso, sí que hay responsabilidades políticas. Si el FLA no ha llegado, es porque no ha habido un acuerdo entre el gobierno central y el gobierno autonómico. Y no estoy diciendo que sea culpa de uno o del otro. Lo que tienen que hacer es llegar a un acuerdo lo antes posible para resolver esta situación de la manera menos traumática posible, no solo para las farmacias, sino también para el conjunto del tejido empresarial de la Comunitat Valenciana. La responsabilidad es compartida y hay que actuar en consecuencia. Lo que tiene que hacer la administración es pagar los intereses de demora. Tiene que liquidar lo que se debe y establecer mecanismos de financiación adecuados para que, si vuelve a producirse una situación como esta, sea la propia administración la que avale ese préstamo y asuma directamente los intereses. La farmacia no debe soportar ese peso, porque ya en 2013 los intereses que se generaron fueron equivalentes a una factura mensual completa, y eso es muchísimo dinero.

¿Qué mecanismos financieros utilizan habitualmente las farmacias para hacer frente a estos desfases?
Los mecanismos que solemos utilizar en estos casos son siempre limitados. Normalmente, se recurre a productos financieros como el factoring, préstamos o pólizas de crédito. En estos casos, la garantía suele ser la propia factura impagada o, si son préstamos personales, incluso el propio patrimonio del farmacéutico. También puede intervenir el Colegio, como estamos haciendo ahora, ofreciendo la factura como garantía para estos préstamos. Desde el año 2017, y a raíz de los impagos que sufrimos entonces, concertamos un producto financiero con el banco en forma de confirming. Gracias a este producto, con la garantía de la factura pendiente, el farmacéutico puede adelantar, si lo desea, una mensualidad sin necesidad de sacar un préstamo o contratar otro producto financiero. 

¿Hasta qué punto son sostenibles en el tiempo estos mecanismos?

A corto plazo, un mes de impago se podría asumir con gran esfuerzo, pero si se repitiera otro mes sin cobrar, entonces tendríamos que salir a la calle, cerrar farmacias y tomar medidas. Y si no recibimos garantías durante este mes, posiblemente también lo haremos.

¿Cuáles son las consecuencias menos visibles —pero igual de graves— que este tipo de impagos provoca en la gestión de una farmacia, desde el aprovisionamiento hasta la atención al paciente?
Cuando no tienes liquidez, tienes que empezar a recortar gastos. No puedes despedir empleados, pero sí tienes que limitar las compras, reducirlas al máximo, y eso puede provocar problemas de abastecimiento y afectar directamente al servicio al ciudadano. Y no porque no queramos atenderle, sino porque, simplemente, no hay dinero para comprar los medicamentos. El ciudadano sabe que estamos aquí para ayudar, que siempre le vamos a dar su medicación, pero quizás tenga que volver al día siguiente porque ese medicamento no está disponible en ese momento. Una farmacia media suele tener un stock aproximado de entre 100.000 y 120.000 euros. Si reduces ese stock, puedes conseguir algo de liquidez, no para cubrir toda la factura, pero sí una parte importante. Así que el servicio se ve afectado y eso, al final, repercute en el ciudadano.

¿Considera que existe una falta de reconocimiento institucional del papel sanitario de la oficina de farmacia y su valor estratégico dentro del sistema de salud?

Yo no creo que haya una falta de reconocimiento institucional como tal. Lo que sí falta, y llevamos tiempo reclamando, es una verdadera integración de la oficina de farmacia y su valor estratégico dentro del sistema de salud, tanto en el ámbito valenciano como en el nacional. Podemos aportar mucho y lo venimos haciendo cada vez que se nos necesita: en la pandemia, en la DANA, en situaciones extraordinarias. Nuestra colaboración ha demostrado que podemos resolver muchos problemas del sistema sanitario. Además, desde la Consellería, tanto el conseller como el resto de responsables nos valoran públicamente. Nos consideran profesionales sanitarios activos, y en eso estamos trabajando. 

¿Qué tipo de apoyo esperan por parte de la Conselleria de Sanidad y de la Conselleria de Hacienda más allá del pago puntual: estabilidad, diálogo, reformas...?

Nosotros lo que queremos, además del pago de los intereses, que es una de nuestras principales preocupaciones, es avanzar en reformas estructurales que den estabilidad a largo plazo. Aquí hay dos niveles de actuación: uno dentro de las competencias de la comunidad autónoma y otro a nivel del Ministerio. Para lograr una verdadera estabilidad, es necesario reformar la estructura del sistema sanitario de modo que la farmacia tenga una relación directa con el paciente y pueda trabajar conjuntamente con él. Queremos colaborar con el resto de profesionales del Sistema Nacional de Salud para mejorar la eficiencia y, sobre todo, la salud del paciente. Ya estamos demostrando lo que podemos hacer con nuestros programas actuales. Aunque la administración todavía no nos ha integrado formalmente, estamos trabajando con ellos en cribados de cáncer de colon y de cérvix, así como en programas de atención farmacéutica. Estoy convencido de que este impago no debería frenar ese avance, porque tenemos una buena relación y estamos trabajando bien con ellos.

¿Cree que este impago puede afectar a las negociaciones del concierto que se están gestando?
Yo creo que no debería afectar, porque este convenio que estamos negociando no es solo beneficioso para la farmacia, sino para todo el sistema sanitario y, en última instancia, para el ciudadano. En el concierto se contemplan acciones muy importantes como la comunicación bidireccional entre la farmacia y los centros de salud, el trabajo conjunto con los pacientes, la atención al paciente crónico desde los hospitales y muchas otras iniciativas. Estoy realmente ilusionado con este convenio. 

¿Cómo están transcurriendo las negociaciones?

Es un documento denso, con mucho contenido, y eso es precisamente lo que está haciendo que las negociaciones se estén alargando un poco más de lo previsto, pero van muy avanzadas y hay muy buena voluntad por ambas partes. De hecho, ya hemos puesto en marcha una acción pionera en España: llevamos varios meses utilizando en Castellón y Valencia un sistema para evitar el corte de cupones. Es un paso más en la digitalización y en la seguridad del paciente.

En el contexto actual, ¿puede afirmarse que el modelo de farmacia mediterráneo, basado en un equilibrio entre profesionalidad, capilaridad territorial y sostenibilidad económica, está en peligro?
Si no se garantiza una estabilidad económica, con impagos como este o situaciones como la que vivimos con la COVID, sí que podría haber un peligro importante, sobre todo en lo que respecta a la capilaridad del sistema, especialmente en las zonas rurales. Pero, sinceramente, yo creo que en estos momentos el modelo mediterráneo está consolidado. La Administración, tanto a nivel autonómico como nacional, tiene muy claro que se trata de un gran modelo, y que debe perdurar. El ciudadano es perfectamente consciente y lo aprecia, no solo por la cercanía física, que es esencial, sino por la atención farmacéutica personal, humana, de confianza. Esa atención que solo puede prestarse desde un modelo como el nuestro, que combina profesionalidad, proximidad y sostenibilidad. Por eso creo que nuestro modelo no solo no está en peligro, sino que debemos protegerlo y reforzarlo.

Dejando de lado la cuestión de los impagos, es alarmante el aumento de la violencia de género, con 20 víctimas en lo que va de año y una tendencia al alza en los meses de verano. ¿Qué iniciativas está impulsando el MICOF para abordar esta problemática? 

Desde el MICOF llevamos comprometidos con esta causa desde el año 2004. En aquel momento ya fuimos reconocidos por el Ministerio por nuestra implicación en la lucha contra la violencia de género, y desde entonces ha sido una de nuestras líneas estratégicas sociales más importantes. Hemos impulsado distintas campañas, tanto en colaboración con el Consejo General como de forma independiente. Por ejemplo, hemos trabajado con diferentes administraciones y entidades: con la Policía, con el Ayuntamiento de Valencia, con la Delegación del Gobierno, incluso con comunidades autónomas como Castilla-La Mancha. Hemos hecho cartelería, campañas de información, vídeos que se han proyectado en cines… Uno de nuestros primeros pasos fue incluir en los tickets de compra de las farmacias los teléfonos de ayuda a la mujer maltratada. También hemos desarrollado un protocolo de actuación específico para las oficinas de farmacia ante casos de violencia de género. 

¿Cuál es el papel que pueden desempeñar las farmacias como espacios seguros?
Las farmacias son un entorno cercano y de confianza. Nosotros conocemos a nuestros pacientes y eso nos permite detectar cambios de actitud, de comportamiento, que pueden ser señales de alarma. Y no solo en casos de violencia de género, también en situaciones de soledad no deseada, por ejemplo. Por eso consideramos que la farmacia es un espacio idóneo para ofrecer apoyo, para servir como punto seguro. De hecho, estamos trabajando con la Delegación del Gobierno para ver si podemos marcar oficialmente a las farmacias como puntos violeta. 

¿Qué otras líneas está desarrollando actualmente el MICOF que refuercen la dimensión sanitaria, preventiva y asistencial del farmacéutico?
Estamos desarrollando muchas iniciativas en esa línea, porque creemos firmemente en el papel sanitario, asistencial y preventivo del farmacéutico. Como decía antes, trabajamos en temas como la violencia de género o la soledad no deseada, pero también en servicios profesionales farmacéuticos directamente orientados a mejorar la salud de los pacientes, especialmente de los crónicos. Por ejemplo, hemos realizado un pilotaje muy interesante para que desde la farmacia, y utilizando un aparato específico, se pueda detectar una posible fibrilación auricular. En caso de detectarse, se deriva inmediatamente al médico para que haga la valoración pertinente. Este tipo de servicios pueden marcar una diferencia importante en la prevención y en el diagnóstico precoz de enfermedades. También estamos impulsando la investigación a través de cátedras en la Universidad San Pablo CEU y en la Universidad de Valencia. 

¿En qué consiste el programa Xarxa Pacients?

Quizás uno de los proyectos más bonitos y más consolidados que tenemos. Se trata de una red de pacientes que lleva ya varios años funcionando y en la que han participado más de 2.000 personas. Lo que hacemos en este proyecto es formar a pacientes con determinadas enfermedades crónicas para que ellos, a su vez, puedan formar y apoyar a otros pacientes que sufren la misma patología. ¿Quién mejor que alguien que ha pasado por lo mismo que tú para explicarte cómo afrontar una enfermedad, cómo gestionar los tratamientos, los efectos secundarios, las dudas, los miedos? Hemos trabajado en este programa con pacientes de diabetes, de cáncer, con dolor crónico, fibromialgia, entre otros. Y los resultados están siendo muy positivos. 

¿Alguna otra cuestión que quiera señalar?

Simplemente  me gustaría añadir que los farmacéuticos valencianos nos reivindicamos. Desde el Colegio vamos a llevar a cabo las acciones que nuestros colegiados decidan, especialmente en lo relativo a los impagos. No se trata solo de defender nuestra profesión, sino de proteger el servicio que prestamos a los ciudadanos, incluso en los momentos más duros como fueron los de la pandemia. La farmacia, cuando recibe un trato injusto, lo sufre el profesional, sí, pero también, indirectamente, el paciente. Por eso queremos que la administración asuma su responsabilidad y resuelva esta situación cuanto antes, por el bien de todos.

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