Entrevista

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ENTREVISTA A VICENTE COLOMER, SECRETARIO DEL MUY ILUSTRE COLEGIO OFICIAL DE FARMACÉUTICOS DE VALENCI

“Reivindicamos un mayor aprovechamiento del farmacéutico para mejorar la sanidad pública”

La profesión defiende su capacidad para reforzar la atención al paciente mediante más servicios asistenciales, más coordinación profesional y más proximidad

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VALÈNCIA (VP). La profesión farmacéutica reclama un papel más activo e integrado en el sistema sanitario público como parte de la solución a los retos actuales de la sanidad. Así lo defiende Vicente Colomer, secretario del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF), quien subraya la necesidad de aprovechar mejor el potencial asistencial, social y preventivo de la farmacia. Desde la atención de proximidad y la farmacia rural hasta la coordinación con Atención Primaria y la farmacia hospitalaria, pasando por la formación, la investigación y los servicios profesionales basados en la evidencia, Colomer explica cómo un mayor protagonismo del farmacéutico puede contribuir a mejorar la eficiencia del sistema, reforzar la seguridad del paciente y garantizar una sanidad pública más cercana, equitativa y sostenible.

–2025 ha sido un año intenso para la profesión farmacéutica. ¿Qué balance hace de estos últimos 12 meses? 

–El balance general debe ser positivo. Hemos demostrado que la unión de la profesión, no solo en la provincia de Valencia, sino en toda la Comunitat Valenciana, a través del Consejo Autonómico de Colegios de Farmacéuticos, ha generado beneficios importantes en el avance de nuestras reivindicaciones históricas.

Este trabajo coordinado también se ha trasladado al ámbito nacional, no únicamente dentro del sector farmacéutico, sino en colaboración con el resto de profesionales sanitarios. Como consecuencia, tanto la Administración sanitaria como la sociedad en general están construyendo una imagen distinta del sector farmacéutico.

Avanzamos hacia el reconocimiento de la farmacia como un pilar imprescindible en la vida de las personas, de los barrios y de los pueblos: el establecimiento sanitario más cercano al usuario y el que genera mayor confianza. Dispensamos medicamentos, ofrecemos consejos de salud y asistencia, promovemos el autocuidado de los pacientes y prestamos servicios profesionales. Además, desarrollamos una vertiente social relevante, cada vez más consolidada.

–¿Qué “hitos” concretos llevados a cabo por el MICOF destacaría?

–Posiblemente uno de los más relevantes ha sido la implantación del Sistema de Verificación de Medicamentos (SVM). Permite que la verificación deje de realizarse mediante el cupón precinto y pase a hacerse a través de un código único que incorpora cada envase de medicamento, a modo de carnet de identidad. Hemos sido pioneros en su desarrollo y progresivamente se extenderá a toda España. Garantiza una trazabilidad total y un control mucho más exhaustivo de cada dispensación, de manera que, ante cualquier alerta, es posible identificar a qué paciente se le ha dispensado un medicamento.

Otro hito importante fue la resolución del impago sufrido durante el mes de julio. Se trató de una situación breve, gracias a la rápida reacción de la profesión y a la receptividad de la Administración, que entendió que, al margen de los problemas de financiación, no se puede dejar de atender el pago del medicamento sin poner en riesgo la atención al paciente.

También destacaría dos jornadas ya plenamente consolidadas en el ámbito nacional: la Jornada de Alimentación y la de Dermofarmacia. Ambas se han convertido en referentes por reunir a profesionales que aportan conocimiento y presentan las últimas novedades en cada área.

Asimismo, han sido relevantes los programas de colaboración con la Administración y con otros colegios profesionales, que han reforzado un trabajo cada vez más coordinado. En esta línea, se han consolidado campañas de prevención de la salud desarrolladas en colaboración con la Conselleria de Sanidad y la Dirección General de Salud Pública.

Por último, cabe subrayar iniciativas de marcado carácter social, como el servicio Xarxa Pacients, una escuela de pacientes en la que los propios pacientes actúan como formadores y por la que ya han pasado más de 2.000 personas. También los programas frente a la soledad no deseada, para identificar personas en riesgo de exclusión social, así como la implicación de la farmacia como punto seguro frente a la violencia de género.

–En el acto celebrado por el Colegio con motivo del Día Mundial del Farmacéutico se reconoció el trabajo de numerosos profesionales y voluntarios tras la fatídica DANA, poniendo en valor la vocación y compromiso diarios de la profesión. ¿Qué importancia tiene para el MICOF visibilizar esa entrega?

–El objetivo fue poner en valor la vocación y el compromiso de la profesión. Es fundamental visibilizar que el farmacéutico, en cualquier circunstancia, atiende las necesidades sanitarias de la población, como auténticos héroes anónimos. La DANA arrasó con todo, incluidas las farmacias de todas las poblaciones afectadas.

Reconocer el esfuerzo de nuestros compañeros, que tuvieron la valentía de priorizar la atención a los pacientes por encima de sus propias necesidades, era necesario y un verdadero acto de justicia. Se trató de un servicio prestado en circunstancias extremadamente difíciles, con el apoyo de la distribución farmacéutica y gracias también a la solidaridad de numerosos voluntarios.

Cabe destacar, además, la implicación de farmacéuticos no solo de Valencia, sino de toda España, que se desplazaron para ayudar a reorganizar las farmacias y atender a los pacientes, así como de quienes realizaron donativos destinados tanto a la reconstrucción de las farmacias afectadas.

Entre todos se llevó a cabo un esfuerzo enorme que fue reconocido por el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, otorgándonos el Gran Premio de los IV Premios Farmacéuticos y ODS al proyecto "DANA: Coordinación institucional y red de voluntariado para ayudar a ciudadanos y farmacéuticos afectados".

–En ese emotivo acto, el conseller de Sanitat anunció la inmediata aprobación del nuevo decreto de servicios de urgencia, que fue aprobado por el Consell el pasado 12 de diciembre. ¿Qué impacto tendrán estas medidas para los pacientes y para la profesión?

–Se trata de una modificación largamente solicitada y que, por fin, ha sido atendida. Este cambio permitirá aliviar la elevada carga de servicios de urgencia en las farmacias rurales, especialmente en aquellas situadas en poblaciones con una única farmacia, mejorando la conciliación familiar y el descanso profesional, que hasta ahora estaban muy comprometidos. El decreto posibilitará que estas farmacias puedan disfrutar de vacaciones, una situación que hasta el momento no era viable y que ha llevado a que algunos compañeros, por sorprendente que pueda parecer, no hayan tenido nunca ese descanso necesario.

No obstante, persisten problemáticas similares a las que se dan en los servicios de urgencia actuales, donde en muchos casos no existe descanso compensatorio. Esto implica realizar guardias nocturnas y trabajar al día siguiente sin ningún tipo de remuneración, una carga que recae íntegramente sobre los farmacéuticos titulares, especialmente en el ámbito rural, donde en muchas ocasiones no es posible contratar personal de apoyo. Aunque el decreto supone una mejora para el entorno rural, somos conscientes de que hay aspectos que no se pueden resolver con esta normativa.

–¿A cuáles se refiere y cómo deberían abordarse?

–Por ejemplo, existen poblaciones separadas únicamente por una calle que podrían prestarse apoyo mutuo en los servicios de urgencia sin generar inconvenientes para el usuario, que podría desplazarse fácilmente a la localidad contigua. Esto permitiría racionalizar el servicio, mejorar la atención y favorecer un mayor descanso profesional.

Es importante que Les Corts Valencianes y los responsables políticos sean conscientes de que, mientras no exista un sistema retributivo adecuado —ya sea a cargo del usuario o de la Administración—, se está sometiendo a los profesionales sanitarios a una situación claramente injusta. Son los legisladores quienes, en última instancia, tienen la responsabilidad sobre esta normativa.

Por otro lado, conviene recordar que los centros de salud también disponen de medicación para cubrir situaciones urgentes, de manera que el paciente pueda acceder al tratamiento necesario hasta que la farmacia vuelva a abrir al día siguiente.

Tenemos la sensación de que, si la población fuera plenamente consciente de que estos servicios no están retribuidos, probablemente haría un uso más racional de ellos y no los percibiría como un servicio financiado, porque, en realidad, no lo está.

–También desde la Consellería señalaron avances en el concierto de prestación farmacéutica. ¿Cómo va ese asunto?

–Posiblemente el acuerdo se firme en breve e incorporará servicios profesionales que permitirán una prestación más ágil, completa y cercana a los usuarios del sistema de salud. Entre ellos, se incluyen servicios de dispensación colaborativa que facilitan acercar la medicación hospitalaria a la población, especialmente en municipios donde los pacientes ya no tendrán que desplazarse al hospital, ya que la medicación llegará directamente a su farmacia comunitaria, con un horario más amplio que el hospitalario y evitando desplazamientos innecesarios.

Otro ámbito de avance es la gestión de los problemas de suministro y el acceso a medicación extranjera. Ante situaciones de desabastecimiento, se están impulsando mecanismos que permitan al paciente acceder al tratamiento con menos dificultades, facilitando la sustitución terapéutica cuando la Administración ya tiene conocimiento del problema y siempre con la intervención del médico prescriptor.

Asimismo, se están introduciendo mejoras en el seguimiento de la adherencia terapéutica en pacientes polimedicados con dificultades en la gestión de su medicación. A través de sistemas personalizados de dosificación, se prepara la medicación semanal en “super blísteres” organizados por días y tomas, lo que facilita el cumplimiento del tratamiento.

También se reforzará la atención a pacientes institucionalizados. En los centros residenciales y sanitarios vinculados a una farmacia comunitaria se mejorará la atención mediante registros específicos y revisiones periódicas de la medicación.

Por último, se avanzará en la implantación de canales de comunicación protocolizados entre médicos, otros profesionales sanitarios y la farmacia comunitaria, hasta ahora inexistentes, así como en la mejora de la atención farmacéutica en el ámbito rural, especialmente en zonas con riesgo de despoblamiento.

–Uno de los objetivos estratégicos del Colegio es fortalecer la unión y coordinación entre todas las modalidades profesionales farmacéuticas —farmacia comunitaria, salud pública, hospitalaria, distribución…—. ¿Está vinculado dicho objetivo con la “ansiada” integración de la profesión en el sistema sanitario?

–Se trata de una iniciativa que afecta a todos los farmacéuticos, con independencia del ámbito en el que ejerzan. Conocernos mejor y coordinarnos en las tareas que cada uno desarrolla en su modalidad profesional es fundamental y redunda, en beneficio de los usuarios del sistema sanitario.

La colaboración entre la farmacia hospitalaria, la de atención primaria y la comunitaria nos permite, además, un mayor acceso y una relación más fluida con otros profesionales sanitarios. La práctica habitual ya facilita este contacto en algunos casos, pero estos avances contribuyen a conocer mejor el trabajo de las distintas modalidades y a estrechar la colaboración con otros sanitarios.

De hecho, el nuevo concierto contempla la posibilidad de establecer una comunicación protocolizada, ágil y segura con los médicos de Atención Primaria y con otros profesionales, como enfermería. Esto permitirá resolver de manera rápida incidencias que puedan surgir en la dispensación, siempre con garantías para el paciente. Por ejemplo, ante la detección de un posible problema relacionado con un medicamento, el farmacéutico podrá consultar directamente con el médico para confirmar si la prescripción responde a una necesidad clínica concreta o si se trata de una duplicidad, una interacción o una contraindicación no detectada.

Asimismo, este sistema facilitará la corrección de posibles errores de dosificación, que pueden producirse de forma involuntaria, sin obligar al paciente a desplazarse de un recurso sanitario a otro. 

Todo ello permitirá avanzar en la interoperabilidad de la información clínica, de modo que la medicación dispensada en la farmacia comunitaria pueda ser conocida por el médico cuando atienda al paciente, mejorando la continuidad asistencial y la seguridad del tratamiento.

–El MICOF apuesta por un modelo de farmacia asistencial, centrado en la atención personalizada y la proximidad al paciente. ¿Cómo definiría este modelo y por qué es esencial para el futuro no solo de la farmacia, sino del sistema sanitario?

–La atención sanitaria tiene un carácter esencialmente asistencial, incluso cuando se desarrolla desde estructuras que no tratan de forma directa con el paciente. La medicación que se administra en el ámbito hospitalario es adquirida, preparada y ajustada a las necesidades del paciente, además de ser validada previamente, y detrás de todo este proceso se encuentra el farmacéutico hospitalario. Del mismo modo, en Atención Primaria existen farmacéuticos responsables de la gestión y el uso de los medicamentos en los centros de salud.

En el ámbito de la Salud Pública, los farmacéuticos desempeñan un papel clave en la gestión de las vacunas que se administran a la población, incluidas las campañas de vacunación infantil y de la gripe, entre otras.

En cuanto a la farmacia comunitaria, el sistema cuenta con profesionales que asesoran y dispensan medicamentos tanto para la salud humana como para la salud animal. No se trata únicamente de entregar un medicamento, sino de prestar un servicio integral de atención farmacéutica. Entre estos servicios se incluyen el seguimiento de pacientes con enfermedades crónicas, los programas de deshabituación tabáquica y el apoyo a la adherencia terapéutica, actuaciones cada vez más implantadas en la farmacia comunitaria.

Por último, destaca el componente social de la farmacia, que va más allá de la atención a situaciones de soledad no deseada o de violencia de género e incluye, en muchas ocasiones, labores de acogida y acompañamiento. Todo ello se apoya en una red de farmacias con una capilaridad extraordinaria, que permite llegar prácticamente a toda la población.

–Orientado a ese modelo asistencial, el Colegio impulsa la formación en Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales (SPFA) y proyectos como INDICA+PRO, centrado en síntomas menores y el consejo farmacéutico. ¿Qué beneficios ofrecen estas actuaciones tanto en el paciente como en el sistema sanitario?

–Indica+Pro es un proyecto que desarrollamos a nivel nacional junto con la Sociedad Española de Farmacia Familiar, Comunitaria y Clínica, la Universidad de Granada y el Grupo de Atención Farmacéutica de Granada. Este proyecto demuestra que un mayor aprovechamiento del farmacéutico en los procesos de indicación farmacéutica —cuando el paciente solicita un medicamento para un problema de salud concreto— puede aportar importantes beneficios al sistema sanitario. A través de protocolos definidos, el farmacéutico puede valorar si esa opción es la más adecuada o si es necesario reorientar al paciente, lo que supone un ahorro económico para el sistema y, sobre todo, una optimización del tiempo del médico de Atención Primaria, actualmente muy saturado.

En casos de síntomas leves, como un resfriado común, el farmacéutico puede diferenciar si se trata de un proceso banal o de una situación que requiere derivación médica. Si se identifica un problema mayor, el paciente es remitido al médico; si no, puede resolverse en el propio ámbito de la farmacia, evitando una consulta innecesaria.

Si además este procedimiento estuviera financiado, se contribuiría de forma significativa a descongestionar las consultas de Atención Primaria. En ningún caso se pretende sustituir al médico, sino filtrar y gestionar síntomas menores para que las derivaciones se produzcan únicamente cuando exista una necesidad clínica real. De este modo, los médicos podrían dedicar más tiempo a los pacientes con patologías complejas, mejorando así la calidad de la atención.

–En esa labor asistencial, también son clave las farmacias rurales. Usted afirmó recientemente que "El pueblo que pierde la farmacia pierde el presente". ¿Es la farmacia rural el último eslabón frente a la despoblación? 

–En una ocasión cité públicamente una idea que no es original mía, pero que adapté para enriquecer la realidad del medio rural: cuando un pueblo pierde una escuela, pierde el futuro; cuando pierde la farmacia, pierde el presente. Lamentablemente, la farmacia es, en muchos casos, el último servicio sanitario que permanece en los pueblos.

Además, la farmacia rural es un recurso sanitario clave que puede apoyar al sistema mediante tareas de seguimiento de enfermedades, especialmente en entornos donde no hay otros profesionales sanitarios de forma permanente. Desde la farmacia se pueden realizar tomas de parámetros que se incorporen a la historia clínica, de modo que el médico, esté donde esté, pueda consultar esa información, diagnosticar, prescribir, recomendar actuaciones o incluso activar recursos de emergencia, como una ambulancia.

El perfil de la población rural es, en su mayoría, de personas mayores, polimedicadas y con múltiples patologías, y en muchos de estos entornos el único profesional sanitario presente de forma continuada es el farmacéutico. Por ello, sostengo que el presente de los pueblos es la farmacia, porque sin ella no sería posible atender adecuadamente a la población que reside en ellos.

–El MICOF también desarrolla una importante labor en el ámbito de la investigación, gracias a iniciativas como la Cátedra DeCo y la Cátedra de Uso Racional del Medicamento, que no dejan de estar vinculadas también a esa labor asistencial. ¿Cómo repercuten estas cátedras en la mejora de la profesión?

–Esta fue también una visión compartida desde el Colegio: colaborar activamente en la investigación, un ámbito imprescindible para el avance de la ciencia. En este sentido, las dos cátedras impulsadas —una con la Universidad CEU Cardenal Herrera y otra con la Universitat de València— están permitiendo que el conocimiento científico se genere de forma conjunta con la práctica profesional, algo fundamental para que ambas realidades avancen de la mano.

Gracias a estas cátedras se promueve una formación estructurada y orientada del farmacéutico, así como la implantación y mejora de servicios profesionales basados en la evidencia científica. Para ello, se analizan y evalúan los datos obtenidos, se fomenta una cultura de evaluación continua y se estudian los resultados, que posteriormente se traducen en publicaciones y conclusiones en revistas científicas especializadas.

Todo este trabajo contribuye de manera directa a reforzar el papel asistencial del farmacéutico y a incrementar la calidad y la seguridad de la atención que recibe el paciente, además de posicionar a los profesionales farmacéuticos como agentes sanitarios clave dentro del sistema de salud.

–El Colegio ofrece numerosas formaciones con el objetivo de alcanzar la excelencia en la profesión. Por ejemplo, en junio se celebró la VI Jornada de Alimentación, en noviembre la VII Jornada de Dermofarmacia y la Jornada contra la violencia de género y las farmacias como espacios seguros. ¿Está satisfecho con los pasos dados este año?

–Durante el año 2025 se llevaron a cabo más de 100 actividades formativas, con una inversión superior a las 1.300 horas y la participación de más de 8.000 alumnos. Teniendo en cuenta que el número de colegiados ronda los 5.000, esto pone de manifiesto que muchos profesionales han participado en más de una acción formativa. Nuestro principal objetivo es que todos los farmacéuticos colegiados puedan mejorar continuamente y alcanzar la excelencia profesional.

Por ello, desde el Colegio se trabaja de forma constante para adaptar la oferta formativa a las necesidades reales del farmacéutico, en un entorno profesional en permanente evolución. En este sentido, han sido años muy positivos, con una respuesta muy favorable por parte de los colegiados.

Además, parte de la cuota colegial se destina a formación y puede canjearse mediante lo que denominamos crédito formativo. Es decir, una parte de lo que se aporta se revierte directamente en la posibilidad de acceder a formación colegial gratuita, un aspecto que consideramos especialmente relevante.

–Finalmente, ¿qué mensaje trasladaría a la profesión farmacéutica de cara a 2026?

–A mis compañeros farmacéuticos, en cualquiera de sus modalidades profesionales, les diría que han demostrado en todo momento una enorme profesionalidad y una entrega incondicional al paciente. Es fundamental no perder nunca esta seña de identidad que nos hace cercanos a quienes nos necesitan. Debemos seguir mejorando día a día en profesionalidad, en formación y en humanidad, porque solo así podremos ser los profesionales que nuestros pacientes necesitan para acompañarlos en su salud desde una visión integral.

Una visión que no se limita únicamente a la dimensión física, sino que también abarca la salud psicoemocional, la salud animal —tan vinculada a muchas personas— y el cuidado del medio ambiente que nos rodea y nos permite vivir en él. Solo desde una concepción global de la salud somos capaces de avanzar hacia una verdadera mejora de la salud y de la calidad de vida de la población.

–¿Y qué mensaje querría enviar a la ciudadanía sobre el papel que desempeña el farmacéutico en el cuidado de la salud?

–A los usuarios les trasladaría la importancia de saber que detrás de cada medicamento siempre hay un farmacéutico, velando por la calidad y por su uso correcto. Les animaría a acudir al farmacéutico en cualquier ámbito siempre que necesiten la atención de un especialista en medicamentos, porque ese especialista es, precisamente, el farmacéutico. No solo para medicarse adecuadamente, sino para cuidar de su salud en un sentido amplio, porque toda ella nos importa, y mucho.

También es importante advertir de que las consultas al llamado “doctor Google” o a la doctora “inteligencia artificial” no siempre ofrecen indicaciones adecuadas ni información contrastada. Por ello, es fundamental ser críticos con la información que se encuentra y no darla por válida sin garantías. Teniendo una farmacia tan cerca, no merece la pena asumir riesgos innecesarios cuando el farmacéutico puede ofrecer un consejo profesional, seguro y personalizado.

Por último, pediría a los ciudadanos que cuenten con los farmacéuticos y con todo lo que podemos ofrecerles, y que también reclamen a las autoridades que se aproveche mejor el potencial de la profesión para cuidar de su salud desde la proximidad y con una distribución sanitaria más eficiente. 

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