Hace un tiempo que dejó de estar mal visto el circular por carretera con una furgoneta vieja y destartalada con el único objetivo de recorrer mundo. Marco d' Eramo en su libro, El Selfie del Mundo vaticinó que la mayor industria del siglo XXI sería el turismo. Y la profecía se ha cumplido. El profesor romano no se equivocó en su análisis, el turismo arrastra a otras industrias. Sin turismo las industrias automovilística, aeronáutica e inmobiliaria dejarán de ser emergentes.
Desplazarse en una camper se ha puesto muy de moda entre un público muy joven. Para conocer a fondo esta práctica forma de viajar me encuentro con Tente y Verónica, pareja con espíritu joven que dirige la empresa Vansicampers. Este equipo junto a Peris se dedica en cuerpo y alma a camperizar furgonetas. El mes de julio es tiempo para las bicicletas y también para las campers, pese a estar el precio de la gasolina por las nubes. Si es verdad que durante el desplazamiento por la antigua carretera Nararet-Oliva, ruta de la felicidad, atisbo un menor tráfico de autocaravanas y furgonetas. El alto coste del petróleo refinado tiene algo que ver. Quizá las estancias sean más largas y los recorridos más cortos.
La reunión, ha habido muchos intentos fallidos, acaba fijándose para esta semana. La cita, un lugar al sur de València, con un calor sofocante y a pleno sol. La sal marina perfuma el ambiente. Al llegar al punto de encuentro me quedo sorprendido, estamos en el Cap i Casal y la estampa no difiere mucho de una icónica imagen del desierto de Arizona. No voy a emular a ningún atrevido reportero de la cadena Mega, solamente conocer a fondo el trabajo que realiza este singular equipo cada día.
Tente está atendiendo a un cliente que se ha desplazado al lugar, y está instalando no sé que pieza en un vehículo. El sol está rabiando, no da tregua, he perdido algo de vista y no puedo apreciar la mecánica. Verónica gestiona el sitio web de venta online de piezas y recambios para las campers. La oficina es una furgoneta abandonada, algo kitch, con gusto y me da la impresión que dentro del desorden, catálogos, facturas y paquetes todo lo tiene milimétricamente controlado.
Mientras trabajan voy preguntando, sorteado por interrupciones del teléfono o de algún repartidor que los visita para dejar algún paquete. Nadie de los allí reunidos disfrutamos del crédito del tiempo. Tente antes de iniciar esta actividad en el año 2002 era matricero. Sus manos son una herramienta indispensable para poder trabajar. Es un tipo perfeccionista. Hoy en día la situación no es como antes, las duras normativas les obligan a ser exquisitos en sus labores. Sino lo hacen, las inspecciones tumban el parte que es una de las cosas que ellos conocen al dedillo.
Realizan trabajos de un día, de una semana y de meses. En ocasiones la lista de espera es amplia. Pedro en este trabajo existe mucho intrusismo. En su catálogo de oficios abundan hasta los autobuses. Verónica está a pocos metros, no ha abierto aún el mail, pero reconoce que trabaja con muchos fabricantes alemanes, italianos e ingleses. Sistemas de calefacción, bases giratorias, ventanas, neveras entre otros utensilios están en el top de pedidos de sus clientes.
La verdad, bien sea dicha, que estos chicos se ganan muy bien la vida, disfrutan de ello, y me ha encantado poder conocer a fondo su labor. De regreso, durante el camino, me cruzo con dos de ellas con la mirada fija en Google maps, el destino, alguna carretera secundaria de este país. Otra forma de viajar es posible. Imaginación y carretera.