VALÈNCIA. Ante un reguero de art déco, un maestro consolidado a punto para la nueva reconversión de su vida laboral (lo de a punto es una mala broma… luego lo verán) y un joven despuntando con luz (la de su lámpara Coco) se reúnen para enfocar un cosmos estratégico como el diseño del mueble en València.
Vicent Martínez y Ramón Arnau son paradigma del enlace entre un pasado que puso unas bases prometedoras y un futuro que debe situar el mueble valenciano en relación con sus propias cualidades genuinas.
“Cuando nació Ramón yo ya llevaba muchas horas de vuelo”, advierte Martínez.
Vicent Martínez, 1949.
Ramón Arnau, 1984.
-¿Qué tiene el mueble?
-Ramón Arnau: Es como mimar un objeto que se puede convertir en objeto de culto. Después esa pieza va a tener un recorrido, pueden admirarla o puede pasar completamente desapercibida, pero va a tener una vida real.
Vicent Martínez: Me ha recordado a un texto de Pedro Miralles que habla del mueble como objeto que te acompaña, capaz de apasionar.
(Palabras de Pedro Miralles en el número de noviembre de 1993 de la revista Diseño Interior: "Me pregunto a menudo cúal es la capacidad que tienen algunos muebles u objetos de seducirnos provocando en nosotros una turbación semejante al enamoramiento. Creo que se debe al entorno emocional que son capaces de desarrollar, haciéndonos entrar en una relación inquietante y afectiva, capaz de transmitir una poética propia”).
Vicent Martínez: Dicho eso, yo llego al mueble de una manera casual. Lo que quería es comunicar. No quería ser artista, aunque estaba destinado a ser pintor de palmitos como mi padre. Comencé a serlo a los 16 años y justo cuando tenía que ir a la universidad entré en el diseño gráfico y me hizo ver que hay otro mundo… más allá de los palmitos. Con una beca del Champagne Castellblanc para artistas pensaba irme a Suiza, la referencia gráfica por antonomasia. Pero no me dieron el pasaporte porque en breve tenía que hacer la mili. Acabé en Barcelona, en la Escola Massana. Con el tiempo me llevó a formar el grupo valenciano Nuc junto a Dani Nebot, Lola Castelló y Luis Adelantado. Intentamos hacer comunicación y muebles.
-¡El mueble!
-Ramón Arnau: Comencé haciendo arquitectura, pero justo me di cuenta que lo que más me gustaba es cuando entraba a pensar en cómo se habitaría, pensando en el mueble en relación con el espacio. Vi las maquetas de los proyectos de fin de carrera de los alumnos de diseño y dije: ¡esto me gusta!
Vicent Martínez: Con Nuc entramos en una crisis y decidimos, pactadamente, que cada miembro escogiera un área de trabajo. Daniel Nebot escogió diseño gráfico, Lola Castelló interiorismo, Luis Adelantado era marchante y yo, inconscientemente, elegí producto, muebles. Comencé con inspiraciones por el pino, nórdico, frente a la carga valenciana, descontextualizada de las corrientes modernas. Cuando movía otro tipo de muebles los comerciales me decían que no eran muebles, eran cajas de naranjas. Nos decidimos a diseñar, fabricar y comercializar, y ahí empezó todo.
Ramón Arnau: El último proyecto que hice con la escuela lo presenté al salón nude de Feria Valencia, con un prototipo, con una beca que nos dio Bancaixa. La última que dio. En ese momento tenía tanta hambre, y todavía la tengo, que lo que fuera me apetecía hacer. La primera pieza que hice fue una de iluminación que después se convirtió en Coco, premio ADCV, para Almerich.
Vicent Martínez: Es clave esa fuerza, decir ‘me voy a exponer, que me vean, éste soy yo’.
-¿Cómo fue esa exposición cuando comenzaste?
-Vicent Martínez: Había que abrir un camino, no tanto porque no hubiera tradición, porque recordemos que en València, en los años 30, se hacía mueble cubista, por imitación había conexión con las vanguardias. Mariner hacía muebles de tubo con influencias de la Bauhaus. Pero claro, en los años 50, 60, se fulminó. Cuando yo llegué todos íbamos a mirar al aparador de Martínez Medina, pero no había una base como hoy, ha cambiado mucho la formación, el tejido industrial. Hoy ya sí hay un contexto de empresas que trabajan con diseñadores y saben lo que es. Esto comenzó a ocurrir cuando Ramón nació, en 1984, con el IMPIVA, que comienza a enviar a los talentos a las mejores escuelas.
Ramón Arnau: Cuando mi generación comienza ya sí hay muchos referentes. Los vemos con una mezcla de envidia y admiración, envidia porque han podido diseñar y definir su profesión, nosotros en cambio tenemos que adaptarnos, reinventarla quizá. Como diría Paquita Salas, el diseñador de mi generación debe ser un diseñador 360, no podemos ser únicamente diseñador de mueble, ya Manolo Bañó nos advertía: no escojáis solo una vía.
Vicent Martínez: Sobre todo porque si eres un diseñador independiente y quieres acercarte a la empresa, para ellos el diseño no es una cosa cerrada.
Ramón Arnau: Debe ser un eje, no es que diseñamos para empresa, sino es que acoplamos el diseño en el modelo de la empresa, enfoco mis acciones desde el diseño, no diseño un catálogo y ya está.
Vicent Martínez: Me gusta la frase de que lo importante no es diseñar un objeto, sino las consecuencias del diseño. El diseño no es un elemento aislado de la empresa, es una herramienta.
-¿Definitivamente la empresa entiende mucho mejor ahora el diseño?
-Ramón Arnau: Sí, sería muy triste, después de todo, que no fuera así.
Vicent Martínez: Indudablemente sí. Sobre todo porque al final la formación empresarial se basa en los casos de éxito… y en los casos de éxito siempre hay detrás diseño. La creatividad es el elemento diferenciador de las empresas de éxito.
-Vuestros casos de éxito…
-Ramón Arnau: Tanto en Almerich como Cármenes, para quien hemos desarrollado productos, han sabido escucharnos.
Vicent Martínez: Quizá hace poco me hubiera costado explicar mi etapa. Hasta 2014 tenía que hablar de Punt Mobles, mi relación única durante tantos años, una relación muy especial como editor, productor y diseñador. Hicimos un proyecto empresarial de éxito… hasta la crisis. Aunque salvamos el pabellón yo ya entendí que tenía que salir. Monté un estudio independiente desde una atalaya… y la primera empresa que me abre las puertas fue Point. De Punt a Point. Ha sido una reinvención, deseada pero una reinvención. Pensaba que en esta nueva etapa de mi vida podía ser muy bonito volver a ser solo diseñador. ¿La lección? Que me hubiera gustado hacerlo antes…
-¿Cómo se va a asentar en los próximos años el diseño del mueble en València?
-Ramón Arnau: Por un lado tenemos empresas muy punteras (Punt, Viccarbe, Actiu…) y al mismo tiempo empresas anticuadas, que todavía no han dado el paso.
Vicent Martínez: Lo veo con mucho optimismo. Comparo cuando yo comenzaba, apenas había referencias, era un páramo, Siberia, allí hacía un frío… Ahora sí se está calentito. Esa labor de los años del IMPIVA enganchó a mucha gente. Andreu, Gandía Blasco… entraron en la historia. Los incentivos para empresas, las escuelas de formación, las becas en el extranjero… Todo tiene que ver con políticas industriales. Para la nueva Agencia Valenciana de la Innovación, quizá ahora el reto pasa por generar un tejido industrial con dimensión, la innovación como un aspecto tractor.
-¿El sector valenciano tiene, o puede tener, unos atributos propios?
-Vicent Martínez: Tiene que ver más con la propia personalidad de las personas, una posición muy abierta, nada dogmática, ligera y fresca, con capacidad para hacer productos claros y comunicativos.
Ramón Arnau: Diría que debe ser la artesanía. Tenemos una artesanía valiosa que no debería quedarse solo como souvenir, sino aprovecharla para crear productos propios y contemporáneos.
Vicent Martínez: Justo porque estamos a punto de perder, o de aprovechar, valores y mecanismos propios de la ebanistería. Cómo se llevan a un mundo contemporáneo, es el desafío. El CEO de la compañía para la que estoy trabajando una nueva colección me comentaba que ningún diseñador quería afrontar la línea clásica, y es verdad, es un trabajo para no rechazar, hay muchas posibilidades para, desde la artesanía, aportar propuestas nuevas.
Ramón Arnau: Se puede convertir en una diferencia de carácter, de identidad, una identidad que es diferente a la de Francia o Italia.
Vicent Martínez: Hemos llegado a un momento en el que, si hacemos una cata a ciegas, no distinguirías qué es de una empresa o qué es de otra.
Ramón Arnau: Hace mucho tiempo que lo pienso.
Vicent Martínez: Cuando alguien contrata a Jaime Hayón sabe que es un Jaime Hayón. Pero salvando individualidades ejemplares como ésa, lo que hay es mucho mimetismo. Más que minimalismo hay mimetismo.
Ramón Arnau: Has de elegir, mimetizarte... pero en la empresa para la que vas a trabajar y hacer un producto que les sirva a ellos.
Vicent Martínez: El problema es que muchas veces la empresa te llama pidiendo algo que se parezca a eso otro que ha visto. Y eso te aboca al mimetismo. Cuando alguien me decía que eso otro tenía mucho éxito les contestaba: eso ya está hecho, hagamos otra cosa. Cuando en 1985 presenté La Literatura (su icónica pieza librería) mi red comercial estaba incrédula. ¿Eso lo has hecho para decorar un stand? Les acabó abriendo todas las puertas.
Ramón Arnau: Lo digo en las últimas reuniones: no se trata de diseñar productos, se deben vender usos, qué quieres transmitir.
Vicent Martínez: El tú qué quieres ser.
-¿Cómo cambiará el hogar?
-Ramón Arnau: En los 70 buscábamos estancias cerradas para usos concretos. Ahora es la anarquía, no hay reglas en el hogar.
Vicent Martínez: El hogar no deja de ser reflejo de estatus o modo de vida, con un valor de representación. Pero en todos ha influido la tecnología, primero cambiando las cocinas. El tótem que antes era la chimenea ahora es la pantalla. El ámbito que irá cambiando más será el dormitorio, menos estancado, más integrado.
Ramón Arnau: La libertad de vivir como quieras. Antes las casas se pensabas más para recibir, en base a unas normas sociales. Ahora ya no. Nos pide que el mueble defina el espacio libremente, con piezas que puedan estar en un salón, en el exterior.
Vicent Martínez: Esa vida menos jerarquizada también está llegando al espacio de trabajo, mucho más flexible, con oficinas muy desdibujadas. Cambian las maneras de vivir.