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EL CUDOLET / OPINIÓN

Vicente Bertrán de Lis: constitucionalista, liberal y banquero revolucionario

9/11/2019 - 

La perla del Turia ha sufrido tres puñaladas mortales en los últimos siglos, tres asedios, tres ocupaciones, tres guerras. València, ocupada por tropas borbónicas-Guerra de Sucesión-soldados franceses-Guerra de la Independencia- y militares nacional-católicos-Guerra Civil- sigue viva. Las guerras son una violación de lo inviolable, conquistan a base de la fuerza el corrosivo carácter, código interno, del ser humano. Según se mire, victorias amargas o derrotas dulces, ganadores y vencidos. Las guerras emergen de la codicia o del delirio de divinos personajes que jamás debieron desempeñar la dirección de un gobierno de una nación, ni ostentar ningún cargo o título, ni mucho menos dirigir un ejército. Con algún que otro rasguño en la alzada muralla, en una de las torres en pie (Quart) se vislumbran las heridas aún sin cicatrizar del indiscriminado bombardeo suscrito por el fuego de los cañones..

Es fácil sacudir la memoria, viajar en el tiempo y retroceder dos siglos para situarnos en el fragor de la contienda. Ahí están las hemerotecas, cotejadas con las pulcras escrituras de la brillante pluma del cronista valenciano Vicente Boix y otros autorizadísimos historiadores, enmudeciéndonos de las vivencias labradas en la València afrancesada de principios del siglo XIX. Empresa militar, entretenimiento, partida de ajedrez disputada por la ocurrencia de dos jugadores, el estratega  Napoleón Bonaparte y Fernando VII. El pueblo, atajó de lleno el camino a la victoria soltando un derechazo denominado rebelión y devolviendo las rejas a las fortificadas fronteras tras la conquista militar a la Corona. 

La escena nos sitúa en el lecho histórico de la Guerra de la Independencia. Casi siempre, apelamos a la exaltación vigorosa de un sentimiento nostálgico en memoria de la  figura retórica de Vicente Doménech,El Palleter”,  labrador declarado en rebeldía contra el poderoso ejército francés. Un personaje más de la insumisa revuelta, pero no el único. La historia debe refrescar y sombrear el papel desempeñado en la citada  rebelión de un financiero natural de València, Vicente Bertrán de Lis (1772-1857).  Se baraja la posibilidad  del arriba referenciado que descendiera de un linaje autóctono de la ciudad saqueada por Felipe V (Xàtiva) en otra de las guerras que sufrimos los valencianos. Tras el atroz genocidio conducido por las tropas castellanas, la bella ciudad de los Borja, quedó reducida a cenizas teniendo que exiliarse la familia Bertrán de Lis  al Cap i Casal. 

La mixofilia generada por el cambio de residencia de los antepasados de Vicente Bertrán de Lis  se remonta a mediados del siglo XVIII, gracias a un laborioso estudio de la vida laboral y familiar llevada a cabo por Manuel Ardit Lucas para la Universitat de València y de Telesforo M. Hernández Sempere, entre otros eruditos del tema El  origen del negocio familiar nos conduce a una gran tradición hornera y pastelera. Poseían una expendeduría de venta de pan, epicentro empresarial, situado en la calle de la Pelota, y extendido a otras unidades de negocio. Los Beltrán de Lis amasaron tal fortuna que tales acciones empresariales les llevaron a codearse con las altas esferas de la Villa, e incluso a expandir y diversificar sus inversiones fuera de las fronteras españolas. Alguien se preguntará, si el verdadero papel de Vicente fue realmente el de un prestamista. Pienso que no, el banquero actuó con cierta estructura de aquellos tiempos blindando todas sus operaciones con la seguridad contraída en la figura pública notarial.

Vicente Bertrán de Lis financió gran parte de los contratos requeridos ante las demandas de un desabastecido ejército aupándole a lo más alto de la cima. Abasteció las bocas de miles de soldados en las operaciones bélicas cursadas durante la ocupación francesa. Hombre que supo driblar las adversidades de los tiempos con la bravura de la inteligencia. Algunos historiadores sitúan a Vicente en el marco del analfabetismo, no sabiendo leer ni escribir, lo cual discrepo. Vicente fue el encargado de dirigir los negocios de una larga saga dedicada en cuerpo y alma a amasar propiedades, bienes y dinero. La compleja figura del financiero es a la vez fascinante. Poco o nada se ha escrito sobre él, salvo los trabajos de los autores anteriormente citados. De reconocido pensamiento liberal, respaldó la Constitución de Cádiz de 1812, más conocida por “La Pepa”. Fue preso por su adhesión a la revolución liberal, gracias al beneplácito e intervención del propio Fernando VII, consiguió la preciada libertad. El reconocimiento público le llevó a exiliarse del país recalando en ciudades como Londres y París.

La ocupación francesa del Cap i Casal debería ser motivo de un profundo estudio y análisis por su especial singularidad y proximidad en el tiempo. La historia apenas ha abordado con eficacia el corto periplo de la invasión napoleónica. Demasiados interrogantes se ciernen sobre la desconocida figura del financiero revolucionario. Banquero con gran cantidad de escritos y trabajos literarios. Brazo financiero de la Casa Real, ni la sabia Wikipedia ha creado un apartado en el mundo digital de su vida, obra y trayectoria.  Y otras tantas curiosidades se quedan en el tintero como son las incógnitas del desaparecido y bello Palacio del Real, la historia del Ducado de la Albufera asignado a dedo al Mariscal Suchet, pasando por la aportación francesa a la cultura, arquitectura y vida social valenciana. Lo dicho, hoy jornada de reflexión.

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