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El director del Palau de la Música hace balance de su primera temporada al frente de la institución cultural y desvela los principales proyectos que está abordando y se podrán concretar a partir del próximo curso
VALÈNCIA. Vicente Llimerá cumple un año al frente del Palau de la Música. El año del cambio de ciclo, con la reapertura del edificio como punta de lanza. Tras una temporada 2023/2024 que ha sido aplaudida pero que solo ha tenido que gestionar, ahora empieza la primera que ha diseñado, y empieza a concretar algunos de sus planes a medio-largo plazo. Sobre esa mirada al presente y al futuro de la institución, contesta a las preguntas de Culturplaza.
-Estamos a las puertas de la nueva temporada ¿Cuáles son sus expectativas?
-La expectativa principal es afianzar al público. El año pasado mi preocupación era que el público volviera tras cuatro años de cierre porque temía que se hubiera roto ese vínculo entre los aficionados y el Palau. Este año hemos diseñado una temporada que creo será del agrado de todos, y las primeras impresiones han sido positivas. Ahora estamos esperando la respuesta del público para adaptarnos según sea necesario. Hemos implementado acciones que creo ayudarán a aumentar el número de asistentes y abonos. También hemos ajustado el marco regulador de precios (que no se actualizaba desde 2009) y ofrecemos descuentos importantes para jubilados, estudiantes, familias monoparentales o parados de larga duración. Si conseguimos consolidar al público, estaré satisfecho, aunque siempre aspiramos a más.
-En una de sus primeras ruedas de prensa como director del Palau mencionó que su aspiración era llegar a 1.200 abonados, que ha sido el máximo de la historia del Palau. ¿Cree que es realista?
-Estamos trabajando para ello. Aunque soy precavido, porque el contexto social y económico a veces nos limita, tengo expectativas de superar los 1.000 abonos este año. No sé si llegaremos a 1.200, pero esa es la meta.
-En el contexto actual, parece que los auditorios han visto cómo, cada vez, hay menos público abonado y va ganando peso la compra de entradas.
-Es cierto que el abono no garantiza llenar la sala. El año pasado tuvimos 936 abonos en una sala de 1.760 localidades, por ejemplo. El trabajo real es vender cada concierto individualmente, y creo que lo logramos el año pasado. Este año seguiremos con la misma estrategia, poniendo en valor cada concierto.
-Aunque estamos comenzando la temporada 24/25, estáis preparando la 25/26, en la que se verán los proyectos a medio-largo plazo que os propusisteis. ¿Será posible contar con grandes orquestas para entonces?
-Sí, alguna de las grandes vendrá, aunque todavía es prematuro anunciarlo. Ya en la temporada que viene tendremos a una de ellas.
-Mencionó la posibilidad de que la Orquestra de València colaborara en un gran concierto con un artista de pop o rock. ¿Sigue ese proyecto en marcha?
-Vamos poco a poco. Ese tipo de conciertos debe realizarse en un espacio más adecuado, como el Roig Arena, que está a punto de completarse. Este año ya hemos empezado a colaborar con grandes artistas: en septiembre, por ejemplo, tendremos a Víctor Manuel en un concierto sinfónico. Para hacer un gran concierto de rock, necesitaríamos un espacio más grande que el Palau. Estamos trabajando en esa idea, y esperamos poder llevarla a cabo en lugares como el Roig Arena o espacios al aire libre.
-El presupuesto de la programación ha pasado de 1,1 a 2,3 millones, pero una parte importante de esa cantidad lo absorbe al incremento de los costes en viajes. ¿Cómo se podría estirar ese presupuesto, hacerlo lo más productivo posible?
-Los recursos son limitados y debemos adaptarnos a lo que tenemos. Una forma de rentabilizarlo es mediante una política de precios adecuada, aunque subirlos demasiado puede ser contraproducente. Curiosamente, en los conciertos de pop o de música más ligera, el público está dispuesto a pagar entradas mucho más altas que en los conciertos de música clásica. Un buen ejemplo es el ciclo de jazz de este año, que además ha contado con ayudas que hemos gestionado con la administración.
Es difícil cubrir todos los gastos por nosotros mismos. En nuestro caso, muchos conciertos funcionan a través de taquillaje, donde pagamos un caché menor pero el promotor se lleva la mayoría de la recaudación. Mi objetivo es que el Palau, en el futuro, pueda cubrir el coste total de los conciertos y quedarse con la taquilla completa. Eso requeriría una inversión mayor al principio, pero generaría más ingresos a largo plazo. Pero el cambio no puede ser inmediato: si ahora programara sin taquillajes, solo podría hacer la mitad de conciertos, lo que defraudaría al público. Estamos estudiando cómo gestionar esto para optimizar los ingresos. También buscamos maneras de reducir costes, como gestionar directamente los hoteles o los vuelos de los artistas.
-¿De qué manera siguen condicionando el día a día del Palau las obras pendientes?
-Las obras seguirán condicionando el día a día hasta que se ejecuten. En julio presentamos un cronograma y estamos cumpliéndolo. En agosto se licitó la redacción del proyecto y dirección de obra para la entrada del personal. Ahora estamos a la espera del arquitecto para poder licitar la obra y empezar en diciembre. La idea es que el próximo año podamos normalizar todo el aparato contractual.
Las obras afectan al día a día. Las salas son elementos vivos y, tras cuatro años cerradas, hemos abierto al 200%. Los arquitectos que trabajaron en la reforma nos acompañan para verificar cómo responden las instalaciones, como la climatización o el suelo. Actualmente estamos instalando las nuevas tarimas de roble, que mejorarán la calidez y la acústica de la sala Rodrigo. Todo esto influye en el funcionamiento, pero intentamos minimizar el impacto para el público.
Para los trabajadores es más complicado, ya que padecen el día a día de las obras. La entrada, por ejemplo, se prevé se realice en tres meses. Las otras obras, que no son estructurales, generarán molestias menores. Pero precisamente intentamos programar estos trabajos en periodos vacacionales para reducir el impacto en el personal.
-¿Cree que la relación con la plantilla se ha calmado tras la reapertura del Palau?
-Las fricciones anteriores estaban relacionadas con la inseguridad laboral. Creo que los trabajadores han visto que se apuesta por mejorar sus condiciones de trabajo y aumentar el personal. Ya hemos cubierto puestos vacantes y hemos abierto bolsas de empleo. Además, hemos llegado a acuerdos con los sindicatos y el año que viene, posiblemente, no habrá limitaciones para sacar más oposiciones. Esto demuestra que el proyecto es serio y que estamos avanzando, lo cual genera confianza.
-El verano pasado mencionabas que, hasta final de año, todos los contratos debían ser menores para que salieran adelante. ¿Sigue siendo así?
-No, ahora estamos gestionando contratos mayores. Hemos elaborado un plan de contratación, que debería existir cada año por ley, y lo estamos siguiendo. Ya hemos lanzado varios contratos, algunos con cargo al presupuesto del próximo año, como el del proyecto de obra y otros como el de publicidad o seguridad. Estamos cumpliendo con la legislación y los procesos avanzan. Aunque la burocracia sigue siendo complicada, hemos mejorado la agilidad.
-La Orquestra de València está en un buen momento: ha vuelto a su casa y la relación con el maestro Liebreich es muy fluida. ¿Cree que este es un momento idóneo para plantear nuevas actuaciones fuera de València?
-Sí, de hecho estamos planificándolo. Tenemos compromisos cerrados para la temporada 25-26: uno en España y otro en una capital europea importante. Además, estamos trabajando en otras salidas internacionales más lejanas para dentro de dos años. La orquesta está en un gran momento. Personalmente, incluso yo estoy sorprendido por su evolución desde que ha regresado al Palau. El maestro Galduf, que conoce bien a la orquesta, también me decía cómo ha mejorado en agilidad y respuesta.
-¿Qué importancia tiene el papel del maestro Liebreich en este momento de la Orquesta? ¿Se ha planteado su renovación?
-Ya estamos hablando de la renovación, y estoy muy contento con el rendimiento que Liebreich ofrece a la Orquesta de Valencia. Es un director que está creciendo y ha mostrado una gran fidelidad a la orquesta y a la ciudad. Me gustaría que continuara varios años más para consolidar el proyecto. Gracias a él hemos tenido importantes colaboraciones porque tiene contactos y los está utilizando en favor de la Orquestra.
-Entonces, ¿ambas partes quieren que la renovación se dé y están ultimando los detalles?
-Sí.
-El concejal José Luis Moreno mencionó que, en el plan de aumentar las plazas de la Orquestra, la aspiración es llegar a los 110 músicos. ¿Es viable? ¿Se está llevando a cabo este plan?
-Lo importante es ir aumentando cada año todo lo que podamos. Actualmente estamos muy por debajo de esas 110, pero trabajamos para aproximarnos a esa cifra. El año pasado ofertamos tres plazas, y si no hay tasa de reposición, el año que viene podríamos sacar las 12 que faltan. Y todo esto, llegando a acuerdos con los sindicatos.
-También ha mencionado en alguna ocasión que algunos departamentos, como contabilidad y administración, estaban bajo mínimos. ¿Qué medidas se están tomando?
-Hemos cubierto vacantes en taquilla y mantenimiento, y vamos a seguir reforzando la plantilla administrativa. Con la reactivación del Palau, hemos cubierto todas las vacantes y estamos analizando qué más necesitamos. Para el próximo ejercicio esperamos contar con más personal administrativo y artístico, dentro de las limitaciones presupuestarias.
-Si el departamento de contabilidad y administración están bajo mínimos y sigue siendo complicado gestionar algunos contratos, ¿no empeorará la situación la absorción de la Mostra de València?
- No, porque la Mostra contará con su propio personal directivo dedicado exclusivamente a ella. Además, el personal técnico de administración que gestiona la contratación también estará involucrado. Aunque durante la Mostra ese personal trabajará prioritariamente para el festival, el resto del año nos ayudará a nosotros. Actualmente, la contratación del Palau está funcionando de forma bastante ágil y hemos logrado sacar adelante muchos contratos con los recursos disponibles.
-¿Qué implicación tendrá en La Mostra?
-La Mostra será parte del Palau a partir de ahora, pero el responsable técnico será quien la dirija. Yo estaré apoyando en la gestión global del edificio y las actividades. Este año ya hemos logrado, por ejemplo, organizar un congreso de música y cine, algo que hemos armado con pocos medios, pero que esperamos reforzar para el año que viene, atrayendo a grandes compositores y dando más visibilidad a La Mostra.
-¿Este mismo camino se podría aplicar al Certamen de Bandas?
-La llegada de la Mostra no supone un retroceso; al contrario, nos permitirá organizar actividades con más potencia y buscar una mayor proyección internacional, como hemos hecho con la Orquestra. Este año hemos sido co-organizadores del Certamen de Bandas, que se celebra en el Palau. Pero el certamen tiene una entidad propia dentro del Ayuntamiento, y no sería positivo que se pierda esa vinculación. Nosotros seguiremos como co-organizadores, porque el Palau es fundamental para el Certamen, y nuestra capacidad de gestión lo ha demostrado este año.
-¿Hay que limar asperezas entre el Palau de Les Arts y el Palau de la Música?
-Hoy en día no hay asperezas. Cada uno tiene su programación y yo tengo una excelente relación tanto con Pablo Font de Mora como con Jesús Iglesias, ambos grandes profesionales. Sin embargo, siempre he defendido que la Orquesta de València debe tener un espacio de tú a tú con la Orquesta de la Comunitat Valenciana, y voy a seguir reclamándolo. Creo que la Orquestra de la Comunitat Valenciana debería actuar en el Palau, y creo que al revés también tendría que pasar. Ambos espacios son emblemas de la ciudad, y debemos trabajar en conjunto y sin competir para ofrecer lo mejor.
-¿Compartís información sobre los programas? La temporada pasado, Carmina Burana se interpretó tres veces en València.
-Hemos coordinado la programación de esta temporada. Sin embargo, hay obras, como la Novena Sinfonía de Beethoven, que todos deben tocar cuando hay aniversarios, por ejemplo. Aunque coincidan, son obras emblemáticas y forman parte de las celebraciones a nivel mundial.
-¿Ha logrado convencer a Joan Cerveró para que, en vez de montar un festival de jazz en el Principal (como dice su proyecto), el Institut Valencià de Cultura colabore con el Festival de Jazz de València?
-Estamos trabajando en ello. Tuvimos una reunión reciente con él y su equipo, y hemos hablado de muchas cosas que queremos coordinar. Si unimos esfuerzos, podremos ofrecer una mejor programación. Ya estamos colaborando en algunos ciclos, y este año llevaremos, por ejemplo, a la Orquestra de València al Auditorio de Castellón.
-¿Qué recomendación haría para esta temporada fuera del Palau de la Música?
-Soy muy ecléctico con la música y me gustan muchos géneros. Este año me perdí a Scorpions porque estaba trabajando. Por otro lado, me encanta la ópera. Cualquiera de las óperas que se presenten en Les Arts vale la pena verlas, no importa el título. Más allá del repertorio, lo importante es la producción, el escenario y la profesionalidad del equipo.