Más de cuatro décadas lleva en la única caja de ahorros con vida en la Comunitat Valenciana y una de las dos que siguen en pie junto a la mallorquina Colonya Caixa Pollença
VALENCIA. Vicente Ortiz, secretario de Caixa Ontinyent y responsable de la obra social de la única caja de ahorros valenciana en pie -y junto a la balear Colonya Caixa Pollença las dos cajas que quedan en España-, acudió el pasado miércoles a las instalaciones de Valencia Plaza. Lo hizo junto a Carmen Chover, responsable de Comunicación de la entidad de La Vall d'Albaida, para abordar el pasado, presente y futuro de una entidad, que aunque no está poblada por irreductibles galos, resiste todavía al invasor como diría Asterix.
Más de cuatro décadas de vida lleva Ortiz en la caja presidida por Antonio Carbonell -"entré de botones y casi con pantalones cortos"-, lo que le convierte en un experto conocedor de todos los rincones de Caixa Ontinyent.
-¿Cuál es el secreto de la pócima para seguir siendo una de las dos cajas de ahorros que quedan en España?
-No hay secreto. Es simple sentido común y fidelidad a nuestro modelo de caja de ahorros que nos obliga a evaluarnos no sólo en términos económicos sino en aportación real a la sociedad. Ello ha hecho que seamos más prudentes en la gestión y, por tanto, no caer en las tentaciones de la época del boom inmobiliario.
-¿Cuál es el perfil tipo de la clientela de Caixa Ontinyent?
-Básicamente trabajadores de un nivel económico medio-bajo, en muchos casos de localidades pequeñas; autónomos y pymes no sólo procedentes de la tradicional industria textil de la Vall d'Albaida, ya que ésta ha decaído y se está reconvirtiendo y obligando a una regeneración y diversificación como la industria agroalimentaria o un incipiente turismo de interior mientras se mantienen bien otros tradicionales como plástico, cartonaje o vidrio.... Gente trabajadora.
-Háblenos de la obra social que usted capitanea...
-Es una potente obra social porque le destinamos la parte de beneficios que otras entidades destinan a sus propietarios. Está gestionada desde la caja y por personal de la caja, en la que llegamos a tener 2,5 millones de euros de presupuesto anual. Ahora hay que priorizar el fortalecimiento patrimonial y por eso el Banco de España limita las aportaciones a obra social. Ha habido años que hemos inyectado casi el 50% aunque normalmente suele rondar el 20 ó 25%. Para el próximo año el presupuesto estará en torno a 1,2 millones de euros, con unos 270.000 beneficiarios. El principio es revertir los beneficios a cada localidad, ser la caja de cada pueblo. Por eso tenemos 25 centros sociales en funcionamiento, un programa de publicaciones para potenciar la investigación y divulgación de temas autóctonos, colaboramos con 300 colectivos; además estamos presentes en todos los campos universitarios y gestionamos fundaciones de carácter cultural, docente y asistencial.
-El pasado año multiplicaron por cuatro su beneficio, ¿qué podemos esperar para el presente ejercicio?
-Está siendo un buen año y vamos a crecer entre un 5% y un 10% en beneficio neto, pero no hay que sacar conclusiones de estos resultados porque previamente hay saneamientos y dotaciones y el resultado neto también se busca en función de lo que desee aportar a reservas. Este año nuestro beneficio antes de saneamientos será inferior al del pasado ejercicio por la reducción de atípicos, aunque tendrá un nivel importante de dotaciones.
-¿Qué tal andan de solvencia y morosidad?
-Estamos bien. La solvencia es holgada pero hay que planificar el futuro porque aumentarán los requisitos de capital en la medida de nuestro crecimiento y la única fórmula para capitalizarnos es a través de los beneficios ya que las cajas de ahorros no tienen accionistas que aporten capital. Tenemos que mantener una buena cuenta de resultados para ir dotando las reservas. No esperamos problemas en este sentido. En cuanto a la morosidad, está por encima de la media porque queremos gestionarla bien. No hemos vendido activos ni los hemos traspasado a la Sareb, como otras entidades y, aunque la morosidad se mantiene en términos absolutos, su tasa parece superior al bajar el denominador que es la inversión crediticia. Y es que, en línea con el sector, los clientes nos devuelven los créditos a una velocidad mayor que la de los que los solicitan. Y no hay problemas tampoco en este sentido porque tenemos una cobertura del 70%, muy por encima de la media del sector, y estos activos pueden revalorizarse si mejora la situación económica.
-¿Cómo se defienden en la actual coyuntura de tipos de interés prácticamente al 0% que está mermando las cuentas de la banca?
-Somos una entidad pequeña que trabaja con mejores márgenes porque tenemos una gran diversificación de clientes con saldos medios relativamente pequeños. Nuestra clientela es fiel, aunque hoy en día los clientes son normalmente compartidos, y valora la atención y proximidad que les damos. Confianza y cercanía son una máxima en Caixa Ontinyent donde le ponemos cara a la gente.
-Tal vez por eso sean una de las tres entidades junto con Caixa Popular y Cajamar en facilitar situaciones de impago en la Comunitat Valenciana de cara a los desahucios...
-(Frunce el ceño) ¿Cómo vamos a desahuciar a alguien que conocemos de toda la vida? Nadie firma si mira a la cara a los afectados. La proximidad a nuestros clientes nos permite apreciar su situación real y las distintas posibilidades de encontrar una solución asumible por ambas partes. No hemos dudado en firmar la propuesta de la Generalitat Valenciana porque, de hecho, las medidas que proponen se corresponden con lo que ya veníamos haciendo normalmente.
-¿Qué fue del monte de piedad de Caixa Ontinyent ahora que las fundaciones de Bancaja y CajaMadrid los han recuperado?
-Nos estamos planteando retomarlo porque creemos que es una posibilidad de cara al futuro para que fluya el microcrédito y, además, de cara a una posible exclusión derivada de la alta concentración del sector financiero. Queremos ver su viabilidad económica primero y luego la mediática.
-¿No cree que siguen habiendo demasiadas entidades financieras en España y más teniendo en cuenta que nos encaminamos hacia una unión bancaria europea donde el tamaño importa?
-El índice de concentración de las entidades en un país se mide de dos formas: una, el cociente entre habitantes y número de sucursales, y otra la proporción que alcanzan las tres más grandes. En España, en ambos casos. estamos por debajo de la media europea. Se dan por seguro nuevas concentraciones, habrá menos entidades y más grandes, y eso puede derivar en un cuasi-monopolio y, yendo más allá, en una nueva exclusión financiera. La presencia de entidades con arraigo territorial -como nuestro caso- obliga al resto de entidades más grandes a mejorar sus condiciones y eso sirve un poco de contrapeso a esa posible exclusión. Si no estuviéramos ahí, las condiciones no serían las mismas para los ciudadanos en nuestro ámbito, ni siquiera para los clientes de los grandes bancos. El arraigo territorial es fundamental.
-¿Les han dejado tranquilos ya con la posibilidad de una fusión/absorción con alguna otra entidad?
-Entre 2008 y 2012 tuvimos una época muy complicada, quizá por nuestro tamaño: presiones para fusión, tensiones internas por las incertidumbres, competencia muy agresiva y merma de la confianza de nuestros clientes. Se apostaba porque nos absorberían Bancaja o Caja Mediterráneo (CAM) y al final mira cómo acabaron ambas... Sin embargo, el Banco de España respaldó nuestra gestión y no nos presionó ni nos instó, como en otros casos, a buscar fusiones. Hoy quedamos 2 de las 45 cajas de ahorros que existían en 2010, precisamente las dos más pequeñas y que apenas representábamos el 0,20% del sector, pero quizá las dos que habían apostado claramente por mantener la esencia de lo que es una caja de ahorros, arraigada y al servicio de su territorio. Algo habremos hecho bien, y diferente a las demás, para continuar aquí.
-Y en esas llegó el 'salvador' Jordi Évole que puso en el mapa de España a Caixa Ontinyent un domingo de octubre de 2012...
-Ufff (resopla). Fue nuestro punto de inflexión en la imagen de la entidad, reflejando sensatez y prudencia en la gestión pero mostrando una entidad un tanto antigua que no se corresponde con la modernidad y dinamismo que realmente tiene la caja. Si bien es cierto que al día siguiente se colapsaron líneas de teléfono y internet. Nos llamaba gente de toda España. Fue un auténtico boom y empezamos a crecer a un ritmo de 700 nuevos clientes al mes, sobre todo en las zonas nuevas. En este momento no buscamos el crecimiento en captación de depósitos sino en clientes vinculados.
-Por cierto, ¿les están ofreciendo oficinas bancarias ante la cada vez mayor proliferación por el continuado proceso de desapalancamiento en curso?
-Así es. Ahora es mucho más fácil porque nos ofrecen sucursales casi equipadas, y además, con la caída de precios, se necesita menor inversión.
-¿Qué plan de crecimiento tienen sobre la mesa?
-Queremos crecer dentro de nuestro ámbito y a medida que las oficinas que hemos abierto últimamente se acerquen al umbral de rentabilidad, que esperamos sea en unos dos años, nos plantearemos abrir más. En 2016 podríamos abrir otra y, por qué no, posiblemente en Valencia. Por cierto, aunque nuestro ámbito natural son las comarcas centrales valencianas, estamos en la capital porque detectamos la demanda. Valencia no tiene una entidad autóctona de referencia y nos pedían que viniéramos. De momento tenemos 49 oficinas, una buena parte de ellas en localidades muy pequeñas, por lo que el volumen de negocio por oficina o por empleado es corto y eso repercute en una menor eficiencia y, a su vez, en la cuenta de resultados. Por eso es importante una racionalidad y un equilibrio en la planificación de nuevas aperturas.
-¿Qué tal se llevan con el nuevo alcalde de Ontinyent?
-Muy bien. Hemos colaborado con muy buenos resultados en los últimos años, y por eso existe cierta afinidad traducida en proyectos como la conversión de Ontinyent en ciudad universitaria. Y también con el nuevo Gobierno valenciano. De hecho, Ximo Puig nos visitó antes de las elecciones, al igual que otros candidatos políticos, y ha vuelto posteriormente como presidente del Gobierno autonómico. Además, recientemente hemos celebrado, por primera vez en nuestra historia, una sesión del consejo de administración en la sede del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), con la presencia del conseller de Hacienda y del director general del IVF.
-¿Y con Alberto Fabra?
-No existía una relación directa ni fluida. Quizá se enturbió indebidamente con la publicación en algunos medios, cuando se hablaba de despolitizar las cajas, de que había designado un presidente para Caixa Ontinyent incluso antes del proceso de renovación de los órganos de gobierno. Eso fue sangrante para la caja a nivel reputacional ya que la elección de presidente corresponde a su consejo de administración.
-Y más viendo como iban cayendo Bancaja y CAM...
-Así es. Sorprendió desagradablemente a nuestro consejo de administración. Luego se aclararon las cosas y se establecieron relaciones cordiales, pero la opinión pública recordaba -y con razón- que también podíamos acabar siendo politizados.
-El nuevo responsable del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), Manuel Illueca, hizo su primera visita a Caixa Ontinyent apenas unos días de tomar posesión, ¿qué tal fue?
-Fue una reunión positiva. Ya lo conocíamos porque nos visitó antes de las elecciones, Que su primera visita como director general del IVF fuera a nuestra casa fue todo un reconocimiento. Nos comentó sus proyectos, el banco público, lo que esperaba de Caixa Ontinyent... La verdad es que nos transmitió que están muy satisfechos con Caixa Ontinyent y que cuentan con nuestra colaboración para sus proyectos. De hecho, en la reunión de nuestro consejo en la sede del IVF el pasado 12 de noviembre, tanto el director Illueca como el conseller Soler destacaron nuestra Caja como un ejemplo a seguir. Por supuesto que no los defraudaremos.
-Por cierto, ¿cómo se ve desde la caja el nuevo modelo de Economía del Bien Común que impulsa el nuevo Consell?
-Compartimos la filosofía básica, que se basa precisamente en la responsabilidad social que nosotros asumimos desde nuestra fundación. Toda actividad humana, y entre ella la económica o la financiera, tiene que beneficiar a la sociedad, no sólo a sus propietarios sino también a las personas y grupos relacionados con la empresa. En nuestro caso tenemos bien definida esta política como la satisfacción de las legítimas expectativas de nuestros grupos de interés. Identificamos los grupos, vemos cuáles son sus expectativas en términos de ética, transparencia, justicia, profesionalidad, etc, vemos qué les estamos ofreciendo, y la diferencia es el recorrido de mejora que nos queda. Por cierto, Christian Felber, promotor de esta filosofía, ha estado varias veces en Caixa Ontinyent y, desde el principio, identificó nuestra actuación como ajustada a los parámetros de su Economía de Bien Común. Ahora bien, trasladarla a la economía en general, especialmente a las grandes empresas, va a ser muy complicado. Habría que comenzar por la concienciación y su aplicación a pequeña escala para evolucionar desde abajo e ir ajustando o corrigiendo, como el propio Felber propone, en la medida que se observe su aplicación en la práctica.