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Vidas precarias, ansiedad y machismo: Las Odio cantan al siglo XXI a golpe de punk e ironía

13/05/2019 - 

Riot grrl sin complejos, sin concesiones. Riot grrl festivo, vivido desde el sarcasmo y el humor más ácido. Lo personal es político…y musical. Si con su álbum debut, Futuras Esposas, Las Odio lanzaron una declaración de intenciones a todo aquél que prestara sus oídos, con su segundo trabajo, Autoficción este cuarteto madrileño redobla su apuesta por el punk y la ironía descarnada como herramientas de denuncia social.

Consumismo desbocado (presente en temas como Yo lo vi primero o Lo quiero todo), machismo en la industria musical (que inunda el ya himno feminista Indiespañol), explotación, la falacia de la meritocracia, la precariedad vital que va impregnándolo todo…Paula, Ágata, Alicia y Sonsoles disparan con cada canción una enmienda a la totalidad del sistema en el que estamos inmersos, pero lo hacen desde el gamberrismo, sin aspiraciones de solemnidad. De la especulación con los alquileres a las resacas más espantosas. Combate, conciencia, baile, activismo y sátira van aquí de la mano, ¿por qué no iba a ser así?

El pasado 11 de mayo, la banda recaló en València para llevar su directo hasta Rambleta. Y claro, en Culturplaza no podíamos dejar pasar su estancia por tierras mediterráneas sin conversar con ellas un rato. Advertencia: si eres fiel amante de la tibieza, esto no te va a gustar.

-Frente a otros artistas que optan por no significarse políticamente, vosotras adoptáis la postura contraria y defendéis en vuestros temas un discurso político muy potente. ¿Creéis que es algo inherente a Las Odio como banda?

-Alicia: De hecho, es uno de los puntos de partida de la banda. Desde el principio lo planteamos como una banda de riot grrls, movimiento que parte de activismo y el posicionamiento político.

-En ese sentido ¿os imagináis haciendo otra música no tan significada o entendeos que vuestro papel como creadoras va unido a ese activismo artístico?

-Alicia: No tiene por qué, también queremos hablar (y, de hecho, hablamos) de otras cosas. Fundamentalmente lo que hacemos es retratar nuestra realidad, y la significación política está tan presente en nuestras vidas como una mala resaca.

-Una de vuestras banderas es la ironía, ¿hasta qué punto ser capaz de narrarse a uno mismo y a lo que le rodea desde ese humor ácido puede convertirse en una tabla de salvación, en una forma de supervivencia en los momentos más oscuros?

-Paula. Para nosotras, la ironía y el humor son una forma de mantener el espíritu crítico sin perder la cabeza, o convertirse en una amargada. Cuidado con no identificar ironía con cinismo, que es una actitud que a veces se confunde y sí creo que nos lleva a una postura derrotista y descreída muy negativa.

-Por otra parte, aunque vuestra música es reivindicativa y no admite concesiones, ejercéis la crítica desde una posición también de diversión, de pasárselo bien. En la revista Píkara defienden el ‘feminismo disfrutón’, ¿el vuestro es también un ‘activismo disfrutón’? ¿Es posible luchar contra el sistema riéndose de él?

-Ágata: Totalmente. Como decía Emma Goldman, “si no puedo bailar, no me interesa tu revolución”. Creemos que el activismo no está reñido con la diversión. De hecho, creemos que la música, el arte, el humor, etc. son formas efectivas de transmitir mensajes críticos y transformadores a públicos amplios, porque permiten enganchar desde la estética, el ritmo, la risa, el placer, la emoción…

-¿Creéis que desde otros ámbitos entienden esa postura creativa que aúna crítica y humor ácido o en alguna ocasión os han tachado de frívolas?

-Alicia: Creo que no nos han tachado de frívolas, al menos que sepamos, pero lo que sí nos ha pasado es que la ironía no ha sido captada como tal. Pero esto pasa bastante con esta forma de humor, siempre te vas a encontrar con personas que no entren en el código y hagan lectura literal.

-¿Podemos decir que la meritocracia, cuestión que protagoniza uno de los temas del disco Autoficción, se ha convertido en una de las grandes trampas delsiglo XXI?

-Ágata: Sí. Es una pieza clave para aislar a las personas y desviar su mirada crítica de los sistemas a los individuos: si te va mal es porque no te esfuerzas lo suficiente, no porque el sistema sea injusto. Y además camufla otras brechas sociales: muchas veces las personas que pueden acumular los méritos que requiere un determinado puesto son las que pueden permitirse trabajar sin cobrar, o las que pueden hacer más horas son las que no tienen otras vidas a su cargo.

-¿Has qué punto ha calado la idea de ‘meritocracia’ en nuestra forma de entender las relaciones sociales y laborales? ¿Esa idea de que si en vez de protestar, se esfuerza, ha conseguido domar a los trabajadores, hacerlos más conformistas y tibios?

-Alicia: Yo no creo que las trabajadoras de ahora seamos más conformistas, lo que pienso es que lo tenemos bastante más difícil que las generaciones anteriores. A mí me ha pasado que me he encontrado personas de otras generaciones que me acusan de no luchar por mis derechos y conformarme, pero no se dan cuenta de que ni nosotras ni los que vienen detrás hemos conocido condiciones laborales mejores… No se trata, en muchos casos, de aceptar por conformismo, sino por puro desconocimiento, o porque no te queda más remedio. Y esto va unido a lo que apuntaba Ágata en la respuesta anterior del aislamiento: cada vez existe menos tradición sindical, por ejemplo.

-En algún momento habéis comentado que sentíais que se usaba el término “grupo de chicas” como una etiqueta, casi como si fuera un género musical en sí mismo. ¿Esta tendencia se está rompiendo o todavía os sentís encasilladas, asimiladas en un mismo bloque junto a grupos que puede que hagan música completamente diferente a la vuestra, pero que coinciden con vosotras en estar formados al completo por mujeres?

-Ágata: Sigue pasando. Aunque cada vez hay más, todavía es poco común ver a mujeres músicas, y aún menos, a bandas compuestas al 100% por mujeres. Y se mantienen ciertos prejuicios sobre cómo se supone que debemos desenvolvernos en sociedad según nuestro género. Supongo que estas dos cosas hacen que, cuando se ve un grupo formado íntegramente por mujeres, la atención se focalice en su género. Quién no se preocupa por ir un poco más allá, se queda solo con eso.

-También en Autoficción dedicáis un tema a la ansiedad, un problema que no es precisamente el más retratado por la música a lo largo de la historia, pero que en la actualidad afecta a un importante porcentaje de la sociedad, especialmente de las generaciones más jóvenes. ¿Hacer canciones sobre los trastornos mentales es también una forma de normalizarlos?

-Ágata: Claro, es una forma de hacerlos visibles y que otras personas que los sufren se puedan sentir identificadas, y vean que no es algo que les pasa a ellas solas.

-Habláis también de la precariedad, un asunto que va más allá de las condiciones laborales ya se ha convertido en algo transversal a la vida contemporánea. ¿Por qué creéis que era importante reflejar esta situación en vuestra música? ¿Hay vuelta atrás o estamos condenados a transitar por la existencia de forma precaria?

-Alicia: Pues era y es importante porque estar en un grupo que toca por ahí los fines de semana parece muy molón de cara a la galería, pero invisibiliza el trabajo que hay detrás, y también lo que realmente nos da de comer, que desde luego no es el grupo. Para nosotras es importante hablar de que no vivimos de esto y que también somos plenamente partícipes de la precariedad laboral y vital de estas décadas.

-Teniendo en cuenta que vuestros temas están tan entroncados en los conflictos actuales, en cierto modo, ¿sentís que estáis haciendo un alegato generacional con vuestra música?

-Paula. Lo de alegato generacional nos suena un poco pretencioso, pero sí que creemos que en nuestras canciones abordamos muchos temas desde un punto vista personal que en realidad son bastante transversales y afectan a muchas personas, que los pueden sentir como propios. Eso sí, si hablamos de temas como el feminismo hay que dejar claro que no somos las primeras mujeres que hacen música, ni las primeras que tienen un discurso de empoderamiento femenino, quizá lo que cambia es la atención que los medios prestan a este discurso y el enfoque desde el que lo abordan.

-Habéis trascendido ese infraunderground del que hablabais en vuestros primeros tiempos, pero todas mantenéis trabajos al margen del grupo. ¿Os imagináis viviendo únicamente de Las Odio o para vosotras se plantea en sí mismo como un proyecto paralelo?

-Paula. Vivir solo de la música suena muy apetecible, como una liberación, sobre todo porque trabajar 40 horas semanales y mantener en paralelo un grupo con tanta actividad como el nuestro es agotador y apenas deja tiempo para el ocio y el descanso, que también son muy necesarios. No vivir de la música nos obliga a caer en la trampa de lahiperproductividad que tanto criticamos. Sin embargo, también nos aporta algo muy bueno: el dinero no condiciona nuestra música. No necesitamos el grupo para comer ni pagar el alquiler, así que podemos permitirnos hacer lo que nos dé la gana, como rechazar propuestas que nos aportan dinero, pero no nos representan o que nadie nos imponga un ritmo de trabajo determinado. Pero esto es todo en un plano hipotético porque la realidad es que estamos muy muy lejos de poder vivir de esto.

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