VALENCIA. El 14 de abril de 2014, cientos de niñas, en su mayoría de edades comprendidas entre 16 y 18 años, fueron secuestradas en un ataque nocturno a una escuela en Chibok en el noreste de Nigeria. El grupo armado islamista Boko Haram ha reivindicado estos secuestros.
Pero este ataque no es el primero, muchas otras escuelas, iglesias, pueblos han sufrido ataques deliberados en los últimos años. Así, en febrero de ese mismo año, al menos 59 personas, la mayoría alumnos y profesores, fueron asesinados en un centro de enseñanza secundaria en Yobe, también en el noreste del país. Según testigos, los atacantes llegaron y comenzaron a disparar indiscriminadamente, matando a todos los varones que encontraban. Unos niños se escondieron en una clase y los quemaron vivos. Al parecer el ejército tardó horas en llegar e intervino cuando los atacantes ya se habían ido.
Durante todo este conflicto y ante la violencia indiscriminada de Boko Haram, la respuesta de las fuerzas de seguridad nigerianas ha sido totalmente inadecuada. No sólo no han protegido a la población civil, sino que han llevado a cabo numerosas represalias y cometido graves violaciones de derechos humanos. Solo en 2013 se produjeron más de 950 muertes en centros de detención militares, resultado de ejecuciones extrajudiciales, tortura y malos tratos.
La consecuencia es una población civil aterrada, que ha abandonado sus hogares, y es víctima de violaciones de derechos humanos por uno y otro lado. Las autoridades nigerianas deben proteger a la población civil de manera efectiva, respetar los derechos humanos y acabar con la impunidad.
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Paco Benac, coordinador de campañas de Amnistía Internacional Valencia
Este comentario pertenece a una serie de reflexiones en torno a los ganadores de World Press Photo 2015 promovida por su organización y Valencia Plaza.