MINORÍA ABSOLUTA. / OPINIÓN

Visión de futuro

8/04/2021 - 

Nuestra segunda Pascua en casa. Se suceden las vacaciones que vamos tachando del calendario sin poder disfrutarlas como solíamos. Con un panorama poco alentador porque parece que seguiremos sin vida social, y según los nuevos pronósticos del Gobierno, no retomaremos la normalidad hasta agosto, siempre que el ritmo de vacunación lo permita.

Estos días de descanso han hecho que surja con más ímpetu la añoranza, el anhelo por los tiempos pasados. Porque la nostalgia es como un almacén de emociones de las que echamos mano para sobrellevar la incertidumbre, ansiedad y el desconcierto que nos genera esta pandemia tan dilatada ya en el tiempo.

Nosotros, los ciudadanos, hemos aprendido de resiliencia, y hemos cumplido con todos los esfuerzos que nos han exigido: quedarnos en casa, cerrar negocios, enviar a trabajadores al ERTE, teletrabajar, limitar nuestra vida social o no viajar fuera de la Comunitat… un sinfín de restricciones que han trastocado nuestro día a día.

Hemos hecho lo que nos han pedido porque es lo mejor para todos, pero mientras nosotros sobrevivimos en nuestro carpe diem, sería importante que ellos, los gobernantes, tiren del carro y tenga la vista puesta en el largo plazo. La anticipación y la previsión de futuro es un asunto apremiante para tejer los mimbres de los tiempos postpandémicos para salir, cuanto antes, de la calle melancolía y mudarnos al barrio de la alegría. 

Lo urgente no puede impedir ver lo importante. Asuntos como las consecuencias emocionales de la pandemia, la iniciativa de salud mental que llevó Iñigo Errejón al Congreso es un problema muy serio, aunque alguno se lo tomara a broma. O la situación de los autónomos que no saben cómo subsistir porque la pandemia no ha impedido que el Gobierno les suba la cuota, ni los miles de trabajadores en ERTE que ahora tienen que pagar en la declaración de la renta un dinero que, en algunos casos, ni siquiera han cobrado.

“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”, una cita del científico alemán Georg Christoph Lichtenberg, que se ha convertido en una de las más virales últimamente.

Y es que la pandemia ha hecho un jaque mate a la política. Ha evidenciado la crisis de las democracias como un fenómeno global. En este contexto, los políticos tienen una oportunidad de reivindicarse como gestores y dejar de vivir en una campaña permanente.

Franklin Roosevelt palió los efectos de la Gran Depresión con una serie de reformas recogidas en el famoso New Deal, que creó el Estado del Bienestar, un modelo que se desarrolló en las siguientes décadas en Estados Unidos y se exportó a la mayoría de las democracias. Como dijo en su primer discurso como Presidente “cuando no existe una visión de futuro, el pueblo perece”.

A nivel europeo se está recuperando este espíritu con iniciativas como el Green Deal que impulsa la Comisión Europea para frenar los efectos del cambio climático. Un reto clave de futuro. Al igual que otros temas que se están dejando de lado por la emergencia sanitaria, pero que son cruciales y marcarán el devenir de nuestra sociedad de las próximas décadas.

Por citar algunos de los que están encima de la mesa estos días en nuestra Comunitat. Recientemente se ha aprobado una prórroga de 10 años para la Central Nuclear de Cofrentes. Una medida necesaria ya que las nucleares siguen siendo la principal fuente de electricidad, pero los gobiernos se tendrán que poner las pilas en inversiones si quieren que las energías renovables multipliquen su presencia.

Otra cuestión clave es la situación financiera de la Generalitat con una deuda que ya supera los 50 mil millones de euros, la segunda más alta de España. Un aumento que no solo se debe a la infrafinanciación, ya que la deuda se ha disparado en más de 10 mil millones en los últimos años, desde que gobierna el Botànic. Unas cuentas desbocadas que dejarán una nefasta herencia a las siguientes generaciones porque todo apunta que seguiremos con un sistema de financiación injusto, porque no parece que esté en los planes de Sánchez reformarlo a corto plazo.

Además, nuestros dirigentes tienen que batallar con una salida de la crisis económica que no se puede fiar solo a los fondos europeos. Unas ayudas que están suscitando muchas expectativas en todos los sectores, instituciones y asociaciones, pero que no son el maná y pueden acabar generando más decepciones que alegrías.

Estos son solo algunos de los temas porque son muchas las cuestiones que tienen que afrontar nuestros dirigentes en estos tiempos donde las viejas ortodoxias están muriendo y se están creando nuevas. Necesitamos una visión estratégica para moldear nuestro futuro si queremos empezar a construir la sociedad de la postnormalidad.

Porque en una sociedad donde ya es una realidad los influencers no humanos, seres de ficción creados para el mundo digital, los políticos tendrán que encontrar su sitio, porque en la gestión, los algoritmos no cometerán errores.

Un reto que tendrán que superar si no quieren acabar siendo una especie de turkers, trabajadores que hacen las labores que aún no pueden hacer las máquinas, una tarea de transición hasta que, si nadie lo evita, la Inteligencia Artificial lo cope todo.