La actriz y dramaturga Begoña Tena presenta Viva en el Teatre El Musical, un monólogo que podrá verse del 14 al 16 de abril. En este reflexiona sobre la mudanza emocional de una mujer cuya vida pasa de la periferia a la precariedad del presente, todo esto navegando entre cajas y experiencias que la mantienen más viva que nunca
VALÈNCIA. Arte, vocación, pobreza, migración, “estar y sentirse viva”. Todas estas son las etapas por las que pasa la protagonista de Viva, a quien da vida la dramaturga y actriz Begoña Tena. En el escenario del Teatre El Musical se cuenta la historia de una mudanza que se divide en cinco escenas independientes, y que se lleva a cabo del 14 al 16 de abril. En estos espacios Tena cuenta todo tipo de relatos que caben en las cajas de una mudanza, para hablar de la generación de los hijos de obreros, esos estudiantes que parten desde el pueblo con su diploma bajo el brazo y sin saber muy bien qué hacer.
Cada una de esas personas vive su propio desarrollo, que según Tena es este que se encuentra representado más o menos en cinco escenas vitales de la protagonista, que si quisiera podría llevar hasta el infinito: “Es una obra que está viva en sí misma, podría ser infinita porque la vida va variando y cada día te enfrentas a nuevos retos, el personaje está en constante movimiento pero creo que con el relato hemos dado con la clave”.
La historia comienza en un pequeño barrio de Castelló, la protagonista recuerda una noche en la que vio actuar al Titi y en la que se quedó totalmente impactada. Nada que ver con el momento actual en el que estudia una oposición y todo está patas arriba, pero siempre persiste ese momento de deseo por hacer cosas que le saquen de la “monotonía”: “Partiendo de la escena inicial en adelante lo que hace es recorrer tramos de su vida. En ciertos momentos habla del presente actual con la oposición y en otros tiene ensoñaciones de salir del bucle de mera supervivencia”, explica la autora.
Para construir el relato Tena confiesa que se sirve un poco de lo autobiográfico, como cualquiera que haya vivido cambios y/o mudanzas: “Las mudanzas hacen que nos sintamos constantemente cómo buscando el hogar. Yo me he sentido muchas veces como una especie de apátrida, y es lo que quiero reflejar en la obra de alguna manera”, explica la dramaturga.
En esta representación se contempla un puzle de situaciones: desde la violencia estructural, a la económica y hablando también de la precariedad, que es un “motor protagonista en su vida”. Viajando a través de saltos temporales y distintos escenarios lo que queda constantemente es el individuo, que en un largo monólogo reflexiona sobre el paso del tiempo y cómo crecen las preocupaciones y cambia la vida que le rodea. Para contemplar los cambios de escena y los diálogos que rodean a Tena esta se sirve de la voz de 10 actores, que bajo los mandos de David Alarcón crean un espacio sonoro único: Pau Gregori, Arianne Algarra, Jorge Valle, Marta Chiner, Mafalda Bellido, Isabel Caballero, Pep Ricart, Guille Zavala y Júlia Saiz son los encargados de abrazar la vida de la protagonista, contextualizando al espectador en el gran monólogo.
“Podemos ver los sonidos que acompañan la finca, la calle, las motos, hasta los cordeles de la ropa tendida… es una especie de radioteatro que acompaña a un solo personaje físico en la escena, que se ve rodeado de todas estas voces”, argumenta Tena. Los sonidos le ayudan a construir los diferentes espacios por los que transita su personaje, ya que prácticamente no hay escenografías. También sirve para contextualizar el trabajo de vestuario de Arianna Algarra, quien logra transformar a Tena en lo que el teatro necesita en ese momento. Esto es lo que le da agilidad a la obra, que en un principio comenzó gestándose como una tragicomedia y se ha quedado tan solo como comedia.
“Al final es un trabajo de emoción, yo como autora me quedo al servicio del montaje, de lo visual y de lo sonoro”, explica Tena, que lleva la dirección de esta obra junto a su compañera Patricia Pardo, que la acompaña desde el principio: “Vengo de producciones muy modestas y este es el primer salto hacia algo más grande, y de la mano de Patricia ese salto es clave. Trabajar con alguien de confianza supone una descarga de trabajo brutal, porque es la mirada externa que controla lo que hago en escena y que aporta su visión”, y porque todo el mundo sabe que las mudanzas se hacen siempre mejor en compañía.