VALÈNCIA (EP). La Sala Russafa de València vuelve a acoger la obra Johnny Chico, un alegato contra la 'LGTBIfobia' protagonizado por Víctor Palmero, por "petición popular" tras su paso arrollador por su escenario durante la pasada temporada y el éxito durante diez meses ininterrumpidos en el Teatro Lara de Madrid. Esta producción de la formación valenciana Moriarty&Holmes retrata los problemas de identidad personal y sexual de un joven. Eduard Costa dirige con delicadeza y exquisitez esta contundente pieza galardonada como espectáculo revelación en los Premios del Público de Sala Russafa.
Johnny Chico, programada de nuevo entre el 20 y el 30 de enero, recrea el viaje desde un pequeño pueblo a la ciudad de un chaval marginal que irá descubriendo el conflicto entre sus verdaderos sentimientos y su apariencia. Poco podía imaginar Víctor Palmero que subir al escenario para encarnar la búsqueda de la identidad de este joven se iba a convertir en la herramienta para descubrirse como intérprete. El actor de Onda, popular por sus papeles en series televisivas como 'La que se avecina', decidió poner en pie este espectáculo que ha sido escogido como uno de los mejores de 2021 por la prensa especializada.
Se trata de una pieza escrita por Stephen House, una oda 'fuckgender' que agotó las localidades a su paso por el centro cultural valenciano hace justo un año. "Han pasado tantas cosas que parece un sueño, uno buscado y cumplido", reconoce Palmero a través de un comunicado de Sala Russafa. Gracias a las críticas recibidas cuando presentaron el espectáculo en València, previamente en Zaragoza, se abrieron las puertas para llevarlo a Madrid. Empezaron en la sala pequeña del Teatro Lara y fue tan bien que les subieron a la grande, tras lo que se mantuvieron en cartel durante 40 semanas, con "una respuesta increíble por parte de los espectadores y de la propia profesión", comenta el actor todavía impresionado, ya que fue él quien puso en marcha el proyecto hace un par de años cuando descubrió el libreto de House, un autor australiano, mientras pasaba unos días de vacaciones en Nueva York.
"Al ponerme en contacto con él para explicarle que quería montar el espectáculo, me preguntó si no prefería algo más reciente porque la obra es de los años 90. Pero le dije que esta historia es totalmente actual", afirma Palmero en referencia al aumento de los crímenes de odio, recordando la muerte este verano de Samuel Luiz por una agresión homófoba o, hace apenas unos días, el suicidio de Nieves, una joven de 20 años acosada por ser lesbiana.
'Johnny Chico' muestra el viaje de un joven marginal de un pequeño pueblo a la gran ciudad. Un tránsito en el que va descubriendo que lo que siente por su mejor amigo, quien le lleva a dar palizas a homosexuales, es algo más que amistad. El progresivo descubrimiento de los sentimientos que alberga en su interior hará que entre en conflicto su aspecto de "chico malo" con su identidad personal y sexual. Todo ello mientras sufre la violencia de una sociedad que le aparta, que no le comprende, que no le ofrece oportunidades.
"Lo que le va ocurriendo a Johnny es duro. Ésta no es una obra complaciente, aunque tiene momentos cómicos, toques de ternura... El público entra de lleno porque se emociona. Se identifica con ese chaval que solo busca amor porque, de alguna manera, todos ansiamos ser queridos", explica el protagonista sobre el fenómeno 'boca-oreja' que lleva a los espectadores a recomendar la obra.
Proyecciones de 'mapping' y un cuidado espacio sonoro, junto al trabajo cromático y de iluminación, ayudan a la escenografía para crear los ambientes en que se va moviendo el protagonista durante su evolución vital y emocional. Víctor Palmero da rienda a una capacidad interpretativa con la que se transforma hasta en diez personajes diferentes a lo largo de la función.
En una misma escena da vida a Johnny y a las personas que interactúan con él, desde una trabajadora social a una psicóloga o alguien con quien simplemente se cruza en una calle. Un trabajo que le llevó a ser candidato a los Premios MAX de 2021 en la categoría de mejor actor y para el que ha sido crucial la dirección de Eduard Costa.
A la hora de poner en pie el espectáculo, Palmero buscó a dos personas de su máxima confianza, el productor Coque Serrano y el director de escena Eduard Costa, fundadores de la compañía valenciana Moriarty&Holmes. Les une una amistad de años, que se remonta a su adolescencia cuando Costa fue su primer profesor de interpretación en la Escuela de Teatro de Onda. Décadas más tarde, juntos han logrado dar la campanada en la cartelera madrileña con un espectáculo que demuestra el potencial del talento valenciano y que pronto viajará a Ondara (Alicante) y Bellreguard (Valencia) en su gira por la Comunitat, para salir después a otras autonomías como Catalunya, Asturias o Aragón.
Para la compañía, esta pieza no solo es un alegato contra la 'LGTBIfobia', sino que reivindica la capacidad de todo ser humano de ser libre y de sentirse en paz con uno mismo. "Algunos espectadores nos han contado cómo les ha ayudado verla. Si el teatro puede contribuir a la aceptación social de la diversidad sexual, este tipo de obras es ahora más necesario que nunca", sostiene Palmero, para quien el patio de butacas es el lugar perfecto en estos tiempos para viajar, sentir, vivir experiencias y emociones a través de los personajes y las historias.
Este fin de semana, de la mano de la misma compañía, llega a Sala Russafa una propuesta radicalmente distinta, esta vez para espectadores a partir de 5 años. El sábado y domingo 22 y 23 presenta Caputxeta diu prou!!, una revisión del cuento popular en la que su protagonista se ha cansado de vivir siempre la misma historia y prefiere hacerse 'selfies' o videos para TikTok.
Eduard Costa es el autor y director de esta divertida revisión en la que el resto de los personajes también ha experimentado transformaciones, adaptándose a los nuevos tiempos. De hecho, el lobo ahora es vegetariano, el leñador admite ser un poco miedoso y la abuelita es una artista retirada de los escenarios. Pero todos ellos coinciden en la importancia de las enseñanzas que encierra esta famosa historia, recopilada por Charles Perrault en el siglo XVII de la tradición oral.
Nuria Manzanaro, Rody White, Pepe Cuenca y el propio Costa dan vida a esta propuesta llena de humor, guiños para grandes y pequeños, canciones y coreografías. La lucha por evitar el sabotaje de la propia Caperucita se transforma en una comedia que reivindica el sabor que convierte a una narración en un clásico capaz de acompañar a la infancia a través de los años.
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