VALENCIA. Cuando hace 17 años el gobierno de Rita Barberá inicio su plan para ampliar la avenida de Blasco Ibáñez hasta el mar no debió calcular las consecuencias de pretender seccionar el barrio del Cabanyal-Calamelar. En primer lugar, porque frente a sus defensores generaba un caldo de cultivo opositor que de una u otra forma algún día se haría notar; en segundo lugar, porque iba a fundar una serie de símbolos para la reivindicación -algunos de ellos al límite patrimonial- que este viernes pesaron sobre la ciudad.
El alcalde Joan Ribó y los concejales María Oliver (la responsable tras la gestión del centro), Jordi Peris y Sandra Gómez abrieron la puerta más grande de la ciudad, la del Teatro el Musical, en un sencillo gesto cargado de simbolismo y activación política. Con la presencia velada del equipo de Acción Cultural que ha llevado a cabo toda la gestión -desde dentro del Ayuntamiento- para la puesta en marcha del centro, la tercera vida del Musical quedaba inaugurada este viernes con dos meses de actividad frenética que ya se pueden consultar a partir de su programación.
No obstante, pese a que la presencia institucional en una tarde y noche muy familiar, en la que los vecinos acompañaron al correfoc y vivieron con alegría calma la celebración, fue buena parte del Gobierno local el que visitó y celebró este momento simbólico también para la legislatura. Los concejales Gloria Tello, Giuseppe Grezzi, Vicent Sarrià, Isabel Lozano, Maite Girau o Amparo Picó se sumaron al subsecretario de Cultura y Patrimonio Albert Girona, el director de CulturArts José Luis Moreno, dramaturgos como Gabi Ochoa, empresarios como Mariángeles Fayos y una extensa representación de miembros de las compañías valencianas más activas, así como programadores y productores de las escénicas de la Comunitat Valenciana.
Con todo ello y como estaba previsto, los asistentes vivieron el homenaje a las víctimas de la "resistencia vecinal" en el interior de la sala. La obra que sorprendió por ser dinámica y solvente, pese a ofrecer una representación pautada de actuaciones valencianas que pasaran durante las próximas semanas por el Musical (con canciones en directo de Gener, extractos de Lupa Teatre o Begoña Tena, entre otros) sirvió para que las cuatro asociaciones más representativas del Cabanyal, la de vecinos, Salvem el Cabanyal, la de comerciantes e industriales y la de vendedores del mercado, recibieran un regalo -de nuevo- simbólico.
El acto de homenaje, no obstante, no fue un acto ajeno al propio espíritu reivindicativo que ha unificado durante los años a buena parte de sus habitantes. Entre sus representantes habló Emilio Martínez, cuyo discurso recibió una fuerte ovación y el reconocimiento de sus vecinos. "El precio que hemos pagado por un proyecto que hemos demostrado es ilegal ha sido muy caro. Muchos no llegaron a ver cómo se solucionaba este proceso", apuntaba Martínez que dedicaba el premio a "la gente mayor que vio como perdía aquel sitio donde había vivido toda la vida".
"El precio que pagamos fue muy caro. Basta salir por la puerta y visitar lo que llamamos 'zona 0'", apuntaba Martínez que asegura "la población original fue reemplazada por gente en exclusión social dirigidos por el propio Ayuntamiento en el proceso de 'consumo' del propio barrio". Para el representante vecinal, "es una población importante que se debe atender", y que actualmente ha hecho "insufrible vivir en el barrio" sin que sus problemas derivados se detengan.
"Sabemos que las soluciones no son fáciles. Damos la bienvenida a todos los que se involucren en el proceso, pero nos hemos dado cuenta de que algunos creen que el problema es aquello que ven al aterrizar en el Cabanyal. No es eso: es todo el proceso durante los últimos 17 años y hay que comprenderlo. Reclamamos 'seny', equipamientos públicos, política social, modernización del Mercat del Cabanyal", remataba Martínez.
Sin embargo, el representante alertaba sobre la paciencia, que valoraba la reapertura del Musical como "un símbolo muy importante para que la cultura ayude a salvar el patrimonio del barrio", momento que aprovechaba para agradecer a los "centenares de artistas" que han mostrado su apoyo durante años. "No queremos más titulares de prensa, señor alcalde. El Cabanyal no está: no hay ni una casa rehabilitada, ni una acera, pero eso sí los mismos problemas que antes" y apremiaba: "la situación no depende de presupuestos, sino de voluntad política y ha de cambiar ya porque no aguantamos más".
Todas las voces institucionales han recordado durante estos meses "la nefasta gestión" que precedió al nuevo Musical, en este caso en palabras de Joan Ribó. El teatro de este barrio ha devenido en referente para sus vecinos porque "era posible abrirlo", según Oliver, "y con una gestión municipal directa, que es como nos gusta", añadía el alcalde este viernes en la reapertura.
"Valencia está enamorada del Cabanyal y hay cosas que queremos hacer en el barrio y todavía no podemos hacer, porque es complicado, pero esta sí la podíamos hacer", aseguraba Oliver. Desde que la Regidoria se conformase con sus competencias, que van desde la Educación a la Juventud pasando por el Patrimonio y la Acción Cultural, la gestión de los espacios escénicos está siendo uno de los principales quebraderos de cabeza para el equipo, convencido de poder crear una figura superior de coordinación entre Espai Rambleta, Las Naves y el Musical.
Lo cierto es que en este sentido, solo el Musical cuenta con una gestión total y directa desde el Ayuntamiento. Un trabajo que se ha asumido a través de la jefa de servicios de Acción Cultural, pero sobre la que cabe una figura de coordinación superior "que evite que espacios con dotación de dinero público se contraprogramen o acudan al mercado a competir por las mismas obras generando un mayor coste para la ciudad", en palabras de Oliver el pasado jueves. Por este motivo el Cabanyal, que ya tiene actividad regular desde este mismo fin de semana, es un piloto para la consolidación de lo que Ribó asegura es "el modelo que nos gusta".
Lo cierto es que la noche tuvo el carácter de familiaridad ya mencionado desde su cercavila previo pasando por el cóctel posterior a la representación, nada despegado de la realidad de la vecindad. La numerosas presencia de concejales del Ayuntamiento, casi la mitad de aquellos que están al frente del Gobierno local, sirvió para que de nuevo las asociaciones de vecinos del Cabanyal, tras apoyar con rotundidad el discurso de Emilio Martínez, advirtieran que el símbolo del Teatro el Musical ha de ser el inicio de un cambio todavía a la espera.