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reflexionando en frío / OPINIÓN

Ximo Puig se prejubila; Carlos Mazón gana la carrera 

30/05/2023 - 

La izquierda empezó mal la campaña, no pudo levantar cabeza con esos escándalos sutilmente focalizados en su flanco por la derecha, y termina la cita electoral convirtiendo en pesadilla lo que parecía un mal sueño. Los valencianos, los españoles en general, han castigado con el látigo al progresismo; no hay más análisis posible ante este desastre. En España las elecciones no las gana la derecha sino que las pierde la izquierda. Les debe servir para hacer autocrítica frente a esta cura de humildad; no viene mal teniendo en cuenta que empezando por el Gobierno central, el ala más escorada del ejecutivo no ha entonado el mea culpa en esos desafinados gallos con forma de la ley de sólo sí es sí o la ley trans.

Muchos se estarán preguntando qué le ha pasado a la izquierda para pasar de tener la esperanza de mantener el Gobierno de la Generalitat Valenciana a perderlo de manera estrepitosa. Además de los errores a escala nacional que he citado al principio y que han adquirido un carácter preponderante dada la excesiva presencia de Pedro Sánchez en la campaña electoral -circunstancia que convirtió a estos comicios en un plebiscito contra el Presidente del Gobierno como quería la oposición-, hay un rosario de vicios que han lastrado a la izquierda durante estas elecciones.

Si decía que el protagonismo de Pedro Sánchez ha condimentado la cicuta con la que se ha suicidado políticamente Ximo Puig, las incoherencias e indefiniciones de Yolanda Díaz a la hora de apoyar a los candidatos de los diferentes municipios han sido la guinda del pastel mortal. Nadie ha podido explicar el motivo por el que la vicepresidenta segunda del Gobierno vino a Alicante y apoyó a Podemos y después en Valencia se hizo la foto con Compromís y le tiró los tejos políticos a Joan Ribó. Si Feijóo no sabe en qué ciudad de España está, Díaz tampoco debe de tener muy claro a que partido pertenecen los dirigentes a los que respalda. Con esos movimientos camaleónicos y esquizofrénicos no ha hecho más que desorientar a su electorado; ha convertido la elección del voto progresista en una especie de sudoku maquiavélico. ¿Por qué en Alicante apoya a Manolo Copé y en Valencia a Joan Ribó? ¿Por qué no ha apoyado a Rafa Mas también? Un tibio juego de nombres y un baile de cortijos difícil de asimilar, más incluso que el sentido de que los sugus de piña sean azules.

En este descenso por los círculos del infierno de la izquierda la vanidad es otro de los pecados capitales. El elector progresista creo que no ha perdonado o no ha entendido el hecho de que no se presentaran juntos los candidatos de formaciones como Compromís y Podemos. En una entrevista a un cabeza de cartel de la formación morada en un municipio de la comunidad, este me confesaba que la razón por la que no había habido acuerdo de coalición era por el ego de una de las caras de una de las formaciones. Tesis razonable teniendo en cuenta que como a un servidor le reconocieron miembros de Podemos y Compromís, no había casi ninguna diferencia entre ambos proyectos; esa falta de sinergias es un misterio digno de Cuarto Milenio. De haberse cogido de la mano podrían haber sumado más escaños, pero su ego era más grande que sus ganas de gobernar.

Es incomprensible que con la cantidad de votos que se podían repartir del cadáver todavía caliente de Ciudadanos se los haya llevado casi todos el Partido Popular. Una izquierda enrocada en el pecado capital de la ira y el fanatismo se ha obsesionado con esas causas perdidas y sectarias que han espantado al votante más moderado e indeciso. Alejados de la realidad han preferido legislar para las minorías en vez de para las mayorías. Si hubiesen abrazado esa transversalidad habrían podido coger un gran puñado de votos.

Carlos Mazón va corriendo calzado en sus zapatillas al Palau de la Generalitat ;Joan Baldoví ha demostrado que Mónica Oltra estaba sobrevalorada; Yolanda Díaz se aprende los partidos políticos del arco nacional y Ximo Puig acaba de telefonear a José Luis Escrivá para que le dé la jubilación anticipada.    

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