EL MURO / OPINIÓN

El XIX merece un espacio propio

13/06/2021 - 

Por mucho que nos consideremos modernos e innovadores lo bien cierto es que, por aquí, el XIX nunca ha dejado de estar de moda, aunque también se ha intentado menospreciar. Sin embargo, el arte decimonónico o del primer tercio del siglo XX siempre atrae público. A raudales. Tiene su misterio sociológico, pero es una realidad evidente. Vende y mucho. Es un auténtico reclamo social que a todos gusta y convence. Es visible y comprensible. También, desconocido en su conjunto.

Con el mero hecho de nombrar a Sorolla salimos de estampida rumbo a cualquier propuesta. Miren si no la repercusión de cualquiera de las exposiciones en torno al maestro que organiza la Fundación Bancaixa, caso de la que actualmente expone y es un ir y venir de espectadores/visitantes. Hace poco llegaba al Cementerio General de Valencia el sarcófago que Benlliure creó para el mausoleo de Blasco Ibáñez, Su casa Museo acaba de estrenar la reordenación de sus salas y fondos y en la Casa Museo de Benlliure, un espacio que nadie debería de perderse, sin ir más lejos se inauguraba una exposición de redescubrimiento de Vicente March, una de las muchas figuras del XIX que aún hay que poner en valor junto a una generación de artistas brillantes, como así muestra el Museo de Bellas Artes con la exposición dedicada a Agrasot. Hablamos del segundo Siglo de Oro del arte valenciano, como se ha denominado. Y es que la nómina es tan brillante como interminable y en ella existen centenares de puntos de unión.

Por eso, al parecer y según la web de la Agencia Turismo Comunitat Valenciana, tenemos hasta museo del XIX. Dicen que está ubicado y así lo promocionan, en el Centre de Cultura del Carme, el espacio de la calle Museo de Valencia. Desconocía que existiera. Igual lo han puesto sin avisar o no nos hemos enterado. Habrá que ir a descubrirlo porque no sólo lo promocionan sino que además hasta nos ofrecen horarios de visita. Así que “tenemos museo nuevo” aunque no exista, salvo en la imaginación del departamento de Turismo. Menuda pifia. ¿Nadie revisa o está al día?  

Siempre he defendido que el XIX debería de tener un museo de la época más allá de lo que ofrece el San Pío V y se diluye en cualquier visita ya que el Renacimiento y el Gótico lo eclipsa todo, junto a las piezas de la Desamortización, un barco religioso repetitivo pero que al menos luce por su tamaño y vistosidad.

Existió en su día un proyecto para tal fin. Pero estuvo mal planteado ya que la Generalitat pretendía que todas las instituciones cedieran sus fondos, pero sin mayor compensación, control ni presencia política conjunta sobre ellos. Grave error. Sí, se hablo del Centre Carme como foro, que hubiera sido el perfecto espacio natural para tal fin -aún se está a tiempo-, como igual podría ser la propia Fundación Bancaixa o innumerables espacios históricos de la ciudad que están más que desatendidos. Hasta tendría cabida en Sant Vicent de la Roqueta del que nadie se atreve a desvelar contenidos concretos ni plan de usos cerrado. Estos gestores de ahora están sólo pensando en la modernidad, que no es nada salvo un término obtuso, pero no en uno de los pasados más gloriosos del arte valenciano.

Decía lo de recuperar nuestra propia visión del XIX porque tiene entidad suficiente. Va sobrado. Pero no sólo para hablar de Sorolla o Pinazo que bien tienen entidad suficiente para ser dos focos de referencia y arranque, como el último Vicente López, sino para crear en torno a ellos un universo de fondos y proyectos expositivos que cualquier autonomía desearía tener ya que la nómina de artistas es interminable y muchos están por revisitar e incluso descubrir: desde los costumbristas, hasta el arte social, el paisajismo o el inicio de la modernidad como así reconoció el propio IVAM con Pinazo y fue en su día arranque del punto expositivo de sus fondos, colecciones y discurso fundacional.

Sin duda, un museo del XIX sería un acicate para esta ciudad y autonomía. Un punto de referencia para turistas, cruceristas y sociedad civil. Esto es, se trataría de llegar a un gran pacto institucional para reunir fondos y colecciones repartidas por instituciones públicas que, de momento, simplemente decoran despachos pero no están al alcance de todos, aunque ese patrimonio sea nuestro y no del partido político de turno. Tendría una peregrinación de visitas. Es una evidencia, porque el XIX es un gran desconocido en su conjunto salvo las excepcionalidades de rigor y mueve a una sociedad en la que lo contemporáneo cuesta a veces pero explica el proceso de evolución de una generación que fue origen de modernidad y contextualiza un modo de ser social.

Sólo hay que imaginar la gran cantidad de lecturas y discursos expositivos que se podrían articular en torno a este Siglo de Oro, no sólo de pintores o escultores sino también de grabadores. Fondos hay para dar y vender. Y de peso. Son suficientes para darle cuerpo a un discurso propio.

De esta forma tendríamos un Museo del XIX real y no sólo sobre el papel, temporal o una web errónea. Personas y especialistas capaces de articular ese discurso y hasta confrontarlo con la evolución histórica de nuestra sociedad existen. Sólo hace falta ponerse de acuerdo y manifestar voluntad de acción política. Quizás de esta forma dejaríamos de invertir en exposiciones temporales. Como sociedad articularíamos un eje entre nuestro Gótico y Renacimiento, el XIX, la modernidad y la contemporaneidad repartida en otros tantos museos que ya existen y cubren esos huecos.  

Desde luego que el XIX lo merece. Su puesta en valor y la concentración de tantos fondos que se pierden entre las instituciones y las que otros museos de carácter nacional poseen pero con compromiso con Valencia, caso del Prado, que a buen seguro guarda en sus almacenes infinidad de piezas que no se exhibe, sería una garantía. Sólo es cuestión de ponerse manos a las obra. Como sociedad lo merecemos. Otra cosa es perder protagonismo político. Ahí está el problema. O la solución. Si es que hablamos de un objetivo común. Pero en el XIX el algodón ya no engaña.

Ya que tanto hablan de nuevos museos, éste sí es de obligación y deuda con esta sociedad política y cultural que institucionalmente aún está en modo cangrejo. Con los que les gusta, daría muchas fotos de sociedad inacabada.