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crítica de concierto

Y llegó Brahms para confirmarnos el cambio

27/11/2021 - 

VALÈNCIA. Me gustaría decir lo contrario, pero esta crítica no puede hacer ninguna referencia a la breve obra de Arvo Pärt con que se abría la velada ya que una manifestación por el centro de la ciudad impidió a quien escribe, y a un buen puñado de melómanos, llegar a tiempo al auditorio del Palau de les Arts.

Pasando directamente a la Sonata del Sur para piano y orquesta del gran compositor alicantino Óscar Esplá, y antes de decir algunas cosas sobre la interpretación, hay que señalar un hecho que considero insólito, si bien en este bendito país todo es posible: Que una obra como ésta no forme parte del repertorio concertístico español más o menos habitual en las salas de concierto, es algo que cuesta entender y explicar. Una obra de indiscutible calidad, de riquísima escritura, con sus influencias externas, por supuesto (Debussy, Stravinski…), y, eso es verdad, exige y mucho de solista, orquesta y director para que todo (que es mucho) se escuche. Que yo sepa, existe una magnifica grabación de por Alicia de Larrocha y la Orquesta Nacional de España y poco más. Como dice Justo Romero en sus excelentes notas al programa se trata de una de las pocas obras relevantes del repertorio español de carácter concertante para teclado y orquesta. La lectura contó en esta ocasión con un intérprete a la altura de las circunstancias como es el pianista Carlos Apellaniz, sobradamente conocido entre nosotros, que desarrolló con suficiencia todo el virtuosismo que exigen estos pentagramas. No obstante, sin quitar ningún mérito a la lectura global, que fue meritoria, hay que señalar que se trata de una obra de gran dificultad para todos, que hoy por hoy todavía no está suficientemente estudiada careciendo de un corpus interpretativo en forma de grabaciones. Por ejemplo, respecto a todo aquello que tiene que ver con las dinámicas, en el primer movimiento principalmente, al tener la composición una escritura orquestal tan densa, quizás, el lugar de cada uno todavía no está suficientemente claro en algunos pasajes concretos. Excelente fue el segundo movimiento Andante Liturgico en el que el compositor alicantino lo dota de irresistible poesía y misterio; una atmósfera que fue perfectamente traducida por un sensacional y ensimismado Apellaniz. Faltó un poco de brillantez y gracia en unos y otros en el magistral tercer movimiento de hechuras stravinskianas, una brillantez que sí puede observarse en la lectura de la ONE y la gran pianista catalana. No obstante bravo a unos y otros por la valentía de hacer posible esta lectura.

 Foto: Live Music Valencia

El Brahms sinfónico es siempre un reto para esta orquesta que, salvo contadas ocasiones, no ha tenido demasiada suerte a la hora de traducirlo de una forma satisfactoria. Respecto a esta primera sinfonía del compositor hamburgués escuchada no hay nada que objetar sino todo lo contrario. Aventurado sería hablar de “sonido Liebreich” pero sí que es evidente que con su llegada la orquesta, y más concretamente todas las secciones de cuerda, al unísono, ha mostrado una evidente mejoría con un sonido más denso y empastado, y con un mayor peso del arco sobre el instrumento. Liebreich se muestra muy atento para que esto suceda y “no decaiga” con vehemente intensidad gestual.

Opta Libreich por una introducción con esos célebres golpes insistentes de timbal, alejada de lo apocalíptico como a veces se puede escuchar en otras muchas lecturas. Así Javier Eguillor, por indicación del maestro alemán, marcó el ritmo con evidente contención, buscando una redondez en el sonido, expresión y cierto legato entre las notas. Soberbio Enrique Palomares en la bella intervención que Brahms regala al concertino en la segunda parte del Andante y enorme belleza la alcanzada por Liebreich al colocar los trombones fuera de escena en su intervención el movimiento de cierre cuando estos citan el tema sobre el que se volverá en la coda de la obra. El fabuloso y contrapuntístico cuarto movimiento fue llevado por Lebreich y la orquesta con toda la intensidad emocional que demanda, lo que quizás en los últimos compases se pudieron observar algunos desajustes, lo que se puede comprender a estas alturas. Una coda majestuosa por parte de todos los metales y en la que si los timbales en el inicio se mostraron expresivos aquí se hicieron presentes con toda la vehemencia. Éxito sin paliativos más que merecido.

Ficha técnica:

25 de noviembre de 2021

Obras de Pärt, Esplá y Brahms

Carlos Apellaniz, piano

Orquesta de Valencia

Alexander Lieberich, director musical

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