VALÈNCIA. El origen del problema viene de lejos y no ahora que existe un motivo para estar en desacuerdo. Parecía una especie de 'matrimonio' entre el grupo de países que generan superávit por cuenta corriente y el otro que genera déficit. Un 'matrimonio de conveniencia' sin duda, que al menos hasta la fecha tenía todo su sentido. Lo que ocurre es que con los años aquella conveniencia se ha convertido en dependencia con riesgo de desembocar en tensiones y desacuerdos, cosa que es justo lo que está ocurriendo ahora con los Estados Unidos.
En un mundo cada vez más globalizado, las conexiones transfronterizas para el flujo de capitales y las mercancías cobran cada vez más importancia. El incremento del comercio tiene consecuencias directas en el capital que un país puede destinar a inversiones y para la capacidad propia de ahorro. Como resultado cada país tiene unos saldos distintos, unos con resultado positivo (superávit) y otros con déficit. Estas diferencias luego se traducen en desequilibrios económicos entre unos y otros lo que desde siempre podía haber sido base de conflictos y no solo ahora.
Uno de los problemas principales es el hecho de que los países deficitarios tienden a impulsar su crecimiento económico a base del consumo -como una fuente principal- y prestan el capital que les falta para conseguirlo a los países con superávit. EE UU funciona así desde siempre y en Europa uno de los países cuyo modelo más se asemeja al americano es el nuestro. De ahí que en las postcrisis solemos tener un crecimiento económico superior a muchos de nuestros vecinos europeos. Pero como todo, prestar dinero al final puede crear dependencia de los demás y luego estos te van dictando y exigiendo…
En todo caso el punto de inflexión fue la crisis financiera de 2008. A partir de entonces es cuando cambiaron los 'cromos' de lo que hoy es base del problema. Entonces comenzaron a multiplicarse los desequilibrios económicos entre países y los americanos; una década después se ven como principal víctima por ser país con déficit crónico elevado. Es cierto que los países con superávit suelen ser países que exportan mucho y que la crónica y fuerte demanda americana les viene como guante al dedo para pulir caídas puntuales en su propia demanda interna.
Pero antes que culpar a los demás EE UU debería reflexionar sobre el hecho de que no ha sido capaz de incrementar sustancialmente su tasa de ahorro durante la última década. Faltan demasiados incentivos para el ahorro y su sistema de recaudación de impuestos está en modo demasiado expansivo ¿Por qué entonces se pelean justo ahora? Porque nada hace pensar que el endeudamiento de las naciones vaya reduciéndose en los próximos años, por lo que los desequilibrios entre países irán en aumento.
Por otra parte, China podría convertirse en país deficitario -hoy todavía está en el lado opuesto- con lo que competiría directamente con Estados Unidos para ser puerto de destino del ahorro de los demás países. A Trump desde luego no le gusta nada la idea de depender del bolsillo de otros y tampoco le interesa que otro actor -como por ejemplo China- le vaya robando cuota de acceso al ahorro disponible para financiar el 'consumo americano'.
¿Por qué entonces anteriores administraciones americanas no se rebelaron como él? Lo cierto es que la actual constelación no les causó ningún trauma y posiblemente daban por hecho de que todo era fruto lógico de la apertura hacia nuevos mercados menos maduros y a la vez muy competitivos en precio.
Conclusión: los desequilibrios económicos entre estados siempre han existido y han sido necesarios. No tiene que ser algo malo y el sistema económico los necesita en medida adecuada. El problema es que la crisis ha acentuado las diferencias y los países no logran reducir su endeudamiento. Este último es un grave problema aunque remar a contracorriente de los demás no creo sea la solución adecuada. Haría falta que todos tiren del mismo carro y en la misma dirección.
Christian Dürr es responsable Asesoramiento Patrimonial en Ética Patrimonios EAFI