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EL TINTERO / OPINIÓN

Y si nos lo creemos

Se habla mucho y con razón del individualismo del carácter valenciano, especialmente en el ámbito empresarial; criticamos la falta de unidad y corporativismo, pero creo que ha llegado el momento de cambiar esos comportamientos y es una responsabilidad de todos

29/11/2015 - 

“A mí, que no soy valenciana, lo que más me sorprende es lo críticos que sois con vosotros mismos”, esta sincera frase de una joven que trabaja en Valencia desde hace años fue pronunciada en un animado almuerzo durante esta semana y me hizo reflexionar sobre uno de los males que atacan al pueblo valenciano, como colectividad, como masa amorfa, como sociedad. Y si es cierto que para solucionar un problema es fundamental realizar el diagnóstico adecuado, creo que más importante si cabe es tener la voluntad para emplear el remedio.

La crisis económica ha tenido efectos taumatúrgicos en nuestra débil sociedad, como valorar el exceso de recursos materiales con el que vivimos en las sociedades más desarrolladas o activar mecanismos de caridad y solidaridad que humanizan nuestras ciudades, pero lo que realmente importa es que esos comportamientos de reparación tengan un efecto de cambio en nuestra mentalidad para eliminar la mala praxis, y no sólo en el ámbito político sino en todas las esferas, en el campo social y profesional.

Es muy recomendable que usted que lee plácidamente Valencia Plaza en este último domingo de noviembre y yo, que también lo leo, hagamos un ejercicio de sinceridad, de análisis, de autocrítica sobre cómo nos comportamos en nuestro actuar diario, en lo personal y en lo laboral; probablemente encontraremos esas actitudes que tantas veces criticamos en el prójimo, con especial énfasis en los políticos que de alguna forma los hemos convertido en la diana pública de nuestra ira, nuestras quejas y a veces incluso nuestras culpas.

Evidentemente existen factores culturales, sociales, etc. que condicionan mucho nuestra forma de ser y de actuar, como es nuestro carácter fenicio y empresarial, nuestro comportamiento individualista, a veces egoísta y cómo no, la afición a practicar el deporte nacional español en su vertiente mediterránea: la envidia. Todo ello es una rémora, un condicionante que complica pero no impide que superemos esas características que frenan el progreso y oscurecen la convivencia.

Es un tema sobre el que he hablado en infinidad de situaciones con personas de diferentes edades, ámbitos sociales, culturales y profesionales, suelo percibir cierta unanimidad en diagnosticar los males pero no hay un compromiso para modificar el comportamiento individual en nuestro pequeño y limitado espacio, quizá que sería un inicio a la solución. Solemos excusarnos en que sea “el otro o los otros” los que cambien, nos encanta denunciar el nepotismo en política, pero pocos dicen si han intentado colocar, o sea enchufar, a su hijo o sobrino en la empresa de un amigo, y frente a la idea de que separar público y privado, les diré que lo público se conforma de personas privadas e individuales y muchas veces los vicios o defectos que visualizamos en la esfera pública, son el reflejo de lo que sucede detrás de las cámaras, por utilizar una metáfora televisiva.

Pero si recuerdan el título de este Tintero, ‘Y si nos lo creemos’, creo que no sólo hay esperanza en mejorar sino que ya se empieza a ver que la sociedad valenciana está atravesando una lenta pero constante transformación con valores como el mérito, la capacidad, el esfuerzo o el rigor y estos últimos días he sido testigo de ello. Sentados en torno a una mesa reivindicábamos nuestro potencial mientras degustábamos una coca valenciana, gracias a la iniciativa ‘A la Taula’ de cerveza Turia y con el magnífico trabajo de CuldeSac Experience, una empresa valenciana que trabaja para las mejores y más exclusivas marcas en todo el mundo y que tienen su sede aquí en el barrio de Patraix; en esa mesa reflexionábamos sobre diferentes asuntos junto a dos jóvenes diseñadores, que acaban de lanzar una marca de bolsos de lujo OneSixOne, Lucas Zaragosí y Adrián Salvador tienen su estudio en Ruzafa, y con su firma Siemprevivas son un referente internacional de máxima calidad en el mundo de la moda y el diseño.

Les he dicho que para empezar a creernos que tenemos un potencial extraordinario debemos poner en valor y en práctica una serie de valores y principios en lo individual y en lo colectivo, y lo importante es materializar esas actitudes. Eso han hecho esta semana Federico e Ignacio Varonaquienes desde su ámbito profesional han creado las ‘Becas Varona’ para impulsar los valores de colaboración, esfuerzo y superación, en esta edición fue para el atleta paralímpico Ricardo Ten, un ejemplo de estos y otros valores que tanto necesitamos. El evento tuvo lugar en Barreira, otro ejemplo de empresa valenciana que lleva décadas formando en arte y diseño con excelencia.

Hay una generación preparada y además concienciada de cómo hay que hacer las cosas, con profesionalidad y honestidad. Y si todo lo bueno, que es mucho, que se hace en Valencia tiene que ser explicado, comunicado y exportado a la opinión pública, el mejor ejemplo de esos valores que acabo de enumerar, lo demuestra este medio de comunicación, Valencia Plaza que desde su nacimiento ha logrado prestigiar todo lo que acontece en Valencia y posicionar de una manera elegante e influyente al tejido social, cultural, empresarial valenciano.

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