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la estrategia a examen / OPINIÓN

¡Y si somos los mejores bueno y qué, bueno y qué! Narcisismo versus humildad

29/09/2016 - 

La canción de la infancia resonó en mi cabeza leyendo esta semana el informe anual de la Academy of Management, la mayor asociación de dirección de empresas del mundo con 19.000 socios de 120 países, que premiaba como mejor artículo de su revista profesional un trabajo sobre el narcisismo y sus consecuencias para las empresas. Así que, perdónenme la licencia de empezar con este título: la estrofa de una canción que, los de mi generación, seguro que recuerdan. ¡Cuántas veces la entonábamos en las competiciones escolares, frente al equipo contrario!

A este premio se une el escuchar de forma repetitiva -y he de decirles que con hastío- los mensajes triunfalistas de políticos ante los resultados electorales, de empresarios ante las cuentas anuales o de gestores universitarios ante su posición en los rankings y creo, que por ello, la canción de la infancia resonó con fuerza. Lo buenos que somos, lo bien que lo hacemos, la magnifica posición que ocupamos.

Dado el objeto de esta tribuna, la estrategia a examen, me voy a centrar en mi reflexión en el ámbito de los directivos y empresarios, aunque lo que viene a continuación podría decirse a cualquiera de los otros dos grupos mencionados.

Todos tenemos algo de narcisistas y, en su justa medida, creer en uno mismo y en sus capacidades no es malo. Pero la autoestima difiere del narcisismo, pues este último cubre más características, incluyendo un sentido del derecho sobre el éxito y una necesidad permanente de admiración. La persona narcisista es arrogante y se siente superior, se atribuye en exclusiva la titularidad sobre decisiones, acciones y cambios que han generado buenos resultados. Por todo ello es más frecuente en aquellos que tienen altos puestos directivos que en otros individuos.

Más aun, demasiado narcisismo no solo puede derivar en un problema psicológico, el reconocido en psicología como la personalidad narcisista[1], sino dañar a su empresa y a los que trabajan con usted. Para saber su grado de narcisismo puede ponerse a prueba. En la red tiene fácil acceso a cuestionarios de personalidad narcisista conocidos como NPI (Narcissistic Personality Inventory). En el campo de la dirección de empresas se utilizan algunos indicadores sencillos. 

Evalúese respecto a ellos con sinceridad. ¿Con qué frecuencia sale usted solo (su foto, por ejemplo) en los informes anuales de su empresa, o en las entrevistas o por el contrario su presencia es compartida con la de su equipo? ¿Cuántas veces utiliza en sus discursos o en sus discusiones el "yo" y no el "nosotros"... yo hice, yo decidí, yo cambié, yo implanté? ¿Cuán importante es la brecha entre su salario y compensaciones -económicas o no- y el de la siguiente persona del escalón jerárquico? Son solo tres ejemplos que tratan de contestar a la cuestión de ¿qué parte del éxito se atribuye un directivo o empresario a sí mismo? ¿Cuánto espacio deja a lo que otros han aportado, han contribuido? ¿Está dispuesto a escuchar y a tomar en consideración lo que otros tienen que decir, su opinión, sus ideas, sus valoraciones y críticas?

Esta actitud, en cierto modo narcisista, contrasta con la que mantienen otros empresarios y sus implicaciones se ilustran en estos tres casos contrarios.

Antes de las vacaciones estivales estuve visitando con algunos estudiantes una reconocida empresa de la Comunidad Valenciana. Se trata de Grupo Royo. Tiene resultados que le pueden llevar a usar el término éxito sin lugar a dudas. Es líder en su sector en España, tercera en Europa, comercializa sus productos en más de 60 países y tiene presencia directa en más de 12. Ha crecido en ventas en los últimos tres años a un ritmo magnífico y podrían sentirse satisfechos de ello. Sin embargo, las personas que nos recibieron, miembros del equipo directivo, mostraron una humildad infrecuente. Nos contaron los cambios introducidos en la empresa en un ambicioso proyecto. Los retos que les había supuesto, las dificultades encontradas, los éxitos obtenidos, pero también las veces que habían tenido que volver a empezar desde cero o casi desde cero, las dudas, los errores. Los estudiantes, escuchando la modestia desde la que hablaban estos directivos, se asombraban del deseo de aprender y mejorar que emanaban estos ejecutivos al transmitir sus experiencias. Y se sorprendían de que compartiesen no solo lo orgullosos que estaban de lo conseguido, sino también la humildad de reconocer lo que podrían haber hecho mejor, más rápido o con menos costes. No es por supuesto, el único caso. 

En una comida reciente con empresarios valencianos de gran relevancia mediática, uno de ellos, líder en su sector en España, manifestaba la importancia de la humildad. Desde una perspectiva triunfalista, su empresa es la líder en España, pero si se compara con las empresas del sector en Europa o en el mundo, la situación cambia. Lo expresaba diciendo algo así como, soy una simple hormiga en el sector. Decía: "mi comparación no puede ser con la mejor empresa española. Eso solo me lleva a un erróneo y peligroso conformismo".

Por último, uno de los mejores directores que conozco, un excelente profesional, yo diría que una de las personas mas inteligentes con las que he trabajado en valencia, me sorprende siempre. Lo que me asombra no es tanto el resultado de sus proyectos, que suelen ser excelentes, sino su capacidad de reconocer en qué no es experto y la necesidad de contar con lo que otros saben hacer mejor. Esa humildad no solo le permite obtener un mejor resultado, sino que además le permite disfrutar y aprender de lo que otros hacen mejor. 

¿Por qué es tan importante esta actitud de humildad en el mundo de la dirección de empresas? Algunos autores han escrito sobre ello. Chaterjee y Hambrick en 2007 publicaron un pionero artículo sobre el narcisismo de los altos ejecutivos. Su trabajo proponía que los líderes narcisistas tiende a llevar acciones con gran repercusión, pero que sus resultados no superan a los de otras empresas de la industria. El trabajo premiado por la Academy of Management de Grijalva y Harms sintetiza trabajos que demuestran con solidez que el narcisismo genera comportamientos laborales contraproductivos. 

Pero, quizás más interesante que hablar de los efectos negativos del narcisismo, sea hablar de los positivos de su antónimo: la humildad. Antonio Argandoña argumentaba en un trabajo del 2015 que el directivo con humildad puede destacar por su gran capacidad y eficacia en la toma de decisiones. La humildad le permite tener un conocimiento preciso de sí mismo, de sus capacidades y limitaciones, tener una mayor consistencia en las decisiones, le acompaña siempre el deseo de mejora y esta humildad facilita su capacidad de trabajar con otros.

No es fácil triunfar y no ser narcisista. No se olvide de que cuanto más alto esté usted y cuanto más importante sea su empresa, más probabilidades tiene de cultivar ese narcisismo. Los que le rodean se lo pondrán fácil y a usted, como a todos, le gustará que lo halaguen. En un interesante trabajo publicado por la prestigiosa Academy of Management Journal en 2007, los investigadores obtenían -analizando 760 consejeros externos de 300 consejos de administración de empresas norteamericanas del Forbes 500- que las probabilidades de ser recomendado para pertenecer a otro consejo de administración aumentaban si usted era blanco, hombre y —en relación con esta tribuna— adulador. Así, que no se asombre si los que le rodean le adulan y dan la razón con frecuencia. La tendencia natural es esa. Ser adulador; y si además lo es con elegancia, mejor… tiene premio.

Yo, sin embargo, le recomiendo que se rodee de personas críticas —que no es lo mismo que criticonas— con voz propia, que de vez en cuando —mejor si lo hacen con alguna frecuencia—, discrepan de su opinión y le proponen alternativas y lo hacen convincente y justificadamente. 

Cuando les escuche, no olvide que discrepar de usted para ellos puede ser arriesgado. No se sienta cuestionado, sino muestre curiosidad por sus propuestas. No solo aprenderá mucho más, sino que hará cosas mucho mejores.

También puede ayudarse de herramientas que le ayuden a monitorizar de forma objetiva los resultados de sus decisiones y de su empresa. Utilice los indicadores como espejos en los que mirar sus resultados y no se deje atraer fácilmente por los brillos. Felicítese por lo que han alcanzado, pero evite la autocomplacencia y el conformismo al compararse con otros o con lo que les queda por obtener. Usted puede ser el mejor de su clase, o si lo prefiere de su sector en España, o la mejor universidad o facultad de su entorno, pero mire un poco más allá. El mundo es muy grande y si se compara con otros entornos, a lo mejor la imagen del espejo no es tan brillante. 

Termino. La humildad bien entendida es un buen amigo del éxito y del aprendizaje. La humildad permite descubrir lo extraordinario que hay en los demás, lo que otros saben o hacen mejor. Las mejores empresas no son aquellas que se creen las mejores, pues al cabo de un tiempo suelen ser superadas por otras. Las mejores son aquellas que siempre piensan en mejorar y en aprender. Y aun así, si decide entonar la canción para animar a su equipo, ¡hágalo! Pero, por favor, ¡no se lo crea!

María Iborra. Facultat d’Economia. Universitat de València

[1] El término se utiliza en esta tribuna como un rasgo de la personalidad pero no en el sentido clínico de un desorden psicológico.

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