El 8 de marzo se conmemora desde hace 42 años el Día Internacional de la Mujer, este año la convocatoria de una huelga pone el foco sobre una aparente situación casi de marginalidad de las féminas españolas. Pero los datos ubican a España como el 5º país mejor para ser mujer.
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, establecido por las Naciones Unidas en el año 1975. Para los españoles estos 42 años que han pasado desde aquel 8 de marzo han supuesto nuestro período de mayor paz, estabilidad y prosperidad de la historia reciente de nuestra nación. Un tiempo en el que se ha consolidado la democracia, se ha desarrollado una ingeniería civil con obras públicas de primer nivel mundial, disfrutamos de un sistema sanitario de máxima calidad y los derechos y libertades están garantizados al nivel de las potencias democráticas líderes, sin hablar de empresarios, investigadores, deportistas y demás españoles que triunfan en el mundo.
En esta ocasión y con motivo de la efeméride citada, se ha convocado una huelga que pretende denunciar de manera destacada una serie de situaciones que perjudican, infravaloran o menosprecian a las mujeres. Como se suele decir en estos tiempos, “visibilizar” un problema que afecta –según las convocantAs– a millones de féminas. A saber: brecha salarial, discriminación, dificultad para la conciliación, invisibilidad para la promoción interna, moobing y otros asuntos.
En otro alarde de utilización de expresiones cursis, podríamos decir aquello de que la realidad es poliédrica, o sea, que la realidad es compleja porque está formada por individuos libres e independientes que actúan de diferentes maneras. gracias a Dios. Por ello, la idea de ubicar a la mujer, el sexo femenino, uno de los dos géneros que pueblan la faz de la tierra en un único lado es excesivamente atrevida cuando no irresponsable. Pero aquí, la libertad de opinión y elección se encuentra peligrosamente mermada por culpa de algunos sectores que se enmarcan entre la izquierda radical y el socialismo real.
Les haré una confesión que entenderán: no me atrevía a escribir esta columna y hablar sobre un tema de actualidad y que debería ser de libre y sincero debate. Sí, llámeme cobarde o piense que me aqueja el síndrome de Estocolmo, como parece ser que les ocurría a las representantes del PP y Ciudadanos en la encerrona –una más y no será la última– del domingo noche en La Sexta. Pero como suele decir la mujer más importante de mi vida (y seguro que de la suya), mi madre, “el miedo es libre”. Y ante un panorama tan sectario y maniqueo uno, a veces por miedo otras por pereza, no opina de algunas cosas.
Hete aquí que ante la huelga, yo hago huelga de contención y escribo sobre un asunto que se nos presenta excesivamente manipulado y teledirigido. Pero no estoy sólo, el sentido común una vez más se manifiesta, y si Tabarnia ha supuesto un soplo de aire, un espejo macabro y realista del nazionalismo catalán. Frente a esta huelga excesivamente politizada y pensada para retomar las famosas movilizaciones callejeras que tras el 15M supusieron un éxito para la izquierda comunista, arcaica y trasnochada política y socialmente; ha surgido un manifiesto que me parece importante resaltar y publicitar: No nacemos víctimas.
Un manifiesto que firman eurodiputadas, periodistas, historiadoras, científicas, abogadas, profesoras, editoras y en el que se recogen, entre otras, frases como estas: “Nosotras no nos reconocemos víctimas de nuestros hermanos, parejas, padres, hijos, amigos y compañeros, nuestros iguales masculinos. Nos rebelamos contra esa política de identidad que nos aprisiona en un bloque monolítico de pensamiento que niega la individualidad.” Y prosiguen: “Proclamamos el derecho de nuestros hijos a saber que han tenido la inmensa suerte de nacer en un país donde existe el respeto a las mujeres y donde las niñas llegarán donde quieran. Porque ya lo han hecho. Porque ya hay rectoras de universidad, investigadoras, políticas, médicos, ingenieras, abogadas, escritoras, diplomáticas, periodistas, pilotos, empresarias o juezas.”
Pero estos comentarios podrían ser una simple opinión si la realidad de la mujer en España fuera otra, pero un estudio del Instituto Georgetown para la Mujer, la Paz y la Seguridad y el Instituto de Investigación sobre la Paz de Oslo que analiza el grado de inclusión, justicia y seguridad de la mujer en las sociedades de 153 estados, es decir, casi el 98% de la población mundial, coloca a España, nada más y nada menos que en la 5ª posición. Es decir, que nuestro país es uno de los mejores para la mujer en asuntos como la inclusión, la justicia y la seguridad, junto a países como Islandia, Noruega, Suiza o Eslovenia.
La realidad es altamente positiva para la mujer y por ende para nuestra sociedad, y lo es sin gracias al esfuerzo de todos, no sólo de las leyes e imposiciones políticas, sino de una Cultura y una Filosofía –sí, con mayúsculas– que se demuestra que están a la vanguardia del mundo en cuanto a civilización, respeto a las personas, derechos y libertades y por supuesto igualdad entre las personas. Orgullosos deberíamos estar de ser españoles y europeos, de ser herederos de la filosofía griega, el derecho romano, la religión cristiana y de saber evolucionar y convivir en igualdad y con respeto.