Con este disco, cuyos temas comenzaron a idearse hace año y medio, Amor Butano vira hacia una nueva dirección y se despiden del estilo más relajado y “tonti pop” para adentrarse en una etapa marcada por las referencias musicales nipones y por las bases pregrabadas, aunque la voz y el “cachondeo” lo seguirán conservando: “En el siguiente EP vamos hacia algo más moderno y minimalista, apoyándonos más en las bases pregrabadas, en este disco aprovechamos para viajar al primer amor entre las máquinas y el electropop pero más adelante nos adentramos en algo más de ordenador”, explica Goterris, quien añade que el título de este EP de despedida, Te noto cambiada, nace de lo que imaginan que sería una conversación entre el yo-adulto y el yo-niño: “Creemos que esa frase simboliza lo que nos diríamos a nosotros mismos, y que engloba esta historia”, añade la cantante.
Desde la producción Ferrando admite que se dejan llevar bastante por la fantasía al rescatar las canciones que compusieron hace ya más de un año: “Queríamos basarnos más en lo japonés, en el hyperpop y mezclarlo todo. Personalmente nos inspiramos en las bandas sonoras de videojuegos japoneses -como Persona 5, por ejemplo- también bailamos entre el pop y el jazz pasando por armonías loquísimas”, explica, “creo que componemos con lo que nos inspira y nos dejamos llevar por el estilo Amor Butano”.
Entre las letras resuena ese recelo adolescente del “me quiere, no me quiere” con frases como: “Cuando me miras me siento en una espiral, después del partido también podemos quedar (...) no te despidas no quiero verte marchar” y algunas declaraciones arriesgadas sobre el amor como elemento transformador: “No estoy soñando, sé que eres para mi”. En apenas quince minutos los tres componentes de Amor Butano escriben letras que podrían leerse en notitas de clase y pasarse entre los compañeros para hacer burla de la nueva pareja de la clase. Una historia de amor que puede durar hasta la hora del patio o hasta el partido final del equipo de baloncesto, un Slam Dunk directo al corazón en un partido en el que el desamor también sabe botar el balón.